El Instituto de Salud Carlos III le atribuye 830 fallecidos al año, el 6,9%
del total de la región, mientras la media del país se reduce al 3%
La Federación de Asociaciones de Vecinos y Ecoloxistes n'Aición d'Asturies
organizaron ayer la conferencia 'Impacto en la salud del cambio climático.
Temperaturas extremas y contaminación atmosférica', en la que participaron dos
expertos del Instituto de Salud Carlos III: Julio Díaz, jefe del Departamento
de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad, y Cristina
Linares, doctora en Medicina Preventiva y científica titular del mismo centro.
Y los datos que aportaron llaman la atención. Linares explicó que, según un
estudio realizado entre 2000 y 2009, la contaminación atmosférica provocó que
se agravaran enfermedades que terminaron con la vida de 830 personas al año en
Asturias. «Si en la región mueren unas 12.000 personas al año, supone el 6,9%,
mientras la media del país es del 3%», apuntó.
Esos datos indican que anualmente 300 muertes son achacables a las
partículas PM10, 440 al dióxido de nitrógeno y 90 al ozono. Pero, además, «las
partículas ocasionan 68 partos prematuros al año y los tres contaminantes
juntos, 44 nacimientos con bajo peso que van a tener unas consecuencias
médicas, sociales y sicológicas que pueden seguir a lo largo de su vida
adulta».
La contaminación influye incluso en el polen, pues al adherirse a este hace
que cambie su forma de manifestarse, siendo «hasta 27 veces mayor la reacción
de una persona al polen. Por eso, hay más alérgicos en las ciudades que en las
zonas rurales, donde no hay contaminación», explicó Linares.
La doctora apuntó que «una persona respira unos 12.000 litros de aire al
día. En las ciudades hay contaminación procedente del tráfico, pero en Gijón
también están las industrias y las calefacciones», y la identificó como la
causa que más reduce los años de vida de las personas, cifrándolo en 1,8 años,
superando a los 1,6 del tabaco, los once meses del alcohol y las drogas o los
siete meses de la inseguridad del agua.
«Agrava patologías»
Pero también hay que tener cuidado con las olas de calor y de frío. De
ellas habló Julio Díaz, quien relató las investigaciones realizadas a raíz de
la ola de calor de 2003 para saber a partir de qué temperatura se considera un
peligro para las personas de riesgo. Se tuvo que hacer para todas las
provincias y su conclusión fue que a partir de 30 grados cada subida de un
grado de temperatura máxima en Asturias incrementa el riesgo de mortalidad un
11,5%. Según los datos que aportó, la mortalidad en la región atribuible a las
olas de calor es de 333 personas al año, mientras por olas de frío la cifra
sube hasta las 381. Eso sí, advirtió que se debe «al agravamiento de
patologías».
También llamó la atención sobre el hecho de que entre 1986 y 1997 la mayor
incidencia del calor en las muertes de los españoles era entre los mayores de
75 años, pero entre 2001 y 2009 cambió al tramo de 18 a 44 años, es decir, «los
deportistas y los trabajadores».
Los números son claros y Julio Díaz advierte de que «mata más el frío que
el calor. Tenemos un plan de prevención contra el calor pero no contra el
frío». Por eso, reclama de las autoridades sanitarias que se ponga en marcha
con urgencia.
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