"En España ha sobrado política y faltado pedagogía"
"Las vacunas no traen el milagro, 2021 será largo y difícil"
"Las Navidades ya no
las salvamos: lo que hay que intentar salvar son los Sanfermines en julio"
A finales
de febrero de 2020, cuando el goteo de noticias sobre el "nuevo coronavirus de Wuhan" habían saltado de las
secciones de internacional y salud a la primera plana, y los nubarrones se
cernían sobre el resto del planeta, Ignacio López-Goñi,
catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra, tomo una
determinación. Primero en su blog, MicroBIO,
y después en The Conversation,
detalló de forma precisa, didáctica y sencilla las 'diez
buenas noticias' que la ciencia podía darnos sobre el SARS-CoV-2. En los meses venideros, y traducido a
varios idiomas, el artículo lograría 21 millones de lecturas.
Han pasado ocho meses y el mundo ha cambiado. López-Goñi ha vivido la lucha contra la Covid-19 desde la trinchera de la comunicación científica, a través de una cuenta de Twitter de referencia en la divulgación, @microBIOblog, y colaborando con proyectos como RRSSalud, una iniciativa de detección, análisis y prevención de bulos sanitarios impulsada recientemente por la Fundación BBVA. Fruto de este trabajo es Preparados para la próxima pandemia [Destino], una obra en la que traza el estado de la cuestión sobre la crisis sanitaria, política, social y económica, y en la que lamentablemente las buenas noticias ya son escasas.
El
tono crítico de Preparados para la próxima pandemia es muy
diferente al optimismo que insuflaba Diez buenas noticias sobre el
coronavirus.
El artículo
surgió en un momento, el 29 de febrero, en el que empezaban a llegarnos buenas
noticias de China. Las curvas ahí empezaban a bajar. Pero en los siguientes
quince días empezaron a multiplicarse los casos en Italia, Irán, Corea del
Sur... y todo se desmadró. De todas formas, se trataba de ver la botella medio
llena. En momentos de crisis, uno necesita ver la luz al final del túnel, y por
eso tuvo tanto éxito. Lo que yo venía a decir es que "la solución se
encuentra en la ciencia y la cooperación", y ese es el leit motiv que impregna al libro: la ciencia y la
cooperación nos sacarán tanto de esta pandemia como de las próximas.
Yo, en ese
sentido, tengo un optimismo moderado. A mi me da más miedo la gestión política
que el propio virus, porque estamos en un caos absoluto. Damos bandazos. El
liderazgo es fundamental, y en España, no lo hay. Un líder no es el que dicta
lo que hay que hacer, es quien promueve consensos. Y eso no se está haciendo.
Lo que va a crear el virus, además, es una crisis económica brutal. Yo lo defino
como una guerra tras la que viene la posguerra, que es la época en la que vamos
a entrar ahora. Y que no haya un gran pacto político en temas básicos -Sanidad,
Investigación, Economía, Educación- es dramático. El enfrentamiento político es
lo mejor para el virus.
En
su libro habla del error del 'cortoplacismo': medidas sin visión de futuro que
nos han llevado a una situación en la que todo parece volver a empezar.
El político
no ve más allá de las próximas elecciones. No le interesan las medidas a largo
plazo de las que probablemente se beneficien las siguientes generaciones. Ahora
nos estamos centrando en las UCIs, pero el foco hay que ponerlo mucho antes:
tienes que evitar que la gente se infecte, enferme y tenga que ingresar en el
hospital. Estas son medidas de Atención Primaria y de prevención, que son
medidas menos espectaculares que otras cosas. En España, la desescalada
fue rapidísima: no fue solo culpa de la gestión política, también nosotros como
sociedad estábamos agotados. Pero lo que no depende del ciudadano es haber
priorizado el ocio y el turismo cuando deberíamos haber estado preparándonos
para la siguiente oleada, apuntalando el Sistema Sanitario y el de rastreo.
No sabíamos
si iba a haber una segunda ola. La ciencia son incertidumbres: no es que falle,
es que es así. Cuando le preguntan al científico "qué va a pasar", la
respuesta normalmente es: "no tengo ni puñetera idea". Pero el
político necesita certezas, y en parte entiendo que así es muy difícil
gestionar. Una pandemia se asemeja un poco a una predicción meteorológica: no
puede decirnos si habrá un huracán el próximo verano, lo sabrá una semana o
unos días antes. Pero tenemos que cambiar nuestra concepción: ahora, lo que
pasa en un país nos llega inmediatamente. Los problemas ya son globales, como
plantea la iniciativa OneHealth a
la que hago referencia.
El SARS fue
una tremenda llamada de atención para Asia. Además, en Asia-Pacífico tienen
frecuentes problemas de gripe: todos esperábamos que la próxima pandemia
saliera de ahí. Tienen una cierta cultura y una preparación del sistema
sanitario que no tenemos aquí. Hay otra cosa, y es que en un sistema
dictatorial, allá donde la población es más importante que el individuo,
probablemente una pandemia se maneje mejor. Por eso probablemente ha sido más
difícil de controlar en los países democráticos donde, evidentemente, tenemos
libertad.
