martes, 10 de febrero de 2015

Faustino Blanco abre la boca y ¡¡ ZAS !!... en todos los morros




Faustino Blanco abre la boca y ¡¡ ZAS !!... en todos los morros

Hace unos días que la opinión pública asturiana se encontró en los medios de comunicación, con otro de los posibles motivos que llevan a nuestra sanidad a tener listas de espera interminables, esta vez es la falta de anestesistas, claro que alguien debe de llevar la culpa. Cuando no son los radiólogos los que no dan abasto para realizar las pruebas, son los profesionales que deben de informarlas los que no sacan adelante su trabajo, si protestas, malo, pero si no lo haces, desde las altas esferas se encargan de señalarte y culparte de ello. Si te callas, malo, pero si no te callas y das tu opinión, inmediatamente recibes la advertencia, después llega la amenaza, y si continuas, no dudan en ejercer todo tipo de represalias y linchamientos.
Hoy no voy a extenderme en mi reflexión del día, los invito a leer detenidamente las vivencias que narra un profesional de la sanidad, formado en Asturias, el cual sufrió en sus carnes todo tipo de injusticias, ultrajes y menosprecios, para terminar haciendo lo que otros muchos profesionales, coger las maletas y marchar de la región, en busca de un lugar donde por lo menos se le respete como profesional y también como persona.
Me quedo con el comentario que a modo de resumen al final del escrito se hace doctor, pues resulta que ahora le ofrecen desde el HUCA una entrevista, pero él, después de todo lo vivido en el Hospital Universitario Central de Asturias, en épocas pasados, reflexiona y se pregunta.

“…no confío en esos que me prometieron un contrato y a las 5 horas lo cancelaron, en esos que impusieron un nombre a un contrato sin concurso alguno, en esos que exigieron que trabajara más de 72 horas seguidas, en esos que se ofrecieron a no renovarme por decir que quería cumplir con lo acordado en mi contrato.
¿Os parece tan extraño ahora que el HUCA no tenga anestesiólogos?
Pues claro que no doctor, en Asturias ya nada nos extraña o casi nada, pero es de agradecer que usted colabore en poner los puntos sobre las íes, no para dar o quitar razones, si no para que la sociedad asturiana que vive anestesiada, y nunca mejor dicho, despierte de una vez por todas, o permanezca durmiendo en su placido letargo hasta el fin de sus días.
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asturias24

