Decidió estudiar Medicina por consejo. Cuando Belén García Busto (Villaviciosa, 1958) concluyó sus estudios de Bachiller en la Universidad Laboral de Cáceres tenía 17 años y aquella carrera universitaria le parecía que "era para hijos de médico o gente pudiente". Una orientadora escuchó atenta sus intereses jóvenes: "Era muy de ciencias, pero cuando hicimos los test de orientación aquella persona me dijo que tenía que apostar por algo más humano, no solo científico". La medicina se cruzó en sus planes y desde que acabó la carrera no ha dejado de ejercerla con toda su capacidad empática, que es mucha. Hoy Belén García Busto es médica de familia del centro de salud de Cudillero.
Tiene 62 años y está cerca de la jubilación. ¿Cómo afronta esta etapa
profesional?
-No puedo retirarme hasta los 66,5 años. Cuando veo las cosas chungas, me
digo: "Me queda poco". Cuando me toque, lo haré. Es cierto que me
gusta mucho mi trabajo, pero creo que todos tenemos unos ciclos que cumplir y
no pienso aferrarme a la vida laboral.
¿Cómo recuerda sus inicios laborales?
Me tocó una época mala e hice muchas sustituciones. Trabajé siempre en el
área sanitaria de Gijón y rodé por todos los centros de salud de Gijón,
Villaviciosa y Candás. Cuando saqué la plaza, hace una década, elegí Cudillero.
¿Por qué?
Por la costa. Pude optar a otra plaza en Mieres que, por cierto, me quedaba
más cerca de Gijón, donde vivo, pero la mar, Cudillero, la luz... mi
experiencia por haber atendido a familias marineras en Tazones... No lo dudé.
¿Cómo es su día a día?
A las seis pongo el despertador y luego suena a los diez minutos...
(risas); a la segunda ya me levanto . Tardo 40 minutos en llegar a Cudillero.
Entro a trabajar las ocho de la mañana y salgo a las tres de la tarde, bueno...
siempre son más de las tres. Me encanta ir de montaña cuando puedo; hago taichi
y para mí es importante meditar porque permite conectar con el cuerpo para
resetear la mente. Estar con la familia también me resetea.
- Acaba de preguntar a un matrimonio que estaba en la sala de espera
por cuestiones de su vida personal. ¿Hay que conocer más al paciente?
Es importante conocer a la persona. ¡Es que son personas! Quiero decir que
hay que conocer la dimensión del otro, saber quién es su familia, qué intereses
tiene, lo que le gusta, lo que no, lo que hace en su tiempo libre, si le llega
el dinero a fin de mes, si le gusta hacer deporte o no... porque en consulta
acertarás mejor. Por ejemplo, me llega una paciente mujer con dolores
musculares debajo de la axila... pues no es lo mismo que sea deportista y haga
pesas a que no lo haga.
O sea, que hay que hablar con el paciente.
Sí. Es la única forma de tratar a la persona y no al número. Sin estos
'datos blandos' me resultaría más difícil pasar consulta.
Una médica de familia, como en su caso, puede llegar a atender a las mismas
personas desde la juventud hasta el final de la vida. ¿Cómo vive este proceso y
la llegada de la muerte?
Es algo que une mucho. Se vive con mucha responsabilidad porque quieres que
tu paciente se muera bien. Sabes que se va a morir y, en ese sentido, yo no
hago duelo por el fallecimiento de esa persona. Pero durante el periodo de la
agonía y en los últimos días sientó una presión fuerte porque quiero que esté
bien, que no tenga dolor, que no sienta tanta ansiedad... Hay que acompañar a
la persona.
¿Cómo se acompaña bien? ¿Con conversaciones, hablando de buenos recuerdos?
Con la presencia ya haces mucho. Aunque yo también me intereso por la
persona. Siempre le pregunto: "¿hay algo que quieras saber?". Algunos
quieren hablar y otros no. Lo que me llena de orgullo es cuando sabes que en el
hospital les han ofrecido cuidados paliativos y ellos dicen: "no, no, ya
tengo a mi doctora". Saben que yo haré lo que pueda dentro de mis
posibilidades y que, si hay algo a lo que no llego, pediré asesoría en mi área
sanitaria.
¿Le enganchó la medicina?
