lunes, 18 de septiembre de 2017

Alarmante la situación del Hospital de Jarrio

Aquellos que en alguna ocasión se vieron en las necesidad de acudir al servicio de urgencia del Hospital de Jarrio, seguramente que mientras permanecían en la sala de espera, se les acerco una persona, con el fin de informarles sobre la situación del paciente al que acompañaban. Paciente que posiblemente llevaba un buen rato en boxes, a la espera de que el médico de urgencias lo viera.
Pues bien, el pasado miércoles día 30 de agosto, posiblemente porque el personal estaba de vacaciones, esa persona no apareció por la sala de espera de urgencias en todo el día. Si pensamos mal, podemos presuponer, que en aquella jornada no le tocaba cubrir estadística a la gerencia.
Digo que no apareció nadie, pues entre las 10 de la mañana que llego la paciente al hospital, y las 22:30 de la noche, esta permaneció sentada en una silla de ruedas en la sala de espera, sin que ningún médico de urgencias tuviera tiempo para verla. Ante esta situación las posibles justificaciones por parte de los responsables del servicio  se me tornan baladíes. Para poder justificar esto hace falta inventarse una buena disculpa, pero que además pueda resultar creíble. La familia a mi modo de ver, tuvo mucha tranquilidad, y desborda paciencia por los cuatro costados.
Aunque estas situaciones no son deseables para nadie, sería bueno que de vez en cuando algún político de la zona las padeciera. Sobre todo, alguno de esos que llevan años negando las evidencias, aunque cuando les toca a ellos de cerca, enseguida recurren a protestar a través de las redes sociales. No hace muchas semanas que uno de estos políticos del occidente, denunciaba a través de twuitter, la incomprensible situación del aplazamiento de una consulta, que ya por otro lado era reiterativa.   

“…. Antes había un órgano asesor formado por asociaciones de la comarca y Ayuntamientos que servía para trasladar las quejas e informar de la situación del centro ¿sigue existiendo?”

Seguramente que existe este órgano u otro similar. Pero la prostitución a la que se somete a este tipo de entes, en muchos casos por los mismos que ahora protestan al verse afectados, y que no lo hacían cuando tenían poder, ya que solo les interesaba el servilismo y el vasallaje, llevo a los ciudadanos, a que se olviden de su existencia. Lo cierto es que cuando los pacientes o las familias de los mismos, nos encontramos ante un problema de salud, tenemos que buscarnos como vulgarmente se dice, la vida. Los políticos no están ni se los espera, ellos van a lo suyo, y salvo contadas excepciones que sirven para poder confirmar la regla, pocas veces prestan atención a nuestras demandas.
Hoy como base para ejercer mi “crítica”, parto de la denuncia aparecida en uno de los medios regionales, la cual a continuación reproduzco. En ella vuelve a quedar en entredicho el funcionamiento del Hospital de Jarrio, al menos el día 30 de agosto. Y esto último lo digo, porque seguramente que alguien saldrá a la palestra, y nos dirá aquello de “es un caso puntual”. Claro que quien esto diga, estoy seguro que no va tener que pasar por ello.   
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Doce horas en una silla de ruedas con 87 años
 José Ramón Fernández Fernández (Anleo, Navia) – LNE 16/9/2017


El pasado 30 de agosto, alrededor de las 10 de la mañana, llevamos a mi tía Piedad Pérez, de 87 años, con un volante del médico de cabecera de Luarca, al servicio de urgencias del Hospital de Jarrio, aquejada de fuertes dolores en ambas rodillas.
Una vez recibida en Triaje, la pasan a la sala de espera en silla de ruedas y nos dicen que esperemos allí.
Allí permaneció, en la silla de ruedas, hasta las 22.30 de la noche, sin ningún tipo de atención médica –aunque se avisó varias veces al personal sanitario presente (celadoras y recepcionista) de que necesitaba medicación cada cuatro horas–, pero se pasó el día sin Sintrom y sin otro tipo de alimento y bebida porque “no podía tomar nada hasta que la viese el doctor”.
En un momento dado de la tarde, alrededor de las 17 horas, se solicita ayuda a los celadores para llevarla al baño. La respuesta de una de las celadoras fue: “Nosotros no estamos aquí para limpiar el culo a los viejos”. En ese momento, en el cuarto de celadores había cuatro o cinco personas muy ocupadas jugando a las cartas, viendo la televisión y ¿fumando? Parece ser que éstas sí son sus competencias y para eso sí que les pagamos todos.
A las 22 horas aproximadamente exijo la presencia del jefe de guardia. Eso parece ser que les causó una cierta sorpresa puesto que se intercambiaron miradas y se hizo el silencio. Después de una espera de unos 20 minutos se presenta dicho jefe y, ante mi protesta, dice que es que hubo muchas urgencias, pero que, casualmente, va a pasar en cinco minutos. Y así sucedió. A partir de ahí el trato fue totalmente correcto por todo el personal médico y enfermeras de urgencias.
Es entendible que el problema no fuese urgente. Pero no se puede olvidar que la paciente acude al hospital porque la envía su médico de cabecera, que tiene 87 años y que necesita ayuda para su movilidad y se le suministre la mediación adecuada.
Si no la puede atender o se prevé un retraso, avisen a la familia para que se la lleve y la traiga en otro momento o incluso otro día. Pero es intolerable que se mantenga en una silla de ruedas en la sala de espera durante más de doce horas a una persona en esas circunstancias.
Es, sencillamente, inhumano.
En los últimos tiempos en este hospital cada vez la atención es peor. No hay médicos, se retrasan las consultas, los médicos que envían a pasar las consultas llegan cuando quieren y los pocos que quedan parecen estar pasando de todo.
¿No se estará procediendo a un cierre encubierto del hospital? ¿Dónde están los políticos de uno y otro bando que dicen representarnos?
Si no denunciamos lo que está ocurriendo, no nos quejemos luego cuando ya no haya solución.

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