Lucía (nombre ficticio) es una doctora de atención primaria con contratos precarios desde hace dos años |
Casi la mitad de los facultativos
menores de 45 años tiene contratos temporales, de los cuales el 30% son de
menos de un año
Dos años de contratos mes a
mes. Sin posibilidad de sumar carrera profesional. Tampoco vacaciones. Así se
resume la realidad laboral de Lucía (nombre ficticio), una doctora de atención
primaria de 37 años. “Conozco a gente que lleva años así. Ya no me esperaba
otra cosa”, reconoce resignada. Lucía es el paradigma del nuevo perfil de médico que
se consolida en Cataluña: contratos precarios e inestables, sobre todo entre
los más jóvenes. Un informe del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB)
alerta de que el 47% de los menores de 45 años tiene contratos precarios.
Según el estudio, uno de cada tres facultativos menores
de 65 años tiene empleos de baja calidad. El 25%
de los colegiados tienen contratos temporales y el 9,3% son falsos autónomos
(les hacen contratos de prestación de servicios pero tienen que pagarse la
cotización a la Seguridad Social los propios empleados pese a hacer trabajo
estructural). Esta precarización laboral se agudiza especialmente en el sector
público, donde el 37,6% de los contratos son temporales —un tercio de estos
tienen una duración inferior a un año—. En la red concertada, la eventualidad
afecta al 20% de los colegiados. En los centros sanitarios privados, los falsos
autónomos son el 36,8%.
Con todo, pese a que la
mala salud laboral afecta a mayores y jóvenes, la precariedad se ceba especialmente
con los nuevos médicos. En este colectivo, la
tasa de ocupación no es el mayor de sus problemas —es del 76%—, pero todavía no
alcanza los valores registrados hace una década, cuando el 88,8% de los médicos
jóvenes conseguía trabajo tras terminar la formación de MIR. La calidad de sus
contratos, no obstante, sí ha caído en picado. En 2006, los contratos
temporales de los médicos jóvenes suponían el 27,3% del total. En 2016, eran el
47%. La inestabilidad se complica más con la duración de los contratos: el 30%
son de menos de un año.
A Lucía le han dado muchas
facilidades desde su propio centro de atención primaria (CAP) para acumular
días de vacaciones e incluso conciliar su vida familiar —tiene dos hijos
pequeños—, pero la precariedad laboral impide, por regla general, beneficiarse
de muchas ventajas y complementos salariales que aporta el contrato estable,
como la carrera profesional. “No tenemos derecho a muchos pluses”, insiste. El
COMB ha tenido que poner en marcha ayudas a los colegiados para mejorar su
situación económica.
Con este panorama, los
médicos advierten de que está en juego la calidad asistencial. “Esta situación
tiene repercusión en nuestro trabajo porque no hay suplentes para cada plaza
que hay y lo que hacemos es alargar la lista de espera. Si el paciente debería
acceder a su médico de cabecera en dos o tres días, llega a tardar hasta tres
semanas”, protesta Lucía. La atención primaria es, de hecho, el sector peor
parado en lo que a precariedad se refiere: el 40% de los contratos temporales
en esta especialidad son de menos de un mes. “Con contratos temporales de mes
en mes, no hay continuidad y seguimiento, que es la base de la atención
primaria y es imprescindible. Y sin esto, se pueden cometer errores”, advierte.
El secretario general del
sindicato Metges de Catalunya, Josep Maria Puig, asegura que el informe de COMB
cristaliza una realidad que ellos llevan años denunciando. “Es una precariedad
insultante”, critica. El facultativo señala que “la incorporación de médicos al
sistema es la máxima prioridad” y alerta de que, si no se soluciona, existe “el
peligro real de un éxodo” de colegiados, ahora mismo minoritario.
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