Los estudios no me engancharon. Eso sí, me gusta el ejercicio de la
medicina, practicarla con humanidad. Y en esto tenía razón aquella orientadora
que me aconsejó estudiar la carrera médica: que me podía gustar la ciencia,
pero que yo necesitaba interacción humana.
Con todo lo que cuenta, ¿diría que el trato actual a los pacientes es el
adecuado?
Hay tantos tratos como profesionales. ¿Cómo debería ser? Hay que ser
consciente de que tienes a una persona con todas sus dimensiones y no es un
enfermo, no es un anónimo. Es una persona y hay que considerarla entera, con
sus circunstancias sociales también. Hay que facilitar la toma de decisiones y
no decidir por ella. Proporcionar toda la información al nivel que pueda
manejar y dejar que decidan.
¿Eso ocurre?
A veces me preguntan qué haría en su lugar. Y yo contesto que no soy ellos.
Pero en ocasiones es cierto que me mojo, sobre todo con esos pacientes que me dicen...
"tú me conoces, sabes cómo soy, ¿qué te parece mejor?".
Habla de ofrecer información comprensible al paciente. ¿No se hace?
Muchas veces vienen del especialista con el informe para que se lo
expliques. Ojo, no es nada que opine yo. Es lo que dice la ley y a lo que
estamos obligados. Al paciente se le debe proporcionar información accesible a
su nivel de compresión.
¿Cómo se debe trasladar un diagnóstico grave?
Por ley tenemos que informarlo. Tampoco estoy de acuerdo con meter el dedo
en el ojo. No se trata de decir: 'Escúchame bien, a ver si lo entiendes, tienes
un cáncer de estómago terminal". Eso no. Yo siempre insisto con mi
pregunta: "¿quieres saber algo más?" Y ya enseguida veo lo que
necesita y quiere el paciente. Hay personas que sí profundizan y otras que no.
Un ejercicio que implica un gran desgaste emocional.
Siempre me pongo en el lugar del paciente y a mí me gustaría que me
contaran qué tengo. Soy muy empática. Yo querría saber. Si a mí, como médica,
me preguntan directamente y no contesto por miedo a su desgaste emocional,
estoy traicionando su confianza. Eso sí, hay gente que no pregunta. Tienen
derecho a saber y a no querer saber. Lo que no debes decir si hay algo malo es
"no es nada, no te quejes". Tampoco hay que recordar todos los días
ese diagnóstico grave.
¿Mantenerse positivo es tan importante como se cree para encarar mejor la
enfermedad?
Lo emocional afecta siempre, pero no se cura un cáncer con una actitud
positiva. Morir nos vamos a morir todos. La cuestión es cuándo y de qué. ¿No te
mueres con una actitud positiva? Lo que está claro es que una actitud negativa
afecta negativamente. Una actitud positiva es buena en general para la vida. Lo
que se busca es morir de forma confortable, que la persona esté tranquila, no
que no esté sufriendo excesivamente... con relajación, con la ansiedad calmada,
acompañada de sus seres queridos y en casa si así lo desea, aunque sin
obsesionarse. A mí me parece mejor en casa y a muchos pacientes también, pero
hay familias que no quieren y es respetable.
¿Cuáles son las bondades de la medicina rural?
Es la que conserva la esencia de la medicina de familia. Puedes conocer al
paciente en su faceta de persona y tienes una visión psicosocial amplia. Pasas
consulta a hermanos, padres, primos... es más fácil tener una visión global. No
digo que en la zona urbana no la haya, pero aquí es más fácil.
¿Tiene que ver la presión asistencial, el número de pacientes que se
atienden por día?
Veo a 40 pacientes al día. No a 80 o 90, pero sí a 40. Desde que llegué aquí
programo la agenda para dedicar ocho minutos a cada paciente.
¿Qué opina de la consulta telefónica ahora que tiene más importancia por la
pandemia del coronavirus?
Hay cosas que se resuelven bien por teléfono. Y hay casos. Hay también
personas que no se expresan bien por teléfono y tienes que verlas. Hay gente
que necesita consulta presencial. Todo depende. El resultado de una analítica
lo doy sin problema por teléfono por ejemplo.
¿Es importante trabajar desde la prevención? ¿Qué papel tiene en esta apuesta
la atención primaria?
