Rafael Matesanz, fundador y exdirector de la Organización Nacional de Trasplantes
Aunque no necesariamente tenga connotaciones
peyorativas, valga esta expresión de Stars War para definir el giro
copernicano que experimentan las vidas
de bastantes médicos y también de otros profesionales sanitarios cuando deciden
aceptar un puesto político o de gestión que necesariamente implica un paréntesis en su
actividad habitual, quizás definitivo.
El paso, que puede ser trascendental en su vida,
puede producirse tras recibir una oferta inesperada del responsable de la
institución, aunque en ocasiones puede ser buscada, incluso de manera vehemente
por el interesado al considerar que el nuevo destino va a ser algo importante
en su carrera profesional o simplemente por estar cansado del trabajo habitual
y querer explorar nuevos horizontes. Puede ser una simple subdirección
hospitalaria o bien un puesto en los servicios centrales, quizás con rango de
director general o incluso de ministro, aunque en este caso no parecen haberse
registrado casos de muchas dudas.
Dada mi trayectoria profesional, he vivido en
persona este momento, he podido observar los efectos positivos y negativos que
en otros compañeros han tenido situaciones similares, y a la vez he influido en
que unos cuantos médicos y enfermeras hayan tenido que tomar la decisión de si
cambiaban su vida o no al tener que buscar colaboradores entre ellos, tanto en
la ONT como en el Insalud. Las conclusiones son necesariamente agridulces
porque la experiencia no siempre ha sido positiva.
El rol de los médicos en la gestión sanitaria: retos y oportunidades
Para analizar este fenómeno hay que distinguir
claramente dos planos, el del interés general y el del
particular. Desde un punto de vista
genérico, caben pocas dudas de que el sistema sanitario necesita que los profesionales
a pie de obra se impliquen en la
gestión a todos los niveles, fundamentalmente porque son los que conocen de
primera mano los problemas y por tanto pueden aportar las debidas soluciones.
Además, si esos puestos no son ocupados por sanitarios, lo serán por otros
perfiles que habitualmente no tienen la menor idea del asunto, con los
previsibles resultados tantas veces repetidos.
De médico a líder en la administración de salud: un camino con dificultades
Pero la cosa no está tan clara cuando se analiza
desde el lado personal. Por una parte, la propuesta suele hacerse a personas
que han destacado en su actividad profesional (dejando aparte los nombramientos
políticos o por recomendaciones buscadas, que esa es otra historia) y que por
tanto se encuentran en un momento profesional dulce que tendrían que abandonar,
al menos temporalmente con todo lo que ello implica. También es cierto que esos
buenos profesionales probablemente piensen, y es justo que así sea, que para
una vez que les dan la oportunidad de actuar sobre las cosas e influir en su
entorno, no sería justo despreciar la ocasión.
"La gestión sanitaria es complicada y bastante
desagradecida, y la sensación de fracaso con ansias de vuelta puede llegar más
pronto que tarde"
Pero
por otro lado, y por mucho entusiasmo que se le ponga, la gestión es complicada
y bastante desagradecida, y la sensación de fracaso con ansias de vuelta puede
llegar más pronto que tarde. Tampoco hay que hacerse muchas ilusiones con la
opinión y la actitud que esta aventura pueda generar entre los compañeros:
tenderán a verle como alguien que ha cambiado “al lado oscuro”, en
un ejemplo del secular divorcio entre clínicos y gestores. Algunos se
preguntarán el porqué de este nombramiento, si ellos tenían muchos más méritos
(lo de la envidia se da por descontado) y en general será observado con el más
profundo escepticismo sobre los resultados de su labor futura. A ello hay que
añadir que en no pocas ocasiones, sobre todo si se trata de un médico
hospitalario con guardias, sus ingresos van a verse disminuidos, a veces
considerablemente.
Impacto profesional del cambio a la gestión
Así y todo, el nuevo cargo directivo comenzará su tarea con toda la ilusión del
mundo, y puede que disfrute de algunas de las prebendas que supone un cargo
público (bastantes menos de las que se creen). Pasado un tiempo, la cosa puede
no ir bien tanto por parte del empleador como del empleado con lo que la
solución más razonable es la vuelta al puesto previo donde no será difícil reincorporarse si el plazo
ha sido corto (naturalmente si tiene una plaza en propiedad, condición sine qua
non) y donde podrá dedicarse durante un tiempo a minimizar los daños y tratar
de extraer las experiencias positivas.