¿Nos
ha ido especialmente mal a España? Y en caso afirmativo, ¿ha tenido que ver la
fragmentación política y por regiones?
Yo creo que
sí. La falta de liderazgo, de coordinación, la excesiva politización... Somos
un estado descentralizado, pero eso no quiere decir descoordinado. El
ministerio de Sanidad está prácticamente desmantelado. Tampoco ha habido
consensos, porque probablemente no nos demos cuenta de los tremendos efectos
políticos, económicos y sociales que va a dejar esta crisis. La sociedad
envejecida, los 'recortes' en Sanidad e Investigación... Sacamos pecho con los
proyectos de vacuna española, pero no decimos que son grupos liderados por
jubilados y que la mayoría de la gente no tenía contrato fijo. Es algo
irrisorio.
¿Estamos
generando falsas esperanzas sobre la llegada de las vacunas para la Covid-19
para fin de año?
Como decía
antes, tengo un optimismo moderado sobre las vacunas. No creo que la primera
que aparezca en el mercado tenga la solución. No será un milagro. Pero el
optimismo viene del hecho de que tenemos muchísimos candidatos que irán
saliendo a lo largo de 2021 y 2022. Y de todo tipo, con nuevas tecnologías, como la RNA, con adenovirus, ect. Probablemente
saldrán buenas vacunas, pero quizás no sean las primeras. Yo espero que con las
vacunas, la inmunidad que desarrolle la población por contacto con el
coronavirus y porque él mismo, ¡ojalá!, mute, se adapte al ser humano y se
atenúe, el coronavirus acabe transformándose en uno de los que nos visitan cada
año y producen una mortalidad, por decirlo así, socialmente aceptable. Pero
tardará. Vamos a tener un 2021 largo y difícil.
En efecto,
la pandemia ha puesto en evidencia la crisis de la comunicación científica.
Llevamos 70.000 artículos sobre la Covid-19, es una barbaridad. Nadie se los ha
leído todos, y en cierta forma, es información oculta. Y encontraremos muchos
bulos, mucha basura, pero quizás alguno tenga la solución. ¿Y cómo lo hacemos
visible? A veces depende del editor, que lo destaque en portada, que llegue a
la prensa y se hagan eco... La Inteligencia Artificial y el Machine Learning
podrían ayudarnos a encontrar esa información. Yo hago un guiño a la
divulgación científica: que el propio científico se acerque a la prensa va a
ser cada vez más importante. Unir una pandemia en tiempo real, el sistema de
publicaciones científicas, la necesidad de comunicar de los medios y las redes
sociales ha sido una bomba de relojería.
No
necesitamos a nadie que nos cuide, necesitamos que nos digan claramente lo que
está pasando. Si hay datos que indican claramente que la tendencia es mala, hay
que decir la verdad. Explicar y razonar las medidas, y que la gente vea su
veracidad. Pero si dices "hay un comité de expertos", y nadie sabe
quiénes son y qué hacen, eso crea dudas. La vez en la que dije 'chapó' por
Fernando Simón fue cuando explicó en una pizarra cómo aplanar la famosa curva.
Que los políticos hagan la rueda de prensa; aquí ha sobrado política y faltado
pedagogía. Por ejemplo, el caso de la app, Radar Covid: ¿tú has visto alguna campaña nacional
potente para descargarla? ¡Ni ellos se lo creen! El asesoramiento científico
debe ser público y transparente: el político decidirá, pero el científico no
tiene por qué estar de acuerdo. Fíjate en el caso de Anthony Fauci, el
epidemiólogo jefe de EEUU, que se lleva las manos a la cabeza cuando habla
Trump.
Yo creo que
sí habrá confinamiento, pero se hará todo lo posible para que no sea como
el de abril. No se parará toda la economía, pero algunos sectores sí, porque
estamos en una "situación de guerra". En mi opinión, lo último que
habría que cerrar serían los colegios, no como la otra vez, que fue lo primero
que cerramos, porque tienen un efecto colateral muy grande en el resto de la
sociedad. Y esto no es para decir, "a ver si salvamos las
Navidades". No: las Navidades ya no las salvamos. Lo que hay que intentar
salvar... en mi caso, los Sanfermines en julio [ríe]. Pero yo creo que ni eso.
Fuente documental:
https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20201103/lopez-goni-microbiologo-miedo-gestion-politica-virus-caos/532197466_0.html?utm_term=Autofeed&utm_campaign=Echobox&utm_medium=Social&utm_source=Facebook&fbclid=IwAR35gYI9CGZYTFFZvNxh1yzWxX05yRT6Kt_Dh50Zwp_Gn2gHGIKOxh92MlE#Echobox=1604386537
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