En
Justicia por la Sanidad, ¡no somos de piedra! Los corruptos no deberían dormir
tranquilos...
Mientras
que el primer ministro británico, David Cameron, pidió disculpas públicamente
por las negligencias que causaron las muertes de muchos pacientes en uno de los
hospitales de la sanidad pública del Reino Unido, porque prevalecían los
intereses económicos a la calidad del servicio (¿les suena?), en España ninguna
institución pública investiga lo que está ocurriendo en la Sanidad pública.
La sanidad
pública nos importa: ¡no somos de piedra!
Según publicó el diario ABC en el año 2013, el primer
ministro británico, David Cameron, pidió disculpas públicamente por las
negligencias que causaron las muertes de muchos pacientes en uno de los
hospitales de la sanidad pública del Reino Unido (NHS). Igualmente, decía la
noticia que el diario The Times reveló cómo “240.000
pacientes fueron dados de alta en el año 2011 de madrugada, para liberar camas
de tal modo que los centros sanitarios pudiesen cumplir los objetivos de tiempo
de espera fijados por el Gobierno”. Era obvio que prevalecía el
logro de objetivos económicos y políticos sobre la calidad del servicio
sanitario.
¿Les suena esto último? ¿Cuántas instituciones
públicas españolas -Fiscalía, Defensor del Pueblo, Juzgados, etc.- han
investigado los posibles agravamientos de enfermedades o muertes producidas por
las manipulaciones de listas de espera, la prevalencia de objetivos económicos
sobre la calidad del servicio incentivada mediante complementos retributivos a
los profesionales sanitarios, nepotismo en la selección del personal sanitario
quebrando principios de mérito, capacidad e igualdad, y demás aberraciones
ocurridas en nuestra sanidad pública?
Les recuerdo que en los años 2008 y 2009, las
denuncias que valerosamente presentó la Médico de Admisión Dª. Socorro Ricoy,
hoy miembro de la Junta Directiva de la Asociación Justicia por la
Sanidad, primero en la Fiscalía y luego en un Juzgado de Granada, sobre
manipulación de listas de espera en el Hospital Virgen de las Nieves de dicha
ciudad, fueron archivadas con un pretexto más que cuestionable: primaba la
protección de datos de los pacientes sobre la posible investigación criminal, a
pesar de reconocer expresamente los indicios de una “mala praxis administrativa”
en la gestión de las listas de espera. En resumen, se lavaron las manos, a
pesar de que incluso el TSJA pronunció en una sentencia firme que hubo cargos
del Servicio Andaluz de Salud que se dedicaron a acosar laboralmente a la Sra.
Ricoy por negarse a manipular las listas de espera.
¿Alguna institución pública exigió responsabilidades a
los autores de las manipulaciones de las listas de espera y del acoso laboral?
Ninguna. ¿Confianza en las instituciones públicas? Ninguna.
Que la sanidad sea
uno de los problemas que más nos preocupa a los españoles se evidencia cada año
con los Barómetros del CIS, quizá porque todos, más tarde o
temprano, acabamos haciendo una visita -o acompañando una persona cercana- a
nuestro médico de familia o al especialista, experimentando directa o
indirectamente la prestación del servicio. A dicho problema le acompaña en las
citadas encuestas el paro, la corrupción y el fraude,
los políticos en general, los partidos y la política, así como
los problemas de índole económica.
Entre otros aspectos dignos de análisis, me llama
poderosamente la atención que los españoles consideren en las encuestas que uno
de los problemas principales que existe actualmente en España sean “los
políticos en general, los partidos y la política” (este problema ha
ido escalando puestos en los últimos cinco años hasta colocarse en segundo
lugar) y, sin embargo, cuando se les pregunta sobre los problemas que
personalmente más les afecta, ese problema en concreto desaparece de los
primeros puestos. Es decir, muchos españoles no consiguen ver la relación
existente entre los problemas que padecen y “los políticos en general,
los partidos y la política”. Algo parecido le ocurre al problema de “la
corrupción y el fraude”, a pesar de la íntima conexión que guarda con las
acciones y omisiones de los políticos y con varios de los problemas que
padecemos.
Si observan, lo anterior no guarda mucha coherencia
con los datos de las últimas elecciones generales, pues la alta participación y
los votos a candidaturas de partidos parecen reflejar lo contrario: los
españoles ponen mayoritariamente su esperanza en los partidos políticos para
solucionar sus problemas, cuando son estos los que crean o alimentan muchos de
esos problemas.
No es fácil entender que haya tantos ciudadanos que no
perciban los efectos que genera la corrupción sistémica en España, amparada sin
pudor por los partidos políticos, salvo que consideremos que dichos ciudadanos
pierden objetividad a causa de sus prejuicios, creencias, miedos, odios y bajas
pasiones, o simplemente que el desconocimiento sobre el sistema político y
administrativo les impide descubrir dicha conexión.
