LA SANIDAD PÚBLICA: UNA JOYA A
CONSERVAR.
Carmen María García Castellanos (Avilés) - LNE 28/3/2018
El pasado día 1 de marzo falleció mi padre, Manuel García Díaz, “Lolo
Llaguna” para todos sus familiares y amigos, después de luchar más de un año con
un cáncer de pulmón con metástasis en diversos órganos que al final nos lo
arrebataron.
Desde estas líneas escritas con el dolor en el corazón, quiero dar las
gracias a todos los profesionales de la sanidad pública que lo han atendido y
mimado a lo largo de su enfermedad:
A Jaime, su médico de familia en el Centro de Salud de Sabugo, por su
cercanía, apoyo, consejo y su saber profesional, casi tan grande como su
humanidad y, a Guiomar, su enfermera en el mismo Centro, a la que pedimos
perdón por las molestias que le hemos ocasionado y le agradecemos el trato tan
exquisito que le dispensó.
Al doctor Allende, neumólogo del Hospital de San Agustín, que no cejó en su
empeño hasta descubrir la enfermedad de mi padre.
No podemos olvidarnos tampoco de todos los trabajadores del HUCA que lo
atendieron durante su enfermedad y tratamiento. Todos ellos, cada uno en su
quehacer propio, han cumplido como lo que son, unos profesionales excelentes.
Queremos mencionar especialmente a la oncóloga Noemí Villanueva y las oncólogas
de radioterapia Rocío Martínez y Claudia Prada, por su sabiduría profesional,
su interés, su atención ante cualquier duda que nos surgiera, por su amabilidad
y cariño hacia mi padre, tan importante para él.
Y ya, en el ocaso de su vida, cuando se había hecho todo lo que humanamente
había sido posible, se enfrentó al paso más difícil que todos antes o después
hemos de dar. Pero no estuvo solo. Además de toda su familia, que lo arropó
hasta el final y a la que él supo cuidar de forma exquisita siempre, fue
atendido en su casa, creo que mimado describiría mejor la atención recibida,
por el equipo sanitario de cuidados paliativos de Avilés formado por Mónica y
Maite, a las que por su gran profesionalidad, por su cercanía, por el apoyo
psicológico que nos prestaron en los momentos más duros, por la seguridad que
nos proporcionó a la familia saber que estaban ahí siempre y por el inmenso
cariño que irradiaban, no podemos más que decir: gracias, gracias, gracias.
Gracias de todo corazón a todos estos expertos, que además de serlo y saber
hacer su trabajo perfectamente, han sabido ser personas cercanas y hacer menos
duro a mi padre el proceso hasta la despedida final.
Con esta carta deseamos mostrar nuestro agradecimiento a todos los
profesionales que de una forma u otra lo atendieron y cuidaron, así como
reivindicar la labor de nuestro personal sanitario.
En unos tiempos en que reina la crítica más desaforada, injusta y feroz a
todos aquellos que trabajan en los servicios públicos, estas letras pretenden
ser un pequeño homenaje a la sanidad pública y a todos los profesionales que en
ella trabajan.
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