El negocio de la espera
Patricia del Gallo / Periodista – (III)
Las
intervenciones de cataratas, prótesis de rodilla o cadera, son los procesos más
habituales en el sistema sanitario y precisamente las intervenciones de
traumatología, cataratas y varices son las que más rechazo suscitan para
derivar a la privada. Derivaciones que para los colectivos de pacientes solo
demuestran que el sistema no está
funcionando correctamente ya que resulta más caro.
En el último presupuesto, Asturias destinó 5 millones de euros a derivar actividad a
centros privados. Así, el Centro Médico de Asturias casi triplicó en 2016
la facturación al SESPA por este motivo. Según una respuesta de la Consejería a
una pregunta de IU, entre 2010-16 la sanidad pública asturiana envió 135.000 pacientes a la sanidad
privada y pagó por ellos unos 35
millones de euros. No se incluyen los centros que, sin ser públicos, no
tienen ánimo de lucro como el Hospital de Jove, Cruz Roja, Hospital de Avilés o
Sanatorio Adaro. Se envían, fundamentalmente, a cirugía vascular, oftalmología,
traumatología, cirugía general y urología, a lo que hay que añadir las
interrupciones voluntarias de embarazo antes de las 14 semanas, que, solo
ellas, suponen casi un millón de euros anuales.
Por otro lado, el aseguramiento privado crece a
medida que aumentan los tiempos de espera. Según el último informe de la
Federación para la Defensa de la Sanidad Pública, tres de cada diez asturianos tienen un seguro médico privado, algo
que no ocurría en 2012, cuando apenas lo tenía uno de cada diez.
Las listas de
espera en la
sanidad pública también han llevado a la
privada a muchos facultativos. El
Colegio de Médicos de Asturias ha suscrito, por vez primera, un convenio con
una aseguradora privada que busca ofrecer a sus miembros la posibilidad de
acceder a consultas, pruebas y tratamientos en unos plazos razonables.
Toda esta situación podrá cambiar según el Gobierno
asturiano tras el verano. Habrá “un
antes y un después” en las listas de espera, cuando entre en vigor en unos meses el decreto de garantías de tiempos máximos
de espera, dijo recientemente el consejero de Sanidad. Sin embargo Stop
Listas de Espera o la Plataforma por la Defensa de la Sanidad Pública ven en él
lagunas.
También el diputado del PP, Carlos Suárez, para quien
el borrador del decreto es “una chapuza”
porque “no garantiza nada”, recuerda que no se establece ningún mecanismo en caso de que las esperas medias
que se fijen acaben siendo superadas. “Si
no se cumplen, no pasará nada”. Como tampoco ocurrió nada cuando entre
junio de 2014 y octubre de 2015 no se publicó ninguna lista en Asturias. Dos
años después, el dictamen de la Comisión sobre listas de espera culpó de ello a Faustino Blanco, entonces
consejero de Sanidad, y al gerente del SESPA Tácito Virgilio Suárez. Ambos
calificaron en dicha comisión como “oportuna” la medida de no publicar la
información, después de una huelga sanitaria en 2012 y dos traslados como
fueron el del viejo HUCA y el Hospital Álvarez-Buylla en 2014. Esos datos, dijeron, podían generar “alarma
social”.
España también espera
Las listas de espera para operarse en nuestro país
en el Sistema Nacional de Salud son muy elevadas, según denuncian los
colectivos de pacientes y especialistas. Y lo más sangrante es que, si uno
tiene cataratas en Valencia, no esperará lo mismo que en Cataluña, haciendo que
el sistema sea doblemente injusto. Dime
dónde vives y te diré cuándo te operan, podría ser el lema. Según los
últimos datos, vuelve a ser Cataluña la región peor parada por las cifras del
Ministerio de Sanidad. Pero eso también es relativo, pues los criterios para
figurar en esa lista cambian de una Autonomía a otra. En tiempos de Esperanza Aguirre en Madrid, el paciente entraba en lista de espera cuando se le hacía el
preoperatoria, aunque llevara esperando en casa dos años.
A finales de
2016 la sanidad española registró su mayor número de pacientes para ser
operados de su historia y rebasó por primera vez la barrera de los 600.000. La cifra prácticamente duplica a la
registrada una década atrás. En diciembre
de 2006, esperaban 362.762,
según la información ministerial. Según los
datos de junio, Asturias era la cuarta
región con más lista de espera.
La dinámica de las listas de espera es distinta
según el tipo de sistema sanitario. En el caso de los de pago por prestación o
aseguramiento privado como el de EEUU, al ser menor la demanda son menores, e
incluso inexistentes en algunos servicios. En el caso de los sistemas públicos
y universales, resulta imposible resolver todas las necesidades a la vez y la
aspiración de estos sistemas es atender cada problema dentro de un “tiempo prudencial”. La espera no es
negativa en sí misma, reconocen los profesionales e incluso los colectivos de
pacientes, siempre que sean
“aceptables”.
El dictamen de la comisión de listas de espera
reconoce que estas, cuando son demasiado largas, aumentan la incertidumbre del
paciente, que puede pedir nuevas pruebas. También se puede agravar su estado
aumentado el coste final para el sistema de salud, convirtiéndolo en injusto, ya
que el que puede acudirá a la privada.
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