Los problemas que padece la sanidad pública en España
guardan una estrecha relación con todos los problemas expuestos anteriormente,
pero la política y la corrupción son los que se llevan la palma.
Hay españoles que parecen vivir al margen de la
sociedad, sin importarles nada la política hasta...hasta que tienen una mala
experiencia: por ejemplo, cuando empiezan las visitas forzosas a los centros
sanitarios públicos y sufren su nefasta gestión (evítese mezclar con el buen
hacer de algunos profesionales comprometidos). Hay otros que se conforman
exclusivamente con la crítica en redes sociales, en los medios o en la barra de
un bar, sin adoptar una postura activa en defensa de lo que a todos nos
corresponde disfrutar desde el momento en que contribuimos al Estado español,
ya sea con impuestos directos e indirectos, tasas y cánones.
Pero también hay otros muchos ciudadanos
comprometidos, incluidos algunos profesionales sanitarios, que luchan
activamente por sus derechos y libertades, por el buen uso del erario público y
por una sociedad con valores y sin corrupción. Por ejemplo, muchos de ustedes
han acabado siendo socios de la Asociación Justicia por la Sanidad porque
han entendido que es una manera efectiva de luchar por una sanidad pública
digna y contra la corrupción, o porque ya han padecido en sus carnes algunos de
los graves vicios del Sistema sanitario público.
La sanidad pública no es un ámbito ajeno a la
corrupción, la cual se manifiesta en todas sus vertientes. En Andalucía, casi
la tercera parte del Presupuesto de la Comunidad Autónoma se gasta en materias
relacionadas con la salud. Pero no es sólo en el proceso del gasto público
donde aflora la corrupción, dado que también se manifiesta de otras formas y en
otros procesos: nepotismo, prevaricación, tráfico de influencias, cohecho,
fraude en las contrataciones, omisión del deber de perseguir delitos, etcétera. Todas
ellas repercuten de forma muy directa en el deterioro de la prestación del
servicio público sanitario.
Pocos medios de comunicación preguntan y escuchan a
los que conocemos en profundidad los problemas de la corrupción, y menos aún
los que publican informaciones contrastadas sobre lo que está ocurriendo. Al
contrario, suelen poner el altavoz en las palabras vacías e insubstanciales de
demasiados irresponsables, sin preguntar a los que podemos desmontar sus
engaños con facilidad, y así añadir algo de contraste en las
informaciones. ¿Por qué no se invita en las tertulias televisivas y
radiofónicas conjuntamente a políticos y a quienes podemos poner en evidencia
sus mentiras con datos irrebatibles? Obviamente, es una pregunta retórica.
Por ponerles un ejemplo clarificador: muchos medios
“voceros” se interesan y publican noticias sobre lo que concierne a Jesús
Candel, el Presidente de la Asociación Justicia por la Sanidad,
cuando ha sido denunciado en los tribunales por presuntos delitos de injurias,
pero ninguno de ellos ha preguntado por el estado de las querellas
criminales presentadas por dicha Asociación, sobre casos de corrupción que
afectan a la Junta de Andalucía, ni tampoco han preguntado por otros casos
investigados sobre los que se están preparando nuevas querellas, que serían
noticia en otros países avanzados. El silencio de esos medios lo dice todo:
forman parte del sistema corrupto.
Y la Administración de Justicia (incluyo al Ministerio
Fiscal y Policía Judicial) tampoco está haciendo el esfuerzo que debería hacer
cuando los que denunciamos la corrupción acudimos a ella para que actúe con
contundencia, especialmente si hay políticos o jueces implicados (no olviden
que la Administración de Justicia forma parte del sistema político y también le
afecta la corrupción). Hemos tenido acceso a informes de fiscales, de la
policía judicial y sentencias de tribunales que abochornan a quienes tenemos
conocimiento profundo de los casos, reflejando el poco respeto que nos tienen a
los ciudadanos. ¿Cómo va a extrañar que los ciudadanos pierdan la confianza en
la Justicia española? Lo contrario sería lo insólito.
Precisamente por todo ello seguiremos adelante con
esta batalla contra la corrupción, caiga quien caiga, y procuraremos aunar
esfuerzos en aras de conseguir los fines de la Asociación, tal como conseguir
una Sanidad pública digna. Mientras más voluntades sumemos, más fácil resultará
conseguirlo.
Y quisiera finalizar el presente artículo con un
último mensaje: aquellos que hayan participado en algún caso de corrupción en
la Sanidad pública andaluza o hayan dejado de perseguir los delitos siendo su
obligación, no deberían dormir tranquilos, porque los ciudadanos que formamos
parte deJusticia por la Sanidad, ¡no somos de piedra!
Fuente documental:
No hay comentarios:
Publicar un comentario