Mi experiencia como anestesiólogo en el HUCA

El descarnado relato en primera persona de un profesional de la medicina a su paso por el hospital asturiano
Era enero de 2012, en cinco meses terminaría mi periodo de formación como anestesiólogo y podría ejercer como titular de un quirófano. Esto suponía el desenlace de 11 años dedicados plenamente a este fin, seis años de carrera, uno para preparar el examen MIR y 4 de especialidad. Cinco residentes terminaríamos la especialidad en el HUCA ese año, y en toda Asturias, al ser el único centro formador de residentes de anestesia en toda la comunidad. Nuestra jefa nos ofreció ser titulares de quirófano, habitualmente se estaba acompañado de un adjunto (anestesiólogo con especialidad finalizada) hasta el final de la residencia. De esa manera obviábamos nuevas contrataciones y nos asegurábamos un contrato en mayo.
He de reconocer que fueron unos meses muy duros. Había comprado mi piso, me había casado y había decido continuar mi vida en Oviedo, después de todo había vivido allí 28 años, y pensar en irme suponía un problema personal y económico muy importante. Admito que hasta ese momento me había sentido una persona francamente afortunada, había elegido la especialidad para la que había nacido, el ambiente en ese hospital era muy bueno, y el trato con todos los adjuntos era fabuloso, de amistad en algunos casos.
El HUCA y mi tenacidad me habían brindado la oportunidad de obtener una formación al máximo nivel. La fecha exacta de finalización del contrato de mi periodo de formación era el 19 de Mayo, y después de eso la incertidumbre. El día 18 la jefa nos reúne, previamente habíamos presentado el currículum (unos más extensos en cursos formativos y rotaciones externas y otros repletos de horas de trabajo de campo) con intención de ser contratados. Nos dice que de los cinco, tres seríamos contratos. Más o menos justa pero esa era su decisión y mi gran esfuerzo había tenido recompensa. Tendría trabajo en el hospital que tan importante había sido para mí. Cuál fue mi sorpresa cuando cinco horas más tarde, mi jefa me comunica que el SESPA cancela dos de los tres contratos prometidos, imponiendo el nombre del trabajador del contrato. Evidentemente mi ausencia de contactos me había hecho suponer que ese nombre no era el mío, y así fue, era el nombre de otro compañero. En cinco horas la recompensa por mis once años de formación se desvaneció.
Busqué trabajo en todos los hospitales de la comunidad y sólo en el Hospital del Cangas del Narcea me ofrecieron un contrato para hacer guardias durante los meses de verano. No era el hospital más deseado ni el contrato más estable pero era una fuente de ingresos: algunos tenemos la mala costumbre de comer a diario. A los quince días, mi antigua jefa del HUCA me llamó para ofrecerme un contrato de sustitución. En ese momento ceso el contrato en Cangas del Narcea y firmo el contrato en el HUCA. Después de este contrato firmo otros tres en el HUCA (en un periodo menor de tres meses) siempre de sustitución y condicionados a cubrir algunas guardias en el Hospital de Cangas del Narcea durante el periodo estival.
Fue un verano francamente duro. Trabajaba 24 horas ininterrumpidas en Cangas del Narcea, al día siguiente pasaba la consulta de anestesia en ese hospital y al siguiente trabajaba en el HUCA sin ningún tipo de descanso. Habitualmente después de trabajar 24 horas, al día siguiente no se trabaja. Aunque lo peor eran las guardias de fin de semana en Cangas del Narcea: entraba a las 8 horas de un viernes y salía un lunes a las 15 horas (79 horas seguidas).
Estaba en tierra de nadie, me sentía un estorbo, y no estaba integrado en la plantilla de ninguno de los dos hospitales. A medida que avanzaba septiembre iba viendo la luz, el acuerdo había sido cubrir guardias en Cangas del Narcea hasta ese mes y pronto me integraría en la plantilla del HUCA de manera permanente. Comienza octubre y me imponen de nuevo guardias en Cangas del Narcea. Me niego a hacerlo, y recibo una llamada de la subdirectora quirúrgica del HUCA que me explica (en un tono elevado) que si me niego no se renovaría mi contrato cuando finalizase. Le explico que trabajar 79 horas seguidas sin descanso no es legal y me contesta: “Claro que es legal, si se hace será legal”.
¿A qué os suena esto?, a mí no me sonó muy tranquilizador. Y entonces con el gran apoyo de mi familia y mis amigos decido que ha llegado el momento de decir basta ya. Estaba psíquicamente y físicamente agotado por lo que comienzo a buscar trabajo fuera del Principado.
Me ofrecieron un contrato de un año en el Complejo Hospitalario de Toledo y no me lo pensé, era la oportunidad para salir de ese infierno. Tras un año en ese hospital, me planteo la necesidad de más estabilidad laboral para echar raíces en alguna ciudad y me decido a dar el salto a la empresa privada. Actualmente trabajo en Hospital Sur, un centro privado en el sur de Tenerife perteneciente a un solvente grupo con expansión internacional. Mi contrato es indefinido y mi sueldo está más ajustado a la responsabilidad que ejerzo cada día.
Varios compañeros me han llamado para ofrecerme una entrevista con la dirección médica del HUCA, pero no confío en esos que me prometieron un contrato y a las 5 horas lo cancelaron, en esos que impusieron un nombre a un contrato sin concurso alguno, en esos que exigieron que trabajara más de 72 horas seguidas, en esos que se ofrecieron a no renovarme por decir que quería cumplir con lo acordado en mi contrato. ¿Os parece tan extraño ahora que el HUCA no tenga anestesiólogos?

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