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El médico Miguel Ángel Núñez, responsable de
paliativos en el CHUO desde 2010.
700 ourensanos al año en paliativos: "Ayudar a
morir con dignidad importa tanto como curar"
"El
objetivo es el cuidado del enfermo y del familiar hasta el final", subraya
el responsable de la unidad que atiende a pacientes terminales del CHUO
-"El dolor es el síntoma que más miedo infunde pero hoy lo podemos
controlar"
"Dice
el refrán que si no puedes curar, alivia, y si no puedes aliviar, consuela. El
objetivo aquí es el cuidado del enfermo y del familiar hasta el final, en todos
los ámbitos: desde el punto de vista médico, psicológico, social y espiritual.
No se trata solo de que el paciente viva más días sino de que lo haga con
calidad y rodeado de los suyos". Es la máxima de Miguel Ángel Núñez
(Llerena, Badajoz, 1979), médico responsable desde 2010 de la unidad de
paliativos del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO). Él,
oncólogos y especialistas de otras unidades cuando es necesario, ocho
enfermeras -una en consulta especializada en el manejo del dolor-
y siete auxiliares atienden a entre 650 y 700 enfermos cada año en una situación
terminal. "Para mí importa tanto curar una neumonía como ayudar a que
alguien muera de forma digna". Esta es su filosofía.
El
número de pacientes crece cada ejercicio: en 2017 asistieron a 674 personas, a
690 en 2018, sumando los ingresos, consultas e interconsultas (derivación de un
paciente a otro profesional), así como a los nuevos enfermos y a los que
continúan porque, pese a que la supervivencia estimada en paliativos está entre
3 y 6 meses, no es necesariamente una unidad para morir a corto plazo. "La
tendencia en los últimos años es que en lugar de derivar al enfermo en la
situación de últimos días, cuando ya no puedes hacer más por él que un control
de los síntomas o la sedación, cada vez abogamos más por que se nos deriven de
manera precoz, cuando el oncólogo determina que el paciente ya no se beneficia
del tratamiento. Así se evita la sensación de abandono y el impacto emocional
es totalmente diferente".
La media
de edad de los pacientes de la unidad se sitúa entre los 70 y 75 años, con una
ligera mayoría de mujeres. Según datos de 2017, el más reciente con
estadísticas del INE sobre las causas de defunción, en la provincia de Ourense
fallecieron ese año 4.693 personas. Un 25% -1.183, el 62% varones-, por causa
de un tumor. Los cánceres de colon -117 muertes en
2017 en la provincia-, pulmón -213 casos, incluidos tumores de tráquea y
bronquios- así como el de próstata -65- son las enfermedades más habituales de
los pacientes de la unidad ourensana de paliativos. En Ourense, como sucede en
Zamora y León también es elevada la incidencia de cáncer de estómago, con 66
muertes en 2017. Entre las teorías, se cree que por el abuso de ahumados,
chacinas y productos de matanza en estos territorios.
Solo el
5% de los enfermos de la unidad -adscrita en el CHUO al Servicio de Oncología
Médica, con instalaciones en la planta primera izquierda del edificio Cristal y
un total de 15 camas- no tienen cáncer, sino que están en situaciones
terminales de dolencias como esclerosis, ELA, demencias o isquemias.
La
duración media de la estancias es de 14 a 16 días en España, pero en Ourense se
pueden dar ingresos prolongados, al carecer la provincia de un hospital de
crónicos, así como por la escasez de plazas en residencias sociosanitarias, o
porque la familia no puede asumir los cuidados en casa, una opción que cuenta
con el apoyo del servicio de hospitalización a domicilio (HADO). Miguel Núñez
ha atendido a casi 6.000 pacientes en sus 9 años de experiencia en paliativos.
Y aún duele. "A veces es duro. Una persona que se dedica a esto se
presupone que es empática, compasiva y afable. Intento ver el lado positivo de
las cosas y establecer una barrera emocional, pero hay enfermos que llegan
demasiado. Cuando tienes delante a una persona de 35 o 40, con hijos, es
difícil levantar ese muro. Muchas veces llegas derrumbado a casa", dice.
Falta
formación reglada, asegura, en una disciplina "que solo es una asignatura
en once facultades". Él ha ampliado conocimientos con un máster y un
título de especialista. El tacto resulta, además, imprescindible. La
sensibilidad no se enseña en la carrera pero
conviene aprenderla. "Se calcula que un médico pasa el 70% de la vida
informando a las familias y, de ese tiempo, hasta el 80% es dando malas
noticias. Algo tan fundamental como saber trasladar un diagnóstico, sobre todo
si es malo, no se imparte en ninguna asignatura. Está el modelo Spike, que nos
ayuda cómo informar en diferentes pasos. También hay cursos multidisciplinares
pero a veces eres autodidacta y prima el ensayo-error".
¿Cuáles
son los temores principales de pacientes y familiares cuando llega esta fase?
"La primera incertidumbre de la familia es cuánto tiempo. En el enfermo
que es conocedor de su estado, sobre todo el miedo al dolor. Es el síntoma que
más miedo infunde pero creo honestamente que no supone ningún problema porque
hoy en día lo podemos controlar. Lo que peor lleva el paciente es
la pérdida de la autonomía, sobre todo cuando es joven y al final del proceso
termina en una cama con necesidad de cuidados para todo. Es lo que más derrumba
a los enfermos".
La
muerte es la mayor certeza que tenemos en la vida, pero se rehúye y no se
acepta por regla general. "Cáncer y muerte siguen siendo un tabú en la sociedad,
hoy en día los valores son otros: el dinero, la belleza, conseguir un buen
trabajo, estar a la última o tener el mejor móvil. La sociedad y la medicina se
han esforzado por borrar la idea de la muerte, pero somos frágiles y de hecho
morimos".
El
debate de la eutanasia
La
eutanasia ha vuelto al debate político tras el cambio de Gobierno. La ley
permanece a la espera de tramitación en el Congreso. "De la eutanasia
siempre se habla en términos de blancos y negros, y a veces hay grises. En las
unidades de paliativos se tiende más al no porque cuando garantizas que una
persona puede morir tranquila y sin dolor, llegando a la sedación en su
momento, la palabra eutanasia no suele salir aquí. El debate está más abierto
en casos de mayor impacto emocional, en enfermedades de personas jóvenes que
arrebatan la calidad de vida y autonomía del paciente. Si se aprobase habría
que determinar en qué casos, en qué condiciones y quién la administra",
opina este experto, que forma parte de la Sociedad Gallega de Cuidados
Paliativos (en octubre organizan en Santiago de Compostela el
congreso nacional de la disciplina).
El día a
día con la muerte y con el final de la vida, con el adiós, define la realidad
de los servicios paliativos. "Que los familiares, sabiendo que la
situación y el pronóstico de su enfermo son malos, te digan 'al menos tenemos
la seguridad de que es el sitio donde tiene que estar y que vosotros estáis
vigilando', personalmente es el mejor pago. Muchas familias se refieren a
nosotros como ángeles de la guarda. Saber que tu ser querido se ha ido sin
dolor, acompañado en todo momento y atendido se convierte en un consuelo".
Fuente documental:
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