¡Olé, olé, y
olé!. Doctora Carrio me va permitir usted que le diga, aunque ya lo sabe, que acaba
de dar usted en el clavo. Pero algunos tienen tan limitada su capacidad de
comprensión, que después de todo lo expuesto tan acertadamente por su parte, no
me extrañaría nada, tener que comprobar, que no son capaces de asimilar el significado de
ciertas palabras, pues de lo contrario, deberían de actuar con premura y en
consecuencia.
Sería bueno que ya que algunos
según parece están plenamente identificados con nombres y apellidos, e incluso
ostentan cargos de responsabilidad dentro de la administración, y lo hacen
además de aquella manera, fuesen capaces de responder a las preguntas que usted
hace, sirva como ejemplo la siguiente.
¿Qué políticos y cargos
de responsabilidad apoyarían la corrupción en su máxima expresión pública pese
a sentencias que retratan graves perjuicios para la sociedad?
Doctora siento
decirle que estamos en un país donde no se premia la decencia, todo lo
contrario. Como usted muy bien dice, la sociedad, o por lo menos una buena
parte de ella esta putrefacta. A este punto no llegamos solos, nos llevo de la
mano una clase política carente de principios, por eso el grado de
descomposición es tan elevado, y me temo que en estos momentos tiene difícil
remedio. Hoy más que nunca prima el estás conmigo o estas contra mí, y si te
mueves, no sales en la fotografía.
Los méritos que hoy
exige la sociedad a sus ciudadanos, distan mucho de lo decente y honrado de
antaño. Más bien todo se limita a estar en posesión del carnet de un partido político, o
arrimado a un sindicato afín al régimen, siendo Asturias, si no el mejor ejemplo de ello, uno de los mejores que tenemos en España.
Como en la carta que se adjunta está todo muy claro, solo me queda hacer
referencia al cargo que ocupa el implicado de la presunta corruptela. Pues
según se dice, “no solo continua
ocupando un puesto de responsabilidad decidiendo sobre contrataciones,
organización y utilización de recursos públicos”. Pero es que además ostenta el cargo
de “director de la Unidad de
Gestión Clínica, desde donde se decide la compra de los fármacos de alto
impacto económico. ¿Con qué autoridad gestiona esos recursos?
Como ciudadano cada día tengo las cosas más claras, pues poco a poco voy
atando cabos. Es una pena que la Fiscalía del Principado de Asturias no se
dedique hacer lo mismo que yo, y actúe para investigue a fondo toda la gestión
sanitaria llevada a cabo por todos estos personajes, que como se pude ver, no
solo carecen de principios éticos, los morales tampoco los conocen.
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La Nueva España.- 13 de abril
de 2016
Sobre la OPE de Medicina
Interna
Isabel Carrio Montes (Avilés)
Me duele el alma. Se me revuelven las tripas y la diarrea mental fluye
desbordando cualquier límite que la cordura me trate de imponer. Mi espíritu se
estremece y vuelve a vagar entre el mundanal ruido de la desvergüenza y la
osadía, negándose una vez más al aletargamiento y al pasotismo.
Hoy los corruptos se mimetizan entre nosotros, a ver si pasando de
puntillas una vez más se salen con la suya aprovechándose de la cobardía, el
miedo o el silencio de una sociedad cabreada por tal putrefacción pero a la vez
acomodada en el sillón del espectador viéndola pasar cual película de ficción.
Puede que no todos seamos iguales ante la ley, como tantos proclaman, pero
intentaré exigir el mismo rasero para todos, negándome a participar de tanta
farsa.
Ya escribí en este mismo medio una carta acerca de la sentencia dictada por
el TS sobre la OPE de 2008 para Médicos Especialistas en Medicina Interna. La
sentencia dejaba meridianamente claro que se había producido una filtración
grave entre el presidente del Tribunal y varios opositores obligando a repetir
el ejercicio en situación de igualdad. Todo ello supondrá un gasto económico
para las arcas públicas, inconvenientes para la atención sanitaria y, lo que es
peor, un gran sufrimiento personal para aquellos que con gran meritaje y
honradez lograron una plaza en propiedad, ahora arrebatada gracias a la acción
ilícita e inmoral de quien se suponía velaba por sus derechos y los de todos.
Recientemente preguntaron por este asunto al consejero de Sanidad en la
Junta. He de confesar que la estupefacción que me produce comprobar la falta de
exactitud en los datos vertidos acerca de la propia sentencia sólo es
comparable a la que me produce la indolencia a la hora de perseguir
responsabilidades.
