DE ÚLTIMO RECURSO A LA
PRIMERA LÍNEA
Lo más peligroso, económicamente
hablando, de los tratamientos con células CAR-T será su generalización.
Actualmente están aprobados para dos cánceres hematológicos y solo cuando han
fracasado todas las demás opciones (básicamente, quimioterapia y trasplante de
médula). “Pasamos de tener expectativas de curación del 0% al 40% o 50%”, dice
el hematólogo del hospital Clínic de Barcelona Julio Delgado.
Pero como sucede en la
investigación oncológica, ya se está probando si estos tratamientos de último
recurso funcionan aplicados en fases previas de la evolución de la enfermedad,
combinados con la quimioterapia y la cirugía o por sí solos. Esto es habitual
en oncología. La idea es que si un fármaco funciona en condiciones
desesperadas, puede hacerlo también y mejor antes.
Además, aunque las CAR-T, una
modificación del sistema inmunitario, están diseñadas para que ataquen las
células cancerosas, su naturaleza les abre una enorme capacidad de utilidades
futuras, como demuestran los ensayos que ya están en marcha, desde procesos
infecciosos a los autoinmunes.
Un fármaco de precisión propio y más barato
El Clínic fabrica sus células CAR-T por
unos 50.000 euros. En Estados Unidos cuestan más de 300.000
La nueva amenaza económica para el
sistema sanitario son las terapias CAR-T, un
medicamento personalizado que se fabrica a medida para cada paciente y que, de
momento, se usa en casos sin tratamiento de dos tipos de cáncer
hematológicos, la leucemia linfoblástica aguda y el linfoma
difuso de células grandes. En Estados Unidos su coste supera los 300.000 euros
por persona. Pero en España el hospital Clínic de
Barcelona ha elaborado su propia versiónun 80% más barata, unos
50.000 o 60.000 euros, como explica Julio Delgado, del servicio de Hematología
del hospital.
Las células CAR-T se
fabrican a partir de los linfocitos (glóbulos blancos) T de cada paciente,
añadiéndoles un gen que les ayuda a identificar las células tumorales para
destruirlas. A diferencia de otras terapias génicas, han sido consideradas en
sí mismas un medicamento. Pero uno muy especial: no se puede fabricar en serie.
Hay que elaborarlo para cada persona que lo vaya a necesitar. De ahí su precio
inicial.
Este medicamento es tan
prometedor que el Ministerio de Sanidad ha elaborado un plan
específico para su desarrollo. Aunque de momento se ha ensayado
como último remedio en dos cánceres de la sangre poco frecuentes (Delgado
calcula que se podría aplicar a unas 300 personas en España al año), la web de registro europeo de
ensayos clínicos tiene 24 entradas, y en la mundial (ClinicalTrials.gov) hay
más de 700.
Pero su
precio asusta. El lunes pasado, después de la reunión del Consejo
Interterritorial (el organismo de coordinación y planificación del sistema
nacional de salud que agrupa al ministerio y las consejerías de las
comunidades), el representante de Galicia, Jesús Vázquez Almuíña, las puso como
ejemplo de la necesidad de revisar la financiación sanitaria. Y es que al
precio estadounidense, solo las células para tratar a 300 personas supondrían
más de 90 millones a los hospitales, el 1,5% de todo lo que gastan en
medicamentos, según los últimos datos de Sanidad.
si se ampliaran las posibles utilidades, el coste sería aún mayor. El
lunes la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, admitió el efecto del
precio, pero insistió en un aspecto: estas células curan a personas que antes
no tenían ninguna opción.
Luis Alejandro Latorre es un claro ejemplo. Tiene una leucemia
linfoblástica aguda que le diagnosticaron en 2014. “Empecé con quimioterapia,
tuve una recaída; luego vino el trasplante de médula, tuve otra recaída”. El 2
de marzo de 2018, hace prácticamente un año, se sometió en el Clínic a un
tratamiento con células CAR-T. “Desde entonces estoy genial”, dice tajante.
La mejoría ha sido tal que Latorre ha podido retomar sus estudios, que tuvo
prácticamente parados los cuatro años que pasó entre quimioterapias y
hospitalizaciones. “Aparte de los controles, hago una vida normal”, dice por
teléfono desde Barcelona, donde vive con su madre. “Ahora estoy preparando la
prueba de acceso a un ciclo superior. La paso claramente, y luego, a estudiar
Asesoramiento de Imagen Corporativa y Personal”, asegura convencido.
La clave en la rebaja que ha conseguido del Clínic está en una variante en
el virus que debe introducir su ADN en las células. Esta modificación es la que
permite emplearlo sin tener que esperar a que venza la patente (o sin tener que
pagar los derechos por usarla), explica Delgado.
30 pacientes al año
Por supuesto, admite el investigador, los creadores de la terapia original
afirman que la que ellos han desarrollado no es tan eficaz, pero los datos aún
no son concluyentes. Hasta ahora, en España se ha utilizado la técnica en unos
80 casos, de acuerdo con la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia
(SEHH), pero siempre en ensayos clínicos. Ahora, el Clínic lanza un programa
para tratar a unas 30 personas al año, entre sus pacientes y los pediátricos,
que van a provenir, básicamente, del hospital Sant Joan de Déu, también de
Barcelona.
Delgado afirma que ellos pondrán su desarrollo a disposición de cualquier
otro centro que quiera usarlo, y que por eso no lo han patentado ni lo van a
hacer. “Pero luego el permiso para fabricar sus propias células lo tienen que
tramitar ellos”, apunta.
El médico no descarta que otros centros españoles sigan su mismo camino.
Advierte de que los requisitos son complicados (hay que tener las instalaciones
preparadas para manejar células y crear virus modificados genéticamente), pero
está seguro de que otros lo harán. Será la manera de que a la utilidad de las
CAR-T se una un precio que las haga asequibles.
Fuente documental:https://elpais.com/sociedad/2019/03/06/actualidad/1551884979_711151.html
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