LA OPINION
Algunas veces cierto
tipo noticias no dejan de causar asombro
y estupor, y más con la que nos está cayendo. Pero al mismo tiempo uno se
pregunta si es de recibo permitir que se propicien este tipo de situaciones.
Más de uno se preguntara
de que estoy hablando. Pues verán, de la noticia aparecida en La Nueva España
el pasado día 31 de enero.
Un usuario de la sanidad
pública asturiana exige, “una cirugía sin sangre”, al mismo tiempo se queja de que el SESPA lo envié a San
Sebastián”, alegando que este tipo de operaciones no es posible hacerlas en
Asturias.
Cabe preguntarse qué tipo
de criterios se toman como punto de partida para en primer lugar, atender este
tipo de “ocurrencias”. Pues no voy dejar de reseñar a la mínima oportunidad que
se me brinde, que otros escritos con mayor fundamento, jamás recibieron
respuesta alguna por parte del SESPA, y me estoy refiriendo de nuevo, a la
denegación de algunos tratamientos oncológicos.
Estarán conmigo que esta
propuesta del castrillonense es un escándalo para los miles de pacientes que se
encuentran en las listas de espera desde hace meses, pendientes de pasar por el
quirófano, con diagnostico igual o peor al suyo.
A mi modo de ver, este
tipo de exigencias dejan bastante que desear, pero es que además solo afectan a
una persona y a sus circunstancias y creencias religiosas. Por tanto, no es descabellado
decir que ese es su problema, y que él debe de solucionar como mejor le venga
en gana. Pero además, el SESPA no debe de entrar de ninguna de las maneras en
este tipo de juegos malabares, donde el interés general queda aparcado y de
lado.
Son sus principios y sus
creencias los que lo ponen en tal tesitura, nada que ver con los graves
problemas que tienen que soportar la mayoría de los pacientes asturianos. Y me
permito asegurar algo más, que dadas las circunstancias que nos toca vivir, por
culpa de unos pésimos gestores, la prioridad es para aquellos pacientes que
tienen la extrema necesidad de pasar por el quirófano, no para otros que buscan
un afán de protagonismo desmedido en medios de comunicación, que en estos
momentos no vienen a cuento.
Claro que la culpa no la
tiene solo quien propicia la ocurrencia, ya que del otro lado están los que
gestionan la sanidad pública en Asturias, los cuales prestan máxima atención a
este tipo de hechos puntuales. Estos sí que son “casos puntuales”, y no otros, que
merecían en su momento de toda su atención, y a los cuales nunca quisieron dar
respuesta, hasta que se vieron obligados a ello.
De nuevo me parece
denigrante lo que hacen los gestores del SESPA, y más cuando otros pacientes
permanecen incluidos en las interminables listas de espera, para las cuales no
son capaces de encontrar solución. Pero ojo, para los “casos puntuales”, que
además van dar grandes réditos de publicidad en médicos de difusión regional,
para esos si estamos dispuestos a dedicar todo el tiempo del mundo.
Simplemente lamentable,
vergonzoso, y si me apuran indecente.
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La Nueva España-. 1 de
Febrero de 2016
Religión y medicina
Alfonso Uruñuela de la Rica (Avilés)
A propósito de la noticia publicada en LA NUEVA ESPAÑA el día 31-1-16 sobre
la derivación, por parte del Servicio Público de Salud, de un paciente a
operarse de la cadera a un centro sanitario de S. Sebastián, porque desea que
le operen sin la posibilidad de transfundir sangre en caso necesario, ya que
así se lo manda su religión, como médico afectado por esta situación bastantes
veces a lo largo de mi vida laboral quisiera hacer las siguientes precisiones:
1.-A ningún paciente se le pregunta su religión, ni se hace constar ésta en
su historial clínico. A la hora de operar una cadera es irrelevante la religión
que practique el paciente. Además, estamos en un Estado aconfesional como se
dice ahora para todo.
2.-Ningún mandamiento de ninguna religión puede obligar a los demás a
actuar. Los mandamientos de una religión sólo obligan al individuo practicante
de la misma. Imaginemos que el mandamiento de una religión manda comer caviar
tres veces al día. ¿Habría que dar de comer caviar tres veces al día al
paciente cuando ingresase en un hospital público?
3.-Por lo tanto al paciente que se va a operar se le pone delante el
consentimiento informado (C.I.) donde consta que en caso necesario se le harán
transfusiones de sangre. A partir de esto el paciente puede firmar libremente
el consentimiento o no firmarlo; si lo firma se opera y si no lo firma no se
opera, sea cual sea la causa por la que no firma y que no tiene que justificar
ante el médico ni ante nadie. Es su decisión.
Lo que no puede pretender ningún paciente es que en función de un
mandamiento de su religión todo el hospital tenga que cambiar sus protocolos de
actuación y realizar tratamientos extraordinarios y no habituales.
Les aseguro que a lo largo de mi ejercicio profesional todas las veces que
se ha planteado esta situación he visto alterarse el funcionamiento de todos
los estamentos hospitalarios del director para abajo por culpa de un
mandamiento religioso. Me parece increíble.
Espero que estas letras sirvan para aclarar definitivamente un problema que
se presenta con más frecuencia de la deseada en los hospitales públicos de este
país.
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ResponderEliminarEstimado Sr:
EliminarSoy el castrillonense del artículo en cuestión. Simplemente aclararle que, en ningún momento mi reclamación hecha en dicho artículo se refería a recibir un tratamiento especial ni privilegiado por encima de otros pacientes por parte de la Sanidad pública, la verdad es que no llego a tal grado de egoísmo. Además, sepa usted que ya llevaba once meses en lista de espera para la intervención, pues esta había sido aceptada en un principio por el hospital San Agustín de Avilés. La única reclamación que pretendía con dicho artículo es, si bien acepto que se me traslade a otro centro extra-provincial para mi intervención, lo que pido, y creo tener derecho a ello, es que, puesto que no ha sido mi petición el ser intervenido fuera de la provincia si no que ha sido decisión del SESPA al haber recibido la negativa del San Agustín de no realizar en dicho hospital la operación, y esto después de los once meses de espera y tras haberme efectuado el pre-operatorio, es que sea el SESPA quién financie los gastos derivados de dicha decisión, osea, traslado y estancia de mi esposa a la localidad a la que se me dirija mientras permanezca hospitalizado y no que, como me indican el mismo SESPA en su escrito, que soy yo quién he de correr con dichos gastos.
Este ha sido el motivo principal de mi "crítica" a la actuación del SESPA y no el recibir ningún trato preferente, ¡faltaría más!
Reciba usted un cordial saludo.
Fernando Ovies
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