La respuesta que da un profesional de la Sanidad asturiana al exconsejero Faustino Blanco.
“Sabe usted que una consulta en tiempo, un tratamiento, una intervención,
una prueba, si se prolonga en el tiempo conlleva costes sociales y económicos
en la actividad de un país y ello también desequilibra la relación
coste/beneficio”.
Por lo tanto, creo particularmente que muy pocas de las características de
eficiencia que usted define estén bien desarrolladas. Por cierto, queda una
acepción del vocablo eficiencia: “Aptitud,
competencia y eficacia en el cargo que se ocupa”.
¡¡ ZASCA !! en toda la boca
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El señor exconsejero de
Sanidad Faustino Blanco y la eficiencia
Jesús García Salazar (Oviedo) – LNE 20/1/2018
En este medio de comunicación, concretamente el día 7, leo atentamente una
nueva epístola del señor Blanco en la que, con sus mejores intenciones, nos
señala cuál ha de ser el camino para mejorar el sistema público de salud. Con
todo mi respeto, como compañero y usuario, siempre basado en mi criterio, creo
que no ha sido el mejor momento, como tampoco que usted sea el más adecuado
para darlo.
Rebatir aquí todas sus recomendaciones –algunas acertadas, lo reconozco–
sería demasiado extenso y, por lo tanto, sólo me “acercaré” a exponer mi
humilde opinión, eso sí, pegadito a la calle, sin tantos datos ni tantas citas
de personajes ilustres.
Una vez y otra los políticos y gestores de lo público basan los sistemas en
términos de eficiencia y excelencia en conjunción con principios de visión,
misión y valores. El inconveniente, reconociendo la importancia de todos ellos,
es que la deriva de la sanidad en Asturias no lleva el mismo camino que el
desarrollo de los mismos. Ello es un indicador de que ustedes, los anteriores
responsables, como los actuales, no han sido capaces de aplicarlos, de ahí que
lo repitan, machaconamente y sin crédito, en cada congreso, en cada foro de
debate, en cada conferencia, en cada reunión.
Sin llegar a su nivel de conocimiento técnico en cuanto a los amplios
significados de eficiencia, sí le pregunto qué entiende usted por este término.
Dónde pone el valor al aplicar este término y, lo más importante, cómo
explicarlo a los profesionales, usuarios y ciudadanos. Dicho de otra forma, no
sé si aplica el equilibrio en el coste/beneficio o da más valor al continente
empresarial economicista, siempre en términos de salud. Reconozco, como
profesional, que todos los recursos son limitados y que hemos de gestionar lo
público muy bien, pero caben dudas que se esté haciendo adecuadamente. Usted
convendrá conmigo que los logros finales se conseguirían mucho mejor cuando se
desarrolle el potencial que tiene el sistema y sin cicaterías, cuando se
amplíen sus recursos humanos conforme las necesidades, cuando los recursos
materiales sean los apropiados y cuando la suficiencia financiera –en
porcentaje acorde a los países de nuestro entorno– sea tan necesaria como
realista. Por ello, señor exconsejero, si hablamos de eficiencia hay otros
elementos básicos para que sea con desarrollo apropiado y se pueda llegar a la
excelencia. La organización (con mayúsculas) del sistema en cada unidad y servicio
con profesionales competentes y capacitados es una misión imperiosa. La
planificación, en términos de estrategia, que permita una mejor toma de
decisiones es una visión ineludible. La información y la comunicación continua
y bidireccional con profesionales, con usuarios, ciudadanos y organizaciones
que defiendan el sistema público de salud es valor añadido –obvio los agentes
sociales dignos, según mi criterio, de la famosa frase de Sabino Fernández
Campo–. Por lo tanto, creo particularmente que muy pocas de las características
de eficiencia que usted define estén bien desarrolladas. Por cierto, queda una
acepción del vocablo eficiencia: “Aptitud, competencia y eficacia en el cargo
que se ocupa”. Sobre ella tengo mi propia apreciación en cuanto a la esfera
política y de gestión.
