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Cristina Iñesta, paciente de cáncer de colon que se trata con inmunoterapia. |
«Confié en mi
oncóloga y no me arrepiento, me ha salvado la vida»
Cristina Iñesta, paciente de cáncer de colon, cuenta sus
tres años de experiencia con la inmunoterapia, un tratamiento cuyos más
importantes investigadores han sido galardonados con el Nobel de Medicina
Cristina Iñesta es una de esas personas a las que la vida le dio
un vuelco inesperado cuando llegó el temido diagnóstico. Tenía cáncer
de colon con metástasis en grado 4. Al desconcierto del conocimiento
de la enfermedad siguieron las duras sesiones de quimioterapia durante
un año y una operación de urgencia para retirar partes de los órganos más
afectados por el tumor, pero el cáncer no cedía. En un callejón sin salida,
Cristina, asesorada por los profesionales, su padre -relacionado laboralmente
con el sector sanitario- y el resto de su entorno familiar y afectivo, comenzó
a buscar terapias alternativas basadas en ensayos clínicos ya
probados. Entonces apareció la inmunoterapia, ese
tratamiento contra el cáncer que ahora ha sido reconocido con el Nobel de Medicina para
dos de sus grandes investigadores y que comienza a abrirse paso frente a
terapias más consolidadas como la quimioterapia, la radioterapia o la cirugía,
pero más agresivas para el organismo en la mayoría de los casos.
Un medicamento basado en la
inmunoterapia monoclonal recomendado por el personal de oncología del Hospital
Gregorio Marañón de Madrid supuso la salida del túnel tras meses de
quimioterapia, que en el caso de Cristina estaba dañando el organismo sin
anular el tumor. «Comencé a estudiar y a asesorarme y me comentaron que
existían otras opciones como anticuerpos monoclonales y
ensayos clínicos ya probados en personas. No sólo acudí al Gregorio Marañón,
antes también recurrí a otros centros como la Clínica Quirón, el Centro
Oncológico Clara Campal, el Anderson Cáncer Center de Madrid, el Hospital Vall
d'Hebron de Barcelona y el Hospital Universitario de Boadilla del Monte porque
ya buscaba incluso ensayos en fase 1 ante mi situación de muerte inminente»,
comenta Cristina. «Tuve que decidirlo yo sola. Tu familia te apoya, tu médico
te dice que es lo mejor, pero tú tienes que tomar la decisión. Confié en mi
oncóloga, Aitana Calvo, que es la persona que me ha salvado la vida», recuerda.
«En un principio la mezcla de
los dos medicamentos causó una reacción dañina al hígado -fallo hepático- a las
dos sesiones, pero el tumor se redujo en un 30%, ante lo cual mi oncóloga me
propuso que en caso de que mi hígado se recuperase iba a tratar de conseguir
el uso compasivo del medicamento menos dañino de los dos»,
continúa. Algo que ha permitido que el laboratorio que fabrica el medicamento
haya costeado el tratamiento de Cristina.
Respecto a los efectos
secundarios del tratamiento, Cristina explica que dependen en gran
medida del paciente en concreto, aunque en su caso cita «la sequedad de
piel y el cansancio» posterior a cada sesión ante la sobre estimulación
del sistema inmune que supone. «El primer o segundo día después de
cada sesión a tu cuerpo acaban de quitarle los frenos para que ataque al cáncer
y está como loco, está acelerado. Es como cuando te contagias de una gripe y el
primer día estás destrozado, tu cuerpo está defendiéndose de la enfermedad y no
tienes mucha energía», explica de manera gráfica. Algo que según sus palabras,
«no es nada» en comparación con la dura experiencia de haber pasado por la
quimioterapia. «Es maravilloso, es que no puedo decir nada malo. Las analíticas que
me hacen dan unos resultados estupendos. Te puede subir un poquito el azúcar,
pero nada más. No tengo diabetes, no tengo colesterol, son unos resultados
estupendos. Es verdad que tengo que tener cuidado con el hígado, pero tengo el
tumor en este órgano, con lo cual es evidente que debo mantener un control
exhaustivo de la alimentación, pero puedo tener una vida normal.
Por eso siempre aconsejaré la inmunoterapia antes que la quimioterapia», afirma
rotundamente Cristina, cuyo ánimo positivo resulta contagioso.
