sábado, 2 de abril de 2016

Desde el HUCA la Dra. Turienzo advierte que "los recursos, especialmente los humanos, se gestionan mal"



No solo lo dicen los usuarios de la sanidad pública. Los profesionales, seguramente que hartos de tanta acoso y derivo en algunos casos, comienzan a decir lo que piensan, pero sobre todo, señalan a los culpables. 
Lo que está ocurriendo con la sanidad pública en Asturias es de dominio público. Los únicos que no quieren enterarse de ello son por un lado los gestores, pues de hacerlo, sería tanto como reconocer que no están capacitados para el puesto que ocupan. Por el otro lado están sus "padrinos" y mentores, que no son otros, que la descastada a la vez que degenerada clase política, que como repito una y otra vez, desgobierna Asturias.

Seguramente que se  puede decir más alto, pero no más claro. Estas son algunas de las perlas que nos deja la entrevista de la doctora Turienzo.

- "... donde trabajas no te valoran lo suficiente."

- "Necesita más recursos y mejor gestionados. Los recursos, especialmente los humanos, se gestionan mal" 

- "Se están amortizando muchas plazas, se jubilan profesionales y no se sustituyen, con lo cual nuestro trabajo aumenta" 

- "Los médicos hacemos muchas tareas burocráticas que no nos corresponden. La consecuencia es una marginación para otras actividades necesarias, como investigar,..." 

- "eso genera insatisfacción. Nos comen los números de las listas de espera.

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La Nueva España.-2/4/2016

"La cara de gratitud de un paciente al que hemos 

sacado adelante lo compensa todo”

Estrella Turienzo Santos nació en 1967 en La Bañeza (León), "donde los asturianos iban a secar", puntualiza. Con 18 años llegó a Oviedo para estudiar medicina. Trabaja en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde se especializó en cirugía general y del aparato digestivo con los doctores Enrique Martínez y Pipo Aza. "Tengo muy buen recuerdo. Es el típico tiempo que se te pasa volando", subraya.

-¿Por qué eligió cirugía general?
-Había pensado en neurocirugía, psiquiatría, algo así. Pero después, a raíz de mis prácticas de estudiante, descarté esa idea, y la cirugía general me pareció una buena opción. Quizá porque la descubrí como una especialidad que permitía solucionar problemas: veías que los pacientes se curaban.

-¿Qué recuerdos guarda de los comienzos?
-Había mucho paro. Tengo un taco de contratos importante, de trabajo por un día, por dos días... Empecé en Jarrio. La primera vez, me contrataron para hacer tres guardias. Luego estuve allí once años. Vine a Oviedo en 2009.

-¿Se arrepiente de la especialidad escogida?
-Me parecía muy interesante, muy de hacer cosas y de ver los resultados, de que tu trabajo sea lo que hace que las cosas cambien. No es lo mismo que dar unas pastillas y ver qué pasa con ellas. Volvería a elegirla.

-A veces parece que se da más importancia a otras cirugías: cardiaca, vascular, neurocirugía?
-La cirugía general es la más general de las cirugías. Las otras cirugías pueden parecer más importantes, pero son más restringidas. La cirugía general es superamplia. De hecho, ahora tenemos subespecialidades.

-¿Y la suya es?
-Me dedico a la cirugía esófago-gástrica, cirugía de la obesidad y cirugía de la carcinomatosis.

-¿Qué tienen en común?
-Que actúan sobre el tubo digestivo en general: esófago, estómago, intestino delgado...

-¿Que avances destacaría?
-Se ha avanzado mucho en cirugía laparoscópica: operar sin hacer grandes incisiones ni dejar grandes cicatrices; en cirugía de la carcinomatosis; la obesidad era algo nuevo y de repente la demanda, que estaba oculta porque no había oferta, se ha disparado. Ha avanzado mucho la cirugía de la pared abdominal: hernias muy grandes, en las que la mayor parte de la tripa sale hacia fuera. Es una cirugía con mucho campo y que puede complicarse mucho.

-¿Incluso una apendicitis?
-Incluso una apendicitis. Cualquier cosa se puede complicar. Estamos trabajando sobre unos órganos y tejidos que tienen una función, que se mueven, que segregan líquidos y hormonas...

-¿Cuál es la cirugía más larga de las que usted hace?
-La de la carcinomatosis. Ocho horas, doce? Son tumores fundamentalmente del intestino, o del apéndice, que infiltran varios órganos de la cavidad abdominal. Tienes que quitar todos los nódulos tumorales, incluso vísceras enteras, y restaurar la continuidad de todo eso que has resecado. Y, además, ponerle quimioterapia. Todo eso lleva muchas horas.