Si seguimos con la eficiencia, sí quiero señalar las listas de espera, que
preocupan, y mucho, a pacientes y familiares. Estará conmigo que se podrían
gestionar mejor. La eficacia y los criterios son importantes elaborados con objetivos
más claros, con mayor transparencia, más ágiles y menos coercitivos, en los que
se consideren aspectos sociales y laborales que eviten costes indirectos como
la incertidumbre psicológica y permitan la celeridad a la vida laboral, entre
otras características inferidas. Sabe usted que una consulta en tiempo, un
tratamiento, una intervención, una prueba, si se prolonga en el tiempo conlleva
costes sociales y económicos en la actividad de un país y ello también
desequilibra la relación coste/beneficio.
Como muestra, le pregunto si considera eficiencia, e incluso excelencia,
los siguientes ejemplos (son reales, muy cercanos, directos y, ojo, no sacados
de otros pacientes que seguramente sí se verán reflejados). Ejemplos, por
cierto, que no se encajan en los optimistas plazos y fríos datos que desde el
Sespa se señalan.
Paciente que acude a su centro de salud, en el mes de octubre de 2017, por
dolor costal de meses de evolución. El facultativo pide interconsulta con
volante preferente, para más señas, a la especialidad en traumatología. ¿Saben
ustedes, los políticos, para cuándo tiene la fecha de primera consulta? El 9 de
febrero 2019. ¿Desea otro ejemplo? Paciente con pólipo biopsiado hace 6 años y
con antecedentes familiares de primer grado con neo de colon. Se solicita
colonoscopia el mes de junio de 2017 conforme protocolo. ¿Sabe para cuándo la
cita? Primer trimestre de 2019. Por ello le digo, señor exconsejero, que es muy
difícil que quienes han tenido y tienen responsabilidades políticas expliquen a
los pacientes, y son cientos, las buenas intenciones que tienen todos ustedes.
Señor Blanco, no sé si retomó la actividad profesional o está en un
despacho. Si es el primero de los supuestos, espero que escuche a los
compañeros y aprecie sus opiniones sobre sus estados de ánimo y cargas
laborales. Si es el segundo de los supuestos, le sugiero se pase por un
servicio de urgencias o plantas llenas de pacientes y compruebe, en este caso,
el ánimo de pacientes y trabajadores. Se lo digo porque las amables palabras
que siempre se desprende hacia los profesionales desde la esfera política y los
gestores “politizados” siempre quedan muy bien. En mis 31 años de profesión
jamás he visto y percibo tal grado de desmotivación, descontento, enfado y
desconfianza, y es una pena porque es nuestra empresa. Por ello, a pacientes y
familiares, dentro de esa misión, visión y valores que es inherente al sistema,
les ruego que no se enfaden con quienes deseamos un sistema ágil, disponer de
más tiempo, con espacios suficientes y mayor cercanía, pues nosotros, más allá
de lo teórico, sí queremos ofrecer mejor calidad asistencial, mayor dedicación
y tenemos claro que los pacientes son el centro del sistema.
He aprovechado para dejar clara mi opinión hacia su análisis. Señor
exconsejero, termino expresando que es cuanto menos curioso que ahora, cuando
ha tenido el honor de llevar las riendas de la sanidad y ha contado con tiempo
y armas para ello, nos dé indicaciones para mejorarla. Es mi obligación como
profesional desear a los actuales responsables de la sanidad que acepten no lo
teórico, sino lo práctico, y seguro que lo intentan. Y en el caso de usted, si
con las epístolas pretende seguir optando a retomar la máxima responsabilidad
de la sanidad, confío, si se diera el caso, haga realidad todos sus principios.
Se lo deseo como profesional, como compañero en el sistema y, lo más
importante, como usuario de un sistema público de salud al que deseo muchos
años de vida a pesar de las debilidades actuales y de los políticos de turno.
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