Su tratamiento, cuyo valor
puede ascender a unos 220.000 euros anuales actualmente, se basa en
las sesiones a las que cada quince días se
tiene que someter. Éstas consisten en una hora de tratamiento más un
cuarto de hora de suero antes y un después del mismo. Un método que
presenta unas excelentes perspectivas en el tratamiento del melanoma, el tipo
de tumor para el que está específicamente indicado. «Me lo han puesto a mí
porque yo tengo una inestabilidad de microsatélites. Creo que soy una de los
dos o tres personas en España que se han podido tratar con este medicamento
porque presentan esta especificidad», señala en este sentido, ya que
actualmente no hay un tratamiento de inmunoterapia centrado en el cáncer
colorrectal. «Ojalá puedan seguir avanzando en esta línea de investigación, hay
mucho desconocimiento y yo animo a cualquier persona a que se informe de
posibles alternativas ante un tratamiento desfavorable. Un ensayo puede servir
para que en un futuro los especialistas puedan calibrar al 100% los
tratamientos. Hay que ser altruistas también. Si yo no hubiera pensado en eso
no me hubiera salvado», concluye Cristina.
Determinar en qué
pacientes funciona
«La inmunoterapia ya la
estamos aplicando en muchos tumores como primera línea de tratamiento», señala
por su parte Aitana Calvo, oncóloga de Cristina y secretaria
científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). «Lo que es muy
importante destacar es que no en todas las situaciones funciona este
tratamiento. Está dando muy buenos resultados en algunos tumores en los que la
quimioterapia no estaba funcionando, como es el caso del melanoma. Es un
tratamiento más que se añade a los que ya teníamos, pero eso no implica que la
quimioterapia se deje de utilizar», explica.
«Los
pacientes no ponen en general problemas para ser tratados con inmunoterapia.
Muchos de ellos han oído hablar de estos tratamientos y cuando se les informa
no muestran inconvenientes, ya que en general los efectos adversos son mucho menores. La mayoría de los
pacientes no notan nada salvo un ligero cansancio. A ese mismo paciente le
hablas de la quimioterapia que ha recibido antes y resulta incomparable. Es
verdad que con la inmunoterapia se dan efectos adversos graves en un pequeño
porcentaje de pacientes que normalmente responden bien. Se trata de efectos
adversos autoinmunes, ya que el sistema inmune se activa demasiado y al igual
que actúa contra el tumor, también lo hace contra órganos importantes como el
hígado, el tiroides o el colon. Eso hay que identificarlo y tratarlo», señala.
«Hay
muchos tipos de inmunoterapia, lo que ahora se ha premiado es el mecanismo
subyacente de un tipo de inmunoterapia muy concreto que ha cambiado la historia
natural de algunas enfermedades. Los pacientes cada vez viven más», señala. «El
tratamiento es mucho menos agresivo que la quimioterapia o la radioterapia. Con
la quimioterapia todo
el mundo tiene efectos secundarios acumulativos. Es muy difícil seguir más allá
de dos o tres ciclos porque hay muchas toxicidades
que se acumulan. Esto no pasa con la inmunoterapia, aunque sí es
verdad que tampoco sabemos cuánto tiempo debe permanecer el paciente con este
tratamiento porque no disponemos de datos que nos indiquen si es mejor parar o
continuar. Si quitamos los frenos al sistema inmune logramos una respuesta
hacia el tumor y a lo mejor no es necesario estimular esta respuesta tanto
tiempo como en el caso de la quimioterapia. Es algo que aún no sabemos con
exactitud», indica la doctora Calvo.
«Hay
que señalar que no todos los
pacientes responden y progresan. Lo que es más importante es
identificar qué pacientes se van a beneficiar de los efectos de este tipo de
tratamiento. Son tratamientos muy caros y sobre todo, si nos equivocamos les
restamos a los pacientes tiempo y por lo tanto oportunidades de respuesta ante
la enfermedad. La inmunoterapia está disponible comercialmente sólo para
algunos tipos de tumores. Ahora nos estamos centrando en las estrategias combinadas, sobre las que
se trabajan muchos de los ensayos
clínicos actuales. Por ahora son tratamientos muy caros, pero sí son útiles
cada vez serán más baratos, por lo que es muy importante seleccionar y
especificar en qué caso serán efectivos», concluye la doctora, que deja la
puerta abierta de par en par a una nueva esperanza contra el cáncer.
Fuente documental:
https://www.eldiariomontanes.es/sociedad/salud/investigacion/inmunoterapia-testimonio-cancer-20181011192348-ntrc.html
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