-A veces uno se pregunta si un cirujano sabe realmente medicina o se ha quedado con la parte más artesanal.
-Los cirujanos generales estamos obligados a saber medicina. Nuestros pacientes, al ser cirugía del tubo digestivo, necesitan que sepas cómo funcionan las cosas, cómo poner los sueros? Somos los más médicos de todos los cirujanos. En otras especialidades quirúrgicas, si el paciente tiene la hormona tiroidea alta o baja, o si los sueros van o no van con insulina, se les escapa un poco. A nuestros pacientes los llevamos nosotros siempre. Hacemos muchas veces el diagnóstico, operamos y seguimos el posoperatorio.

-¿Tiene buenas manos también para actividades no quirúrgicas?
-Las cosas de mi casa las arreglo yo. No soy fontanera ni electricista, pero si hay que hacer algo me pongo a arreglar una cortina, un grifo... Quiero decir, me gustan las manualidades. De hecho, el cuerpo humano es una máquina muy perfecta y nosotros la arreglamos en la medida de lo posible.

-¿Qué es lo que más le sorprende del organismo humano?
-La capacidad de recuperación de las personas. Otras veces me sorprende que las cosas vayan mal cuando tú crees que lo has hecho todo bien. Ningún paciente es igual a otro.

-¿Eso puede pasar?
-De hecho, pasa. Normalmente, si sales de una intervención mal a gusto es casi seguro que van a ir mal las cosas. Y si sales convencido de que van a ir bien, la mayor parte de las veces van bien, pero algunas veces pasan cosas que no te explicas.

-¿En qué medida le quitan el sueño estas situaciones?
-En mucha medida. Casi siempre nos vamos con los pacientes a casa, dándole vueltas, sobre todo cuando hay algún problema. Llamamos mil veces por teléfono.

-¿Alguna satisfacción especial?
-Un paciente que ahora es casi como mi padre adoptivo. Aunque es mi trabajo normal, por el que me pagan, él decidió que yo le había salvado la vida, y así lo recuerda y lo demuestra siempre.
-Usted lo relativiza?

-Todo el mundo pone su granito de arena para que las cosas vayan bien. Desde el enfermero, que cuando pones la mano sabe directamente lo que tiene que darte, sin que le digas nada, hasta el anestesista, que resuelve problemas sin ponerte a ti nervioso.

-¿Alguna frustración?
-Pacientes jóvenes con traumatismos. Que alguien se te muera en el quirófano es muy duro.

-¿Uno se acostumbra?
-No, claro que no. Te queda un cuerpo que no puedes con ello.

-¿Hay algo así como un reparto de responsabilidades?
-Cuando las cosas van mal, la responsabilidad es del cirujano. Todo lo que pasa en el quirófano es, finalmente, responsabilidad del cirujano. Nadie echa en cara nada a nadie, pero la responsabilidad está ahí.

-¿No tiene la sensación de que es una profesión un tanto desagradecida, en la que lo que va bien se da por hecho y sólo trasciende lo que va mal?
-Eso es lo que sale en los medios de comunicación: lo que va mal, cuando te ponen reclamaciones? Pero la gente te da muchas alegrías. Hablo de esos pacientes que estaban en situaciones graves y que hemos logrado sacar adelante; es una satisfacción enorme verlos en la consulta con cara de agradecimiento. Eso lo compensa todo.

-¿Se produce una relación de dependencia?
-No tengo esa sensación. Los pacientes siempre te buscan si tienen algún problema, pero no te agobian.

-¿Quién debe hacer la cirugía de la mama?
-La hacen ginecólogos y cirujanos. Está a medio camino. Creo que debería hacerla el que sepa hacerla y el que la haga bien.

-¿Se ha planteado dedicarse a la sanidad privada?
-Podría haberlo hecho ya, pero en principio no es mi meta. Apenas tengo tiempo. En ocasiones te lo planteas porque te da la sensación de que donde trabajas no te valoran lo suficiente. Y también te lo planteas porque hay mucha lista de espera en muchas cosas. 

-¿Cuál es la enfermedad de la sanidad pública?
-Necesita más recursos y mejor gestionados. Los recursos, especialmente los humanos, se gestionan mal. Se están amortizando muchas plazas, se jubilan profesionales y no se sustituyen, con lo cual nuestro trabajo aumenta. Los médicos hacemos muchas tareas burocráticas que no nos corresponden. La consecuencia es una marginación para otras actividades necesarias, como investigar, ir a congresos y publicar, porque no tienes tiempo. Y eso genera insatisfacción. Nos comen los números de las listas de espera.

-¿Dónde se operaría usted si requiriera una cirugía general compleja?
-Depende de para qué. Suele haber buenos cirujanos en cada sitio. Yo probablemente elegiría cirujano más que hospital.

-¿En Estados Unidos o en Europa?
-Me vale Europa. Incluso España. Yo para casi todo me operaría en mi casa, en el HUCA.


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