El Sespa intenta rizar el rizo, dando de alta a pacientes de forma apresurada, mientras continúa sin contratar más personal.
Y es que esas mentes privilegiadas que tenemos en Asturias, a las cuales
encima les debemos de es estar eternamente agradecidos, no dan una en el clavo,
ni equivocándose. Así que un día decidieron hacer un súper, mega, chulí hospital, pero no tuvieron en consideración
una serie de parámetros, que más pronto que tarde, podrían ocasionar una
debacle.
Aunque ya es repetitivo el tema. La capacidad de hospitalización del nuevo
HUCA resulto ser uno de los primeros criterios que nadie tuvo en consideración.
No hizo falta esperar mucho tiempo, para comprobar que si en el Cristo había
una capacidad de ingreso de unas 1.250 pacientes, en La Cadellada no se debería
de bajar de ese número de camas. Más si tenemos en cuenta que la población
asturiana está muy envejecida.
Así que decidieron hacer un hospital de diseño, en vez de pensar en las
necesidades reales que se tendrían que afrontar más adelante, ya que deberían de atender
a una población de un millón de habitantes. Para ello concibieron un
espectacular edificio, con una capacidad
de poco más de 900 camas. No hace falta ser Ingeniero de Caminos Canales y
Puertos, para darse cuenta que de mano faltarían unas 300 unidades de
hospitalización. Aunque en el proyecto
inicial figuran 1.039, de las cuales el 40% serían instaladas en habitaciones individuales. Además
el hospital de día tendría 171, y cuidados intensivos, neonatos, etc. disponían
de otras 121.
Pero todo fue viento en popa, hasta que llegan ciertos periodos
estacionales, donde a las primeras de cambio se demuestra que son pocas las novecientas
camas. Desde hace unas semanas el virus de la gripe, que por otro lado
sufre sus mutaciones y se vuelve mucho más agresivo, está haciendo estragos
entre la sociedad asturiana. No existe un paciente tipo, los afectados conforma
un espectro de edad muy amplio, pero esta siendo más cruel con las personas mayores
y enfermos afectadas por otro tipo de patologías.
Y no es solo el HUCA el que está colapsado. Se mire a donde se mire, y se
pregunte a quien se pregunte. Desde Arriondas a Jarrio, de Mieres a Gijón, de
Aviles a Cangas del Narcea, las urgencias están saturadas por culpa de la gripe,
y porque no decirlo, de la total falta de previsiones de los gestores del Sespa.
La primera causa de este colapso, la tenemos que buscar en los centros de AP.
Desde el Sespa no fueron capaces de cubrir las abundantes bajas de profesionales,
dejando entrever de nuevo, su total falta de previsión. El haber dejado desatendidos
los centros de AP, es ya de por si el primer desencadenante, que obliga a que
los pacientes acudan en masa a las urgencias hospitalarias. Estos van en busca
de ese remedio que en su centro de salud no encuentra,
porque el Sespa lo mantiene desatendido.
En algunos hospitales como el HUCA, desde el día 19 de diciembre se están derivan
las hospitalizaciones al Monte Naranco, en un vano intento de descongestionar
las plantas de ingresos. Otras de las soluciones aplicadas, es dar altas de
forma sistemática a los pacientes, lo que conlleva el riesgo de que algunos de estos pacientes, transcurridas pocas horas, tengan que recalar de nuevo en urgencias (ya se
dieron casos).
Todo esto acontece, a pesar de que los trabajadores llevan días advirtiendo
que la carga de trabajo es insoportable, que no se pueden atender a los
pacientes, con los criterios que son exigibles. Mientras todo esto acontece, las
medidas tomadas por parte del Sespa son de nuevo las de siempre. Primero ponen
en práctica la técnica de la avestruz, para continuar con el dicho de que, “no hay mal que cien años dure”, o todo
lo que viene, tarde o temprano se va.
La carga asistencial que deben de soportar los trabajadores ya sobrepasa con creces los límites de la resistencia humana, mientras tanto los gestores se niegan a contratar más personal.
La carga asistencial que deben de soportar los trabajadores ya sobrepasa con creces los límites de la resistencia humana, mientras tanto los gestores se niegan a contratar más personal.
Pero esto no termina aquí, y va traer consigo otros daños colaterales. Ya
que al no disponer de camas de hospitalización, los quirófanos deben de cesar su actividad, y con ellos las intervenciones quirúrgicas
programadas deben de ser aplazadas. Esto será el desencadenante que haga
aumentar aún más si cabe, las listas de espera quirúrgicas.
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