Según comenta el que hasta hace pocos días
fue jefe del servicio de cirugía en el Hospital San Agustín de Avilés, el
doctor José Ignacio Jorge Barreiro, en
este complejo “hacen falta dos resonancias y dos escáner. Eso para empezar. Y
también un mamógrafo nuevo. Y con eso no sólo se reduciría la lista de espera,
sino que los ingresos serían más cortos y los diagnósticos algo más tempranos”.
Pero hoy no toca hablar del Area III, hoy nos
vamos a la del Caudal, donde algunos dicen que “las esperas quirúrgicas
disminuyen, pero sin recuperar los niveles del viejo hospital”. Según los datos
aportados por fuentes de toda solvencia, el Alvarez-Buylla tiene 1.29 pacientes
pendientes de una intervención quirúrgica. Son 166 más que antes de su traslado
desde el complejo de Murias.
Entonces deberíamos de preguntarnos ¿dónde está
la mejora? ¿Para que un nuevo hospital? ¿Quién salió beneficiado de todo
esto?... de nuevo aparece la piedra en camino, ese adoquín llamado GISPASA.
El pasado mes de noviembre el número de
pacientes pendientes por una intervención quirúrgica eran 1.296, 166 más de los
que había en listas de espera en mayo del año 2014, cuando se hizo el traslado
desde el Hospital de Murias. En aquellos momentos había 1.130 pacientes
pendientes de entrar en quirófano.
Aunque según indica la Consejería de Sanidad
la mayor demora se padeció pocos meses después del traslado, cuando en la lista
llego a tener 1.500 pacientes en espera. La demora no debe de alarmar según hacen
saber fuentes de la consejería, pues en 2010 eran similares a las que se
padecen en estos momentos, ya que había 1.229 pacientes en espera. Ya ven que
el que no se conforma es porque no quiere. Y aunque vayamos marcha atrás como
el cangrejo, en Asturias todo depende del cristal con el que se miren las
cosas. Las especialidades hablan por sí mismas, donde el 40% pertenecen al servicio
de traumatología. Oftalmología no le va a la zaga, pues mantiene una lista de
346 pacientes de entrar en quirófano. Por
su parte dermatología y cirugía general mantienen a un centenar pacientes en
espera. En este último servicio la misma no va más alla de los 29 días,
mientras que traumatología se sitúa en 76. Pero esto no es óbice para que se están
dando casos en urología, traumatología y oftalmología, donde el paciente
soporta esperas de más de 180 días, seis meses para los de la LOGSE. Son los
denominados por los gestores del Sespa como “casos puntuales”.
A día de hoy nadie se hizo responsable de los
múltiples problemas que causaron los nuevos quirófanos del complejo de Mieres,
Los cuales debieron de cerrarse en algunos casos durante varios días en el
verano del 2015, para ejecutar diferentes reparaciones, al objeto de corregir desperfectos
estructurales provenientes en su mayoría de la ejecución de obra. En esos momentos
para evitar retrasos, algunos pacientes fueron enviados al HUCA y otros al
Hospital Valle del Nalón, donde fueron intervenidos de sus patologías, por lo
menos aquellos que no podían esperar a que estuvieran finalizadas las obras, dado
la urgencia de sus dolencias.
Resulta llamativo que en el nuevo Hospital
Alvarez-Buylla, aun disponiendo de dos quirófanos más que en el de Murias, y
tres unidades para el trabajo de parto y recuperación, lo que supone una más
que en el viejo complejo, las listas de espera no se puedan mejorar.
¿Sera que faltan más efectivos humanos? ¿Será
que la gestión es ineficaz? Seguramente que es un poco de todo, y un mucho de
nada. Le llamen Sespa, o le llamen GISPASA,
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