También es posible que su labor sea reconocida y
eso le asegure una prolongada estancia en su nuevo puesto o bien el salto a
otro desempeño de superior envergadura. En ambos casos, el riesgo de que lo que
se consideró como temporal pase a ser definitivo, sin vuelta atrás al hospital,
al centro de salud o al laboratorio, se hace bastante evidente y debe ser muy
bien sopesado, sobre todo cuando quedan aún muchos años de vida laboral. La
medicina avanza muy rápidamente y un paréntesis de 5 a 10 años puede ser muy
difícilmente recuperable.
Personalmente he pasado por muchas de estas
fases y he visto a bastantes compañeros que también han tenido que afrontarlas,
con lo cual, mis ideas sobre el tema se han asentado bastante. Cuando me
plantearon hacerme cargo de la ONT, un proyecto que nadie, ni mucho menos los
responsables del ministerio tenían la menor idea de lo que era ni lo que debía
ser, mi composición de lugar fue que efectivamente los trasplantes en ese
momento eran un desastre y que, si me daban la oportunidad de organizarlos y
poner orden, difícilmente podía o debía decir que no, aunque ello supusiera un
evidente riesgo profesional y de momento una pérdida económica respecto a mi situación previa.
Durante los dos primeros años, quizás los más
duros de mi vida como médico sentí varias veces la sensación de que aquello
podía acabar como el rosario de la aurora, con el riesgo de tener que volver a
la casilla de partida con el rabo entre las piernas y el agravante de haber
involucrado a otro médico y seis enfermeras para que dejaran su trabajo
habitual y viniesen allí, con la consiguiente posibilidad de que tuviesen que
acompañarme en mi retorno. Un preboste de mi especialidad me definió como el
nefrólogo con más metros cuadrados de moqueta del país (entonces se llevaba
mucho como revestimiento de alto standing) y un cardiólogo como “el problema de
los trasplantes en España”, lo que da una idea del entusiasmo levantado por el
proyecto. Recuerdo la tensión tanto mía como del equipo solo recomendable para
nervios bien templados.
Aquello solo se aclaró cuando los resultados se
hicieron evidentes y en tres años pasamos a liderar el mundo, con lo que la situación tornó a una fase de
consolidación y permanencia prologada. Hubo médicos y enfermeras que, tras
cumplir un ciclo muy positivo en la ONT, a veces de un número considerable de
años, volvieron voluntariamente a la práctica hospitalaria o de atención
primaria, con esfuerzo, pero sin grandes problemas probablemente porque en este
organismo no se pierde el contacto con la realidad asistencial, aunque el
trabajo sea muy distinto. Otros continuaron en la ONT o en tareas de gestión
hasta su jubilación y desde luego no puede decirse que les fuera mal.
Cómo adaptarse a un cargo de gestión en el sistema sanitario
Una década después de mi “paso al lado
oscuro” y por circunstancias políticas que
no vienen al caso, tuve que volver a mi hospital durante cerca de un año y debo
reconocer que no fue nada fácil.
Diez años son muchos para recuperar tus habilidades en cualquier especialidad, por mucho empeño que
le pongas y desde luego la sensación que tienes de ir por detrás de todo el
mundo, incluidos los residentes, no es nada agradable. No sé cómo hubiera
seguido aquello porque pronto volví a la gestión de los trasplantes, esta vez
en Italia y posteriormente de nuevo en la ONT, pero desde luego puedo asegurar
que los retornos después de estancias prolongadas en la gestión no son nada
fáciles.
"El paso de un médico al mundo de la gestión
o la política debe ser muy meditado, siendo siempre consciente de los riesgos,
porque el retorno no es sencillo"
Consejos para médicos que consideran un cambio al ámbito político o
directivo
En definitiva, el paso al mundo de la gestión o
la política por parte de un clínico o un investigador (y no digamos de un
cirujano) debe ser muy meditado y siendo siempre consciente de los riesgos,
porque el retorno no es sencillo y que un cambio temporal se
convierta en definitivo hasta la
jubilación no es lo habitual. Me parece solo recomendable para aquellos con una
carrera ya muy consolidada, por supuesto que tengan asegurada su plaza y
teniendo muy claro cuáles son las ventajas y los inconvenientes, lo que se
pretende conseguir en el nuevo destino y en cuanto tiempo. Eso quiere decir que
si el que te llama no lo tiene muy claro o no te lo cuenta de una forma
diáfana, mejor no probar. A veces vale más seguir haciendo guardias que meterse
en la boca del lobo.
Yo desde luego no cumplí en mi día varios de
estos requisitos, pero ya se sabe aquello del prejuicio cognitivo de “Haz lo
que yo diga pero no lo que yo haga”. Espero que a alguien le sirvan mis
reflexiones.
Fuente documental:
https://www.redaccionmedica.com/opinion/rafael-matesanz/el-paso-al-lado-oscuro-2523
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