jueves, 6 de julio de 2017

La CURM y la comisión “ad hoc”, deberían de tomar buena nota


POR FAVOR lean, entérense en qué manos estamos los asturianos.
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HEMEROTECA del 20 de septiembre de 2013. Agencia EUROPA PRESS
La gerente del Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa), Celia Gómez, se ha reunido este viernes con los integrantes de la Comisión de Uso Racional de los Medicamentos y Productos Sanitarios, que trabajarán para intentar asegurar la calidad de la prestación farmacéutica en Asturias.
Según información de la Consejería de Sanidad, la comisión está integrada por 16 personas y su objetivo es impulsar medidas para una mejor utilización y prescripción de medicamentos y productos sanitarios y promover una prestación farmacéutica con criterios de eficacia, efectividad, seguridad, eficiencia y coordinada en los distintos ámbitos de la atención sanitaria del Servicio de Salud del Principado de Asturias.
Asimismo, desde el Ejecutivo apuntan que establecerá mayores niveles de transparencia en la toma de decisiones y tratará de garantizar la equidad en el acceso de las y los pacientes a los tratamientos, así como contribuir a la sostenibilidad del Sistema Sanitario Público de Asturias.
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Cada día encuentro más razones para exigirme a mí mismo el continuar al pie del cañón. El tiempo da y quita razones, y termina por poner a cada uno en su sitio. Salvo a los pacientes, a esos ya se encargaron otros de ponerlos a criar malvas.  
Los estudios sobre ciertos tratamientos oncológicos, entre ellos el “acetato de abiraterona”, continúan llegando a mis manos, y cada día son más alentadores para los pacientes, y más demoledores para aquellos que en su día los denegaron.
La necedad, la carencia de escrúpulos, la falta de ética y de principios morales, quedan una vez más al descubierto. Los miembros de la CRUM, TODOS sin excepción, y aquellos otros que se vieron de una u otra forma envueltos en la toma de decisiones sobre el fármaco conocido hoy por todos como “acetato de abiraterona” – Zytiga, deberían de ser cesados de cualquier cargo que puedan estar ocupando en esto momentos.
Al mismo tiempo, debería de investigarse a fondo todo lo ocurrido desde principios del año 2013 con este tipo de denegaciones, para depurar las responsabilidades que se pudieran extraer de las mismas, y sin dejar de lado a ninguno de los muchos implicados, por accion u omisión. No debiendo descartarse,  la apertura de un expediente desciplinario a todos los implicados. Pero sobre todo, lo que debería de quedar claro de una vez por todas, de quien partieron las ordenes que llevaron a tomar este tipo de decisiones.
Lo que me empuja a EXIGIR todo esto, son las conclusiones presentadas en el reciente congreso americano de oncología (ASCO), en Chicago. Donde Russell Szmulewitz, de la Universidad de Chicago, donde se presentó un estudio piloto, con el que intenta rebajar los costes de ciertos fármacos, al tiempo que se ven reducidas las dosis o los periodos de tratamiento.
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Cáncer: a menos dosis, menos costes

La escalada de precios de los nuevos fármacos y en especial de los anticancerígenos los hace prohibitivos para muchos enfermos y sistemas de salud. Se necesitan fórmulas que los hagan accesibles.
Los nuevos fármacos anticancerígenos que potencian el sistema inmune están mejorando las probabilidades de supervivencia, pero a un coste de hasta 250.000 dólares al año. El arsenal contra el cáncer creció un 65 por ciento entre 2005 y 2015, según el Instituto Quintiles IMS. Y se espera que el mercado mundial para estas inmunoterapias se cuadruplique a 75.800 millones de dólares en el año 2022 desde los 16.900 millones de 2015, según datos de GlobalData recogidos por FoxNews. Contener estos precios fue una de las promesas de Donald Trump, que confía para ello en las negociaciones con los fabricantes, aprobaciones más rápidas y en la propia competencia del sector.
Pero de momento no parece que estos factores vayan a dar fruto, sobre todo con los inhibidores checkpoint, como Yervoy y Opdivo de Bristol, Keytruda de MSD, Tecentriq de Roche, y Bavencio de Pfizer, con precios que rondan los 150.000 dólares al año. Una combinación de Yervoy y Opdivo, aprobada por la FDA para el melanoma avanzado, tiene un coste de 256.000 dólares al año para pacientes que responden al tratamiento. La industria farmacéutica argumenta que el debate sobre los precios tiene que tener en cuenta la gran inversión necesaria para una innovación: de 12 a 14 años y 2.400 millones de euros, según Farmaindustria.
En el reciente congreso americano de oncología (ASCO), en Chicago, Russell Szmulewitz, de la Universidad de Chicago, presentó un estudio piloto con el que intenta bajar estos costes reduciendo las dosis o los periodos de tratamiento. La prueba la ha hecho con Zytiga (abiraterona) para cáncer de próstata avanzado, que cuesta 9.400 dólares al mes, y se apoya en el 'efecto alimento', por el que unos fármacos tendrían mayor biodisponibilidad si el paciente no está en ayunas. El ensayo se hizo en 72 pacientes: la mitad con 1.000 miligramos del fármaco y el estómago vacío y la otra mitad con 250 miligramos y desayuno ligero; no hubo diferencias en la actividad del fármaco en ambos grupos.
Según informó The Washington Post, Szmulewitz ha creado, junto con otros médicos, el consorcio Value in Cancer Care con la finalidad de explorar dosis menores y plazos más cortos en fármacos contra el cáncer, a fin de aplacar tanto la "toxicidad financiera" como la farmacológica. Otro estudio presentado en ASCO mostró también que una terapia basada en oxaliplatino de tres meses en tumor de colon en estadio 3 es tan efectiva como otra de seis meses.
En esta línea, Christopher Booth, de la Universidad de Queen, propone en el último número de The Lancet Oncology un sistema en el que los tratamientos e intervenciones que obtengan mayor beneficio reciban más recursos y cuesten más que los que aporten poca ayuda. Se basa en un análisis en el que ha observado que el precio de los anticancerígenos no suele tener mucha relación con su efectividad: los más costosos no son siempre los más eficaces. "La mayoría de la gente no entiende que cuando los medios de comunicación anuncian un nuevo fármaco estrella normalmente no cura el cáncer sino que extiende la supervivencia unas pocas semanas o meses. Dado que estas terapias son muy caras y tienen importantes efectos secundarios, pueden no conducir a mejoras reales en la salud de los pacientes, lo que no significa que sean inapropiadas o no hagan nada". Un sistema de precios basado en esa eficacia sería más justo y clarificador.


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