La prevención tendría que llegar, primero, de las autoridades. Hay que
reducir la contaminación del aire, velar por el buen estado del agua del mar y
del agua potable o evitar la pobreza. Son ellos los que tienen que facilitar
unas condiciones saludables de vida que, por cierto, no se dan. Hay pobreza,
hay aislamiento, hay contaminación ambiental... También debe existir la
detección sanitaria precoz, sí, pero lo que más afecta a la población son las
medidas sociales y ambientales.
¿En qué debe cambiar la Atención Primaria?
Primero tiene que ser valorada. Cumplimos una labor importante y manejamos
muchos datos. Pese a que tomamos decisiones que afectan a la salud y la vida de
la gente no estamos valorados. La gente no sabe lo que somos ni lo que hacemos
porque no se le dice. Sin embargo, el 85 por ciento de todos los casos se
resuelven en Primaria. Los especialistas pueden trabajar mejor porque nosotros
les derivamos a los pacientes preseleccionados. Si llegaran todos al
especialista sería inabordable la cantidad de pruebas que autorizarían. En la
medicina rural casi siempre quieren que se lo resuelvas tú.
¿Qué le parece la contratación de facultativos sin el título de
especialista reconocido en España?
Me parece insultante para los profesiones y un riesgo para la población. No
se valora la complejidad que manejamos. Un estudiante que acabó la carrera no
sabe todavía trabajar. La preparación que tiene es importante, pero no está
trabajada. Cuando acabé la carrera no necesitábamos especialidad y puedo decir
que hay una diferencia grande entre tener y no tener especialidad. Yo cuando
empecé no me sentí bien. La formación da la preparación para resolver más
consultas porque cuando no sabes, derivas. Sí entiendo que puedan contratar a
gente sin especialidad para hacer de rastreadores.
¿Qué le ha enseñado la pandemia?
Te enseña hasta qué punto somos capaces de renunciar a derechos por una
supuesta seguridad, para sentirnos protegidos. A nivel profesional me resulta
doloroso lo que pasa en las residencias de mayores y lo que pasa con los
enfermos que se mueren sin acompañar. Esa sensación de abandono... es lo más
duro de todo lo que se ha visto desde el inicio de la pandemia.
¿Está de acuerdo con el protocolo actual?
Creo que habría que humanizarlo. Cuando estoy con una enfermera distinta a
la habitual y deja a los acompañantes fuera y llueve, me preocupa... Estas
situaciones son fuente de una preocupación evitable.
Una situación real: una persona de 65 años con coronavirus, ingresada y con
diagnóstico grave. ¿Dejaría que su hijo estuviera en la habitación del enfermo?
Sí. Lo digo sin pestañear. No comprendo que una persona que tiene muchas
complicaciones está ingresada en Urgencias sin estar acompañada por sus hijos,
por ejemplo. Yo querría estar con un familiar. Yo, como acompañante, asumiría
el riesgo, eso sí, siendo una persona colaboradora, razonable, poniendo todas
las medidas de precaución a mi alcance.
Sale su vena crítica.
Si nos seguimos contagiando, ¿qué seguridad hay con las restricciones en
las residencias, por ejemplo, que no aceptan visitas? Si soy familiar de una
persona que está en una residencia se me debe tratar como una ciudadana adulta
y avanzada. Pídeme que me compre una bata, pídeme higiene de manos... Es cierto
que al principio de todo el virus nos pilló sin herramientas e información,
pero ahora hay que buscar soluciones más humanas y tener en cuenta los derechos
de las personas. Hay que darle al trato humano la importancia que tiene.
¿Lo hacen bien los políticos?
Unos menos que otros. Desde mi punto de vista, en Asturias hay una buena
gestión. Además, tengo confianza en las personas que están dirigiéndonos. Sé
que se buscarán soluciones.
¿Cómo ve a los médicos jóvenes?
Con mucho interés y muy preparados. Tiene preocupación humanitaria y psicosocial. Con la pandemia me planteo qué les puedo enseñar yo, una que ya se va a jubilar. Soy consciente de que la visión humanitaria y psicosocial en la creo no la tienen otros profesionales. Con las restricciones actuales han aumentado las adicciones, las depresiones, los cuadros de ansiedad y obsesivos convulsivos y los brotes psicóticos. Las medidas restrictivas tienen su impacto en la salud mental. No se debe perder de vista esta realidad. Es un problema. Hay que darle importancia a la educación emocional, no enseñar sólo matemáticas, hay que saber manejar las emociones y las autoridades deben trabajar para evitar la pobreza de la gente.
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