La interpretación surrealista del fallo judicial por parte de los
políticos, consistente en que hay que repetir el ejercicio, pero no es
responsabilidad de nadie, es bochornosa. Vamos a ver si nos entendemos. Una
cosa son las consecuencias administrativas (repítase el acto incorrecto), y
otra depurar responsabilidades. Los gobernantes que nos administran tienen el
deber de exigir acatamiento legal a sus cargos de confianza y retirársela si no
es así. Aún no se han tomado medidas frente al responsable y, lo que es peor,
el Consejero apunta que posiblemente no se vayan a iniciar.
Sr. Francisco del Busto de Prado, consejero de Sanidad del Principado de
Asturias: si usted no ve ningún indicio de delito, ni ve la obligación de
exigir responsabilidades directas al presidente del Tribunal de la OPE, está
dando patente de corso a cualquier filibustero que desde dentro de un Tribunal
pretenda manipular el desarrollo de la misma. Total, si a alguien le destrozo
la vida que me lleve al Juzgado, nunca pasa nada. Estoy segura de que aún le
queda suficiente hombría de bien y sentido de la justicia y el deber para no permitir
que el ejecutor directo de tal iniquidad quede impune y sirva de espejo a
venideros No deberíamos olvidarnos de que la única forma de influir en los
demás es el ejemplo, sobre todo si se tienen responsabilidades de gobierno y se
sustentan sobre unos ideales políticos que últimamente más que nunca destacan
como valores supremos la honestidad, la regeneración y la lucha contra la
corrupción.
Desconozco si la actuación descrita en la sentencia se adecua más a un tipo
penal o a otro, pero la actuación no debería quedar sin sanción. Resulta
totalmente incomprensible cómo a día de hoy su autor continúa ejerciendo
puestos de responsabilidad decidiendo sobre contrataciones, organización y
utilización de recursos públicos. No olvidemos que es director de una Unidad de
Gestión Clínica, además de cargos relacionados entre otros con fármacos de alto
impacto económico. ¿Con qué autoridad gestiona esos recursos?
Me cuesta entender cómo aún nadie haya levantado un dedo para señalarlo y
pedirle la más sencilla de las asunciones: que abandone sus cargos. La
generosidad llamará a su puerta si no se le inhabilita incluso para el
ejercicio de su profesión, como ocurrió temporalmente con otro miembro de otro
Tribunal, y eso que la implicada no desempeñaba cargos relevantes (deberían
leer la noticia en LNE). Además, se encuentra en comisión de servicio y la
dirección que ocupa fue impugnada en dos ocasiones, y en ambas se obligó a su
destitución, pero el SESPA alegó que no había sido aún nombrado, por lo que
técnicamente su nombramiento oficial aún está pendiente. Una irregularidad,
aunque sin embargo puede ser una ventaja: pueden destituirle con el mismo dedo
con que lo pusieron.
¿Acaso debemos pensar que se trata únicamente de méritos políticos,
amiguismos y apoyos donde todo vale? ¿Qué políticos y cargos de responsabilidad
apoyarían la corrupción en su máxima expresión pública pese a sentencias que
retratan graves perjuicios para la sociedad? En Alemania se dimite de un
Ministerio por haber copiado en la Facultad. En Inglaterra se abandona el
Parlamento por una multa de tráfico. ¿Y aquí? ¿Seguimos condenando según sople
el aire, a unos sí y a otros no, disculpando a quien prevarica, roba o miente
si “es de los nuestros”? Si el autor de los hechos tuviera un mínimo de dignidad,
ya hubiera dimitido el mismo día de conocer la sentencia. No sólo se es
corrupto por hechos delictivos grandiosos, también por omisión, y no puede
admitirse minimizar actuaciones intolerables ética y legalmente.
Es hora del despertar de las voluntades ejerciendo las medidas sociales y
legales necesarias que persigan y castiguen tanto a los ejecutores materiales
como a los responsables administrativos y políticos que consientan y perpetúen
los abusos.
Quien mantiene a un corrupto o a un inmoral es aún más deleznable. No puede
ser que el culpable se vaya de rositas y los únicos castigados sean los
opositores condenados a un calvario inmerecido.
Por eso yo, Isabel Carrio Montes, como internista, como médica y como
ciudadana “ruego” el cese inmediato de todos los cargos en el sistema público
del identificado en la sentencia como responsable. A criterio de los opositores
perjudicados queda el interponer demandas patrimoniales a los responsables
tanto por ejecución como por omisión. Asimismo, por mi parte y la de todos los
que como yo se sientan estafados por un sistema que no diera la talla
emprenderé las medidas legales necesarias para evitar tal ignominia… Y es que
yo no me resigno.
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