lunes, 2 de febrero de 2015

La necesidad de denunciar es un derecho irrenunciable, pero debemos de perder el miedo



La necesidad de denunciar es un derecho irrenunciable, pero debemos de perder el miedo

Es necesario que el ciudadano pierda el miedo, es necesario que no nos sintamos como siervos de quien nos gobierna, es necesario que seamos capaces de dar un paso al frente y lo hagamos sin tapujos ni complejos, pues exigir que se respeten nuestros derechos, es tanto como demostrarnos a nosotros mismos que estamos vivos, pues ya se encargan otros de exigir que cumplamos con creces nuestras obligaciones, en muchos casos, sin el debido respeto que nos merecemos. 
La democracia bien entendida, es la base fundamental de un conjunto de normas y reglas de convivencia que nos hemos concedidos entre todos, no son pues propiedad de nadie, las cuales algunos de un tiempo a esta parte, decidieron de forma unilateral interpretarlas a su antojo y capricho, en base a un cumulo de circunstancias, muchas veces presididas por el miedo. Algunos incluso quieren convertir muchas de estas situaciones en norma de obligado cumplimiento, cuando ni fueron propuestas democráticamente, ni discutidas ante las instituciones, mucho menos consensuadas con los ciudadanos a los cuales se deben.
Por eso que no es nada extraño que el ciudadano de a pie, cansado de que le pisen sus derechos y no se respeten los principios democráticos por los que deberíamos de regirnos todos, decida hacer lo único que le queda, recurrir a la denuncia pública ante la sociedad, para intentar que esta se entere de lo que está ocurriendo, pues la mayoría de las veces, el pataleo no es lo suficientemente ruidoso para que algunos desde la administración pertinente lo escuchen.
Hoy de nuevo podemos aportar otro documento, donde queda bien reflejado con pelos y señales, el sinsentido que algunos lograron instaurar con su total falta de capacidad de gestión, en el sistema público de salud. 
Una nueva denuncia aparece en los medios de comunicación, ya que en las oficinas de Atención al Paciente, parece ser que no hacen mucho caso de las que les van llegando, o más bien, no tienen tampoco capacidad para atender el elevado número de ellas. Algunas veces se responde a las mismas pasado demasiado tiempo, pero es que encima tratan de justificarlas, sin darse cuenta o si, vaya usted a saber, que es la vida de una persona la que está de por medio. Otras veces lo hacen más fácil, pues tratan descaradamente de desacreditarlas, aunque son conscientes de que los ciudadanos no denunciamos por denunciar, por lo menos, en la inmensa mayoría de los casos. No es menos cierto que en otras ocasiones la administración lo que pretende es que recurramos a la justicia, sabedores que esto en la mayoría de los casos no llevaría a una pérdida de tiempo, pues ellos mejor que nadie saben que esta es lenta, tediosa, fácil de manipular, y está al servicio de la administración, es decir, ellos siempre juegan acaballo ganador.
No obstante siempre se van a encontrar con alguien que sin buscar nada a cambio, decida denunciar una y otra vez, con el único propósito de mover conciencias, de animar a los ciudadanos a que se manifiesten, que defiendan sus derechos, que no permitan que el miedo se apodere de ellos, pues la verdad es una, mientras que el miedo es tan solo una coartada de la cual algunos se aprovechan, para continuar cometiendo sus tropelías.

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LA Nueva España.-31/1/2015

Graves lagunas en la sanidad
Benjamín Fernández Martínez (Oviedo)

El momento que estamos viviendo los ciudadanos desde hace años con el sistema de salud es dramático. El sistema hace agua por todos los costados.
En contra de lo que dice en los medios el gerente del área IV, si vamos al médico de familia en el centro de la Lila, debemos esperar entre tres y cinco días para ser recibidos. Ninguno de los médicos de familia de dicho centro lo recibe a uno en el plazo de 24 horas, que debería ser lo normal. Si de lo que se trata es de acudir a un médico especialista, la espera, según las especialidades, va de un mes hasta seis meses; y si el médico de familia valora el caso como preferente, por ejemplo en el caso de Traumatología, el plazo de espera se reduce de cinco a tres meses.
Ésa es una pincelada sintética de nuestro sistema de salud, pero según otras recientes declaraciones del consejero de Sanidad: “Nuestro sistema está comprometido con un nivel de calidad alto”. ¿Cómo miden la calidad? ¿Es que los tiempos de espera no influyen en la calidad? No hace falta que insista aquí lo determinantes que son los tiempos de espera para la salud. Imagino que ese compromiso de que habla el Consejero será a largo plazo, 8 o 10 años mínimo, en el supuesto de que antes se tomen medidas para ello, porque a corto plazo la dura realidad que los pacientes sufrimos todos los días nos muestra un sistema caótico, a un paso del colapso.
Recientemente he vivido en persona tres casos ilustrativos. Citaré un de ellos, y se verá que es como el que ha sufrido cualquiera otro de los miles de pacientes del sistema y pronto se sentirá reflejado en él.
Un dolor en el oído me empujó el domingo 28 de diciembre del pasado año al médico de guardia del ambulatorio de la Lila. Me diagnosticó una otitis y me recetó un antibiótico. Al séptimo día, como no oía y continuaba el dolor, acudí de nuevo al médico de familia del ambulatorio, que me recibió a los tres días. Después de examinarme el oído comprobó que la infección no había remitido y le pareció que había riesgo de que la otitis pasara al oído medio y me amplió el antibiótico y me pidió cita preferente para el otorrino del nuevo HUCA.
Mediado enero, me llegó la cita preferente para el 18 de febrero. En este tiempo, dado que el oído empeoraba, tuve que ir dos veces a urgencias de la Lila y otras dos veces a urgencias del nuevo HUCA, donde finalmente conseguí que el otorrino comprobara que la infección se había extendido ya al oído medio y tampoco pudo evitar que aparecieran acúfenos.
Desde la fecha de comienzo han pasado treinta días. Si me hubiera limitado a seguir las pautas del sistema y hubiera esperado al día 18 de febrero, día que me habían asignado para ver al otorrino, la infección supongo que me habría alcanzado ya el cerebro.
Si el Consejero es consciente de las inmensas lagunas que exhibe nuestro sistema de salud, huelgan expresiones pretenciosas: “... nunca falla a los ciudadanos” y si no lo es, los ciudadanos tenemos otro problema, ante todo, hay que tener la humildad de reconocerlo. Si la cabeza dirigente no lo reconoce, todo está perdido mientras no se sustituya esa cabeza.
Nuestro sistema de salud ha ido empeorando paulatinamente en los últimos diez o más años y las situaciones que estamos viviendo hoy los pacientes son dramáticas muchas veces. ¿Pretenden que acudamos a la medicina privada? ¿Qué hemos de hacer para mentalizar a nuestros dirigentes y hacerles comprender su obligatoriedad de conseguir un sistema de salud acorde con nuestras necesidades? ¿Les ayudaría una lluvia de quejas individuales? ¿Es necesario llevar los casos más graves a la justicia para que compense y corrija los excesos que se cometen? ¿O es tarde ya para todo eso y lo que se necesita es una nueva clase de representantes capaz de conectar con el ciudadano y atender prioritariamente las necesidades reales de la población antes que otros intereses?

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