CUATRO CASOS QUE LO CUENTAN TODO
Las grandes farmacéuticas nos la están jugando con los precios de los medicamentos
No permitas que sigan especulando con los fármacos contra el cáncer y otras enfermedades
Reconstruimos
las historias de cuatro de las principales terapias contra el cáncer. Mostramos
la importante inversión pública que ha habido en su desarrollo -desde las
primeras investigaciones hasta los ensayos clínicos-, su complejo sistema de
patentes y las estrategias empresariales de la industria farmacéutica.
Trastuzumab:
de un proyecto poco rentable a un fármaco superventas
Detrás de la historia de este medicamento está un investigador:
Dennis Slamon. Sus primeras investigaciones sobre este tratamiento para el
cáncer de mama contaron con el apoyo de la industria farmacéutica, que pronto
dejó de financiarlo por considerarlo un proyecto poco rentable. Pese a ello,
Slamon consiguió sacar adelante su trabajo con el apoyo de filántropos y
fundaciones. Solo cuando comenzó a dar resultados y demostró su potencial, la
industria volvió a confiar en el desarrollo del trastuzumab y a respaldar su
investigación.
A pesar
de todo, casi el 50% de los ensayos clínicos relacionados con este medicamento
se han producido en centros públicos o con el dinero de fundaciones y
universidades. Hoy en día, trastuzumab, que está comercializado por Roche, ha
generado más de 60.000 millones de euros en ventas desde que salió al mercado y
está sujeto a un entramado de más de 40 patentes.
Bevacizumab: dos medicamentos
para la misma enfermedad
Bevacizumab está comercializado con el nombre de Avastin. Desde
que salió al mercado en 2004, su uso se ha ido ampliando a diferentes tipos de
cáncer, multiplicando sus ventas y convirtiéndolo en uno de los fármacos más
rentables de Roche.
Este medicamento demostró también su efectividad para tratar la
degeneración macular, un tipo de ceguera, pero la compañía evitó incluir esta
enfermedad en las aplicaciones del fármaco y prefirió seguir otra estrategia
comercial. Sacó a la venta un nuevo medicamento, creado a partir del
bevacizumab, con similares resultados, pero con otro nombre y un precio 100
veces mayor: el ranibizumab.
Bevacizumab,
como otros fármacos analizados por No es Sano, ha tenido una importante
participación pública en su investigación y desarrollo, especialmente en los
ensayos clínicos, donde más del 50% está pagado con dinero procedente de
universidades, centros de investigación o fundaciones sin ánimo de lucro. Sus
ventas, desde 2004, superan ya los 61.000 millones de euros.
Alemtuzumab:
cómo multiplicar por 15 el precio de un fármaco
Alemtuzumab salió al mercado con el nombre de MabCampath para
tratar un tipo de leucemia. Años después, cuando se demostró que el medicamento
podría tratar también la esclerosis múltiple -cuyos tratamientos son más
caros-, fue retirado y sacado de nuevo al mercado un año después con el nombre
de Lemtrada.
El fármaco multiplicó su precio hasta los 58.000 euros, 15 veces
más de lo que costaba antes. Además
de contar con una gran parte de la investigación realizada en centros públicos,
el 70% de los ensayos clínicos de este medicamento se realizó con presupuesto
de universidades, centros de investigación o fundaciones sin ánimo de lucro.
Alentuzumab,
comercializado por Sanofi, ha generado casi 1000 millones de euros en ventas
desde que salió al mercado en 2013.
CAR-T:
los nuevos tratamientos millonarios
Las terapias celulares son tratamientos novedosos contra el
cáncer que utilizan las propias células del organismo para hacer frente a la
enfermedad. En los últimos meses, se han lanzado al mercado estadounidense dos
nuevas terapias de este tipo, denominadas CAR-T, para tratar leucemias:
Kymriah, de Novartis, y Yescarta, de Gilead.
Sus altos precios, que superan los 475.000 dólares en el primer
caso y 373.000 en el segundo, han hecho saltar las alarmas, sobre todo teniendo
en cuenta que gran parte de la investigación que ha dado lugar a estos fármacos
ha sido con recursos públicos -más de 300 millones de dólares solo en EEUU- y
que más del 60% de los ensayos clínicos se han financiado a través de
universidades, centros de investigación o fundaciones sin ánimo de lucro.
La
puesta en marcha de estas primeras terapias ha estado además acompañada de
grandes operaciones empresariales, con acuerdos millonarios para la compra de
estos tratamientos, que abren la puerta a un nuevo mercado de medicamentos
contra el cáncer aún más caro.
Fuente documental:
http://noslajuegan.org/
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