El pasado día 9 de febrero
la recién nombrada gerente del Area Sanitaria I - Hospital Jarrio, en sus
primeras declaraciones públicas decía:
"Escucharé a expertos y
usuarios".
Pues bien, lo que opinan los expertos, los trabajadores bajo su mando, algunos de los cuales conviven a diario con
usted en el Hospital de Jarrio ya lo sabe. Ahora le toca conocer lo que dicen
los usuarios sobre su gestión, sobre esos datos estadísticos que usted retuerce y
manipula una y otra vez, para cumplir con las ordenes que recibe del Sespa, pero es que además lo hace sin el menor rubor por otra parte.
Lea y reflexione señora Miranda,
y si no sabe, o no se ve capacitada, ya sabe dónde tiene la puerta, aunque me
temo que en su caso sería giratoria.
ooOoo
“Maquillando”
las listas de espera en Jarrio
“La cita que tenía programada para el próximo… ha quedado anulada”. Así reza la escueta carta que muchos pacientes del Área Sanitaria I
reciben cada día desde el Hospital de Jarrio. Las misivas concluyen indicando,
en un intento de devolver la esperanza al paciente, que próximamente contactarán con él para asignarle una nueva cita, sea
para una consulta o para una operación. El adverbio de tiempo empleado, “próximamente”, suele traducirse
habitualmente en unos pocos meses,
en otros tantos alude a una espera superior
al año y, en otra buena parte de los casos, lamentablemente se convierte en
un “jamás”.
Esta realidad es tan frecuente que se ha
convertido en algo cotidiano e, incluso,
aceptado como normal por los resignados pacientes del noroccidente asturiano.
Lo dramático es que esta realidad, seguramente, ha tenido, tiene y tendrá como
consecuencia la pérdida de vidas humanas
y, en todo caso, conlleva consecuencias más o menos graves para la salud de los
rendidos pacientes a los que una y otra vez retrasan o anulan una consulta o
una intervención.
De poco o nada sirve descargar toda la
desesperación de pacientes y familiares en los servicios de atención al
paciente, altamente especializados en excusar lo injustificable recurriendo a
los más peregrinos intentos de descargo. Los únicos beneficiados, que siempre
ha de haberlos, serán los promotores de la sanidad privada, allá en la
publicitada Área Metropolitana Central de Asturias, a la que acuden en busca de
ayuda aquellos que pueden permitírselo.
Mientras tanto, los gestores sanitarios
continúan empleando su tiempo en disimular
esta incómoda realidad, en lugar de prospectar soluciones para sus
pacientes. Ante la más mínima protesta pública relativa a esta cuestión, las gerencias emplean la técnica del calamar
y lanzan ríos de tinta para protegerse. Tinta en forma de listas oficiales
de espera, tan burdamente manipuladas que, ni siquiera, captan la atención de
los suyos.
Gestores sanitarios a los que se les exige para acceder al cargo, además de una
demostrada obediencia, ser expertos en elaborar las listas de espera necesarias
para ocultar la realidad de su correspondiente área sanitaria.
¿Algún lector se cree que en el servicio
de Oftalmología de Jarrio la demora media oficial para una operación sean 95
días o que, como máximo, la espera máxima sea de 179 días (datos SESPA, abril
2019)? ¿Algún paciente de Cardiología considera cierto que sólo ha de esperar
por su consulta 58 días? Truco anticuado pero eficaz el de suprimir las citas
para aligerar hasta donde sea necesario las listas de espera. Se suprime la cita y se suprime el
problema. Esta es la táctica.
Mientras tanto, a los pacientes solo nos
queda el derecho a la protesta y a exigir soluciones. Le animo a ambas
acciones. No duden en plasmar su justo malestar y en exigir una pronta solución, por escrito, cada vez que la sanidad
pública le posponga o anule una consulta. Su
salud no puede, ni debe, esperar.
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