sábado, 4 de octubre de 2014

La dignidad de los pacientes, es un derecho irrenunciable



La dignidad de los pacientes, es un derecho irrenunciable

Tanto la gestión, como aquellos que dicen gestionar la sanidad asturiana, se encuentra en entredicho y no es por casualidad, es por su manifiesta incapacidad para administrar los recursos que alguien puso de forma irresponsable a su alcance, los cuales están siendo manejados cual cortijo andaluz, por lo que va siendo hora de que alguien les exigirles responsabilidades..
.No es menos cierto aquel dicho que advierte que mientras hay vida hay esperanza, hoy día, y gracias a los avances de la ciencia, se llega a la curación total de la mayor parte de las afecciones, cuando no se consigue el objetivo final, el profesional esta obligado por su Juramento Hipocrático (que algunos olvidan con demasiada facilidad, son pocos) a poner a disposición del paciente todos sus conocimientos y recursos materiales a su alcance, para aliviar en la dolencia y proporcionarles una calidad de vida, incluso en circunstancia extremas existen los tratamientos denominados “compasivos”, por medio de los cuales se ofrece a el paciente, un menor sufrimiento.
Algo tiene que estar ocurriendo, y por supuesto haciéndose muy mal, para que un día si y otro también, se tenga que recurrir a los medios de comunicación para denunciar a la administración, e indicar que hace caso omiso a las demandas de los pacientes, demostrando que quienes están al frente se volvieron totalmente insensible ante una realidad que ya es más que sangrante, y deja mucho que desear.
Pero me causa mayor sorpresa ver como en el Parlamento asturiano los grupos allí representados, cuya obligación es mantener controlada la gestión del gobierno, no hacen nada para ejercer ese control, salvo la excepción que confirma la regla, que no es otra, que el diputado de Foro Asturias Albano Longo, el cual se convirtió ya hace tiempo en el látigo que fustiga de forma inmisericorde la conciencia progresista del Consejero de Sanidad Faustino Blanco.
La Reconquista de Asturias dicen dio comienzo en las montañas de Covadonga, pues ahora la reconquista de los derechos de los ciudadanos en temas sanitarios, ya dio comienzo, pero esta vez entre los montes de Silvela y Parga en el concejo de Vegadeo, pues dos familias se empeñan en demostrar los comportamientos irregulares, vergonzantes y altamente sospechosos del SESPA, y por extensión de sus gestores.

Desde aquí ¡¡ MUCHO ANIMO RAMONITA !! vamos a por ellos, son pocos y además son cobardes, pues no dan la cara.

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EL COMERCIO.- 3 /10/2014

Reclaman al Sespa el pago de 30.500 euros por un tratamiento de cáncer

La familia de un paciente de Vegadeo dice haber tenido que recurrir a la medicina privada ante la negativa del Principado a aplicarle una terapia compasiva

LAURA FONSECA | OVIEDO
Nicanor Puga Fernández falleció el 3 de agosto, víctima de un cáncer de colon y recto que le habían diagnosticado apenas ocho meses antes. La familia de Nicanor, un vecino de Vegadeo de 77 años muy popular en la localidad (trabajó como chófer y en la zona le conocían como 'choferín'), no está nada satisfecha con la atención recibida en la sanidad pública y asegura haberse visto obligada a recurrir a la medicina privada porque el sistema de salud asturiano «se negó a aplicarle un tratamiento compasivo al que tenía derecho». María Ramona Puga, 'Ramonita', una de las hijas, reclama al Servicio de Salud el pago de 30.434 euros, que es el dinero que tuvo que desembolsar su padre para recibir quimioterapia paliativa en la Clínica Universitaria de Navarra. El Sespa ha denegado la petición. Dice que el enfermo acudió a la red privada «por propia voluntad, y que adoptó la decisión unilateralmente» y cuando «no concurría una urgencia vital».
Pero el relato de Ramonita es bien diferente y arranca el día de la cabalgata de Reyes, el 5 de enero, cuando unos dolores abdominales llevaron a su padre a Urgencias de Jarrio. Nicanor quedó ingresado y lo que parecía ser «cálculos en la vesícula» acabó siendo «un cáncer de colon y recto extendido al hígado para el que no había cura. El médico me lo soltó así, a bocajarro, en el pasillo. Dijo que no había nada que hacer y que lo mejor era que mi padre fuera a morir a casa». 
Ya en su domicilio, Nicanor «empezó a tener unos dolores horribles y fiebre muy alta. Sufría muchísimo, él y todos nosotros que no sabíamos qué hacer». Su médico de familia le recetó Nolotil y Paracetamol, «pero el dolor era tremendo. Se retorcía en la cama». Ramonita volvió a hablar con el médico de Jarrio, «que me volvió a decir que no había nada qué hacer». Le pidió «por favor que nos derivara a Oncología del HUCA para ver si allí podían hacer algo más, pero dijo que no», cuenta la afectada. Convencida por el entorno familiar, «fuimos a pedir una segunda opinión a la Clínica Universitaria de Navarra, donde nos dijeron que sí había un tratamiento paliativo a base de quimioterapia y que le reduciría los dolores y le daría calidad de vida en el tramo final».
«Quise pedir una segunda opinión en el HUCA pero me lo negaron, por eso fuimos a Pamplona»

«No tuve opción»

Con el informe de Pamplona volvió a Jarrio y esta vez, una oncóloga aceptó enviarla al HUCA. Tuvo que aguardar 13 días para que le llamaran de Oviedo, y en medio de esa espera su padre acabó otra vez en urgencias. El problema fue que «en el HUCA se negaron a aplicarle el tratamiento paliativo». En el informe, el hospital argumenta que el enfermo se encontraba muy delicado de salud, «tenía una severa infiltración hepática con fracaso orgánico», además de fiebre elevada, y temían que no superara la quimioterapia. La edad (77 años) y la diabetes que sufría corría también en su contra. La familia se lo llevó entonces a Pamplona. «Allí estuvo ingresado tres semanas. Llegó con una infección de caballo que aquí no le trataron. La fiebre alta era de una infección no del tumor, como dijeron aquí», lamenta la hija. En Navarra se sometió a tres ciclos de quimioterapia, el último financiado por el propio Sespa que tras ponerse en contacto con esta familia de Vegadeo decidió reconducir el caso y derivarlo a Oncología de Avilés.
«Soy consciente de que mi padre iba a morir, pero no quería que lo hiciera sufriendo como un perro», recrimina Ramona. Ante la postura del Sespa dice que «quise pedir una segunda opinión en el HUCA pero me negaron la posibilidad, por eso acabé en la medicina privada. No tuve opción. Mi padre y nosotros no nos gastamos ese dinero por gusto, sino por necesidad». La Consejería de Sanidad con quien contactó EL COMERCIO no ha querido pronunciarse.

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