Aquellos que
en alguna ocasión se vieron en las necesidad de acudir al servicio de urgencia
del Hospital de Jarrio, seguramente que mientras permanecían en la sala de
espera, se les acerco una persona, con el fin de informarles sobre la situación
del paciente al que acompañaban. Paciente que posiblemente llevaba un buen rato
en boxes, a la espera de que el médico de urgencias lo viera.
Pues bien,
el pasado miércoles día 30 de agosto, posiblemente porque el personal estaba de
vacaciones, esa persona no apareció por la sala de espera de urgencias en todo
el día. Si pensamos mal, podemos presuponer, que en aquella jornada no le tocaba
cubrir estadística a la gerencia.
Digo que no
apareció nadie, pues entre las 10 de la mañana que llego la paciente al hospital,
y las 22:30 de la noche, esta permaneció sentada en una silla de ruedas en la
sala de espera, sin que ningún médico de urgencias tuviera tiempo para verla. Ante
esta situación las posibles justificaciones por parte de los responsables del
servicio se me tornan baladíes. Para
poder justificar esto hace falta inventarse una buena disculpa, pero que además
pueda resultar creíble. La familia a mi modo de ver, tuvo mucha tranquilidad, y
desborda paciencia por los cuatro costados.
Aunque estas
situaciones no son deseables para nadie, sería bueno que de vez en cuando algún
político de la zona las padeciera. Sobre todo, alguno de esos que llevan años
negando las evidencias, aunque cuando les toca a ellos de cerca, enseguida
recurren a protestar a través de las redes sociales. No hace muchas semanas que
uno de estos políticos del occidente, denunciaba a través de twuitter, la
incomprensible situación del aplazamiento de una consulta, que ya por otro lado
era reiterativa.
“…. Antes
había un órgano asesor formado por asociaciones de la comarca y Ayuntamientos
que servía para trasladar las quejas e informar de la situación del centro
¿sigue existiendo?”
Seguramente
que existe este órgano u otro similar. Pero la prostitución a la que se somete
a este tipo de entes, en muchos casos por los mismos que ahora protestan
al verse afectados, y que no lo hacían cuando tenían poder, ya que solo les interesaba el servilismo y el vasallaje,
llevo a los ciudadanos, a que se olviden de su existencia. Lo cierto es que cuando los pacientes
o las familias de los mismos, nos encontramos ante un problema de salud, tenemos
que buscarnos como vulgarmente se dice, la vida. Los políticos no están ni se
los espera, ellos van a lo suyo, y salvo contadas excepciones que sirven para poder confirmar la
regla, pocas veces prestan atención a nuestras demandas.
Hoy como
base para ejercer mi “crítica”, parto de la denuncia aparecida en uno de los medios regionales, la cual a continuación reproduzco.
En ella vuelve a quedar en entredicho el funcionamiento del Hospital de
Jarrio, al menos el día 30 de agosto. Y esto último lo digo, porque seguramente
que alguien saldrá a la palestra, y nos dirá aquello de “es un caso puntual”. Claro
que quien esto diga, estoy seguro que no va tener que pasar por ello.
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Doce horas en una silla de
ruedas con 87 años
José Ramón Fernández
Fernández (Anleo, Navia) – LNE 16/9/2017
El pasado 30 de agosto, alrededor de las 10 de la mañana, llevamos a mi tía
Piedad Pérez, de 87 años, con un volante del médico de cabecera de Luarca, al
servicio de urgencias del Hospital de Jarrio, aquejada de fuertes dolores en
ambas rodillas.
Una vez recibida en Triaje, la pasan a la sala de espera en silla de ruedas
y nos dicen que esperemos allí.
Allí permaneció, en la silla de ruedas, hasta las 22.30 de la noche, sin
ningún tipo de atención médica –aunque se avisó varias veces al personal
sanitario presente (celadoras y recepcionista) de que necesitaba medicación
cada cuatro horas–, pero se pasó el día sin Sintrom y sin otro tipo de alimento
y bebida porque no podía tomar nada hasta que la viese el doctor”.
En un momento dado de la tarde, alrededor de las 17 horas, se solicita
ayuda a los celadores para llevarla al baño. La respuesta de una de las
celadoras fue: “Nosotros no estamos aquí para limpiar el culo a los viejos”. En
ese momento, en el cuarto de celadores había cuatro o cinco personas muy
ocupadas jugando a las cartas, viendo la televisión y ¿fumando? Parece ser que
éstas sí son sus competencias y para eso sí que les pagamos todos.
A las 22 horas aproximadamente exijo la presencia del jefe de guardia. Eso
parece ser que les causó una cierta sorpresa puesto que se intercambiaron
miradas y se hizo el silencio. Después de una espera de unos 20 minutos se
presenta dicho jefe y, ante mi protesta, dice que es que hubo muchas urgencias,
pero que, casualmente, va a pasar en cinco minutos. Y así sucedió. A partir de
ahí el trato fue totalmente correcto por todo el personal médico y enfermeras
de urgencias.
Es entendible que el problema no fuese urgente. Pero no se puede olvidar
que la paciente acude al hospital porque la envía su médico de cabecera, que
tiene 87 años y que necesita ayuda para su movilidad y se le suministre la
mediación adecuada.
Si no la puede atender o se prevé un retraso, avisen a la familia para que
se la lleve y la traiga en otro momento o incluso otro día. Pero es intolerable
que se mantenga en una silla de ruedas en la sala de espera durante más de doce
horas a una persona en esas circunstancias.
Es, sencillamente, inhumano.
En los últimos tiempos en este hospital cada vez la atención es peor. No
hay médicos, se retrasan las consultas, los médicos que envían a pasar las
consultas llegan cuando quieren y los pocos que quedan parecen estar pasando de
todo.
¿No se estará procediendo a un cierre encubierto del hospital? ¿Dónde están
los políticos de uno y otro bando que dicen representarnos?
Si no denunciamos lo que está ocurriendo, no nos quejemos luego cuando ya
no haya solución.
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