El pasado día 4 de febrero
fue declarado como el “Día Mundial del cáncer”. Es una pena que solo nos
acordemos de Santa Bárbara cuando truena. Pero desgraciadamente para la
humanidad, con más frecuencia de la que desearíamos, nos vemos en la obligación
de recordarlo a diario. Y si no lo hacemos, con tan solo mirar a nuestro alrededor,
seguramente que podemos palpar su presencia. Un vecino, un amigo o un familiar,
se encargaran de mostrarnos la cruda realidad, la cual está muy presente en
nuestra sociedad, seguramente más de lo que cualquiera hubiera deseado, y
cuando llega, no pregunta si estamos dispuestos a aceptarla.
El “Día Mundial del
cáncer” a mi modo de ver, son los 365 días del año, pues a cada segundo que
pasa, en algún lugar del mundo, se está comunicando a un nuevo paciente, que la
enfermedad llamó a su puerta. Pero al mismo tiempo, son miles de pacientes los
que reciben el alta hospitalaria. En la inmensa mayoría de los casos, tras un
periodo de lucha a brazo partido, donde la entereza del enfermo y el apoyo
incondicional del oncólogo, permiten que hoy día, miles de pacientes se puedan reincorporar
a la sociedad, en la inmensa mayoría de los casos, sin apenas secuelas.
Padecer la enfermedad no
debería de asustarnos, pues según marcan los estudios estadisticos en España,
una de cada dos personas padecerá la enfermedad en algún momento de la vida.
Claro que por el contrario, a día de hoy, la patología en sí, tiene un porcentaje de supervivencia que se ha
multiplicado por tres desde los años setenta, gracias a los avances en cribado,
diagnóstico precoz y a la mejora de los tratamientos.
Hoy día ya sabemos que el
envejecimiento en muchos casos va unido a la patología. En buena parte, debido
al deterioro que sufren las células de nuestro organismo, las cuales dentro de
ese periodo de envejecimiento, realizan mutaciones que terminan por permitir
que se desarrolle la enfermedad.
Otros factores que
intervienen son los relacionados con el medio ambiente, principalmente debido a
la contaminación de las zonas industriales, donde está ya demostrado que las
partículas en suspensión del aire que respiramos, son portadoras de altos
contenidos de toxicidad, dando pie a un buen número de estudios científicos,
que terminaron por demostrar, que son el punto de ignición para desarrollar la
enfermedad.
De otro lado están los
hábitos saludables, como una alimentación sana, la práctica diaria del
ejercicio físico moderado, todo ello esta demostrando que nos permiten asegurar
a día hoy, una mejor calidad de vida. Por su parte entre los factores de riesgo,
están la obesidad, el consumo de alcohol, el tabaquismo y la exposición a los
rayos del sol y una vida sedentaria.
Pero dejando de lado todas
estas circunstancias, y volviendo a la celebración del “Día Mundial del cáncer”.
No siempre nos acordamos de los cuidadores de la enfermedad, y cuando lo
hacemos, solo vemos la parte hospitalaria y el entorno de los especialistas
médicos. Pero existen otros trabajadores, que de forma incansable, son
fundamentales en hacer que la enfermedad del cáncer paso a paso deje de ser una
pesadilla para millones de personas en todo el mundo, son los investigadores.
Por eso que hoy es también
para ellos el día Mundial de la enfermedad del cáncer. Su trabajo incesante y
en silencio en sus despachos, alejados del mundanal ruido de los medios de
comunicación y los falses de los reportajes, va dando sus frutos.
Vaya desde aquí nuestro
reconocimiento a su infatigable labor, pocas veces conocida y escasamente
reconocida, salvo algunas excepciones. Pero sin ese trabajo minucioso, nada de
lo que se está consiguiendo sería posible.
En Asturias tenemos la
suerte de contar con uno de los más prestigiosos investigadores, cuyos éxitos
transcienden nuestras fronteras, y es un punto de referencia a nivel mundial,
cuando de investigación del cáncer se habla, es D. Carlos López Otin.
Vaya desde aquí nuestro
pequeño homenaje a él, como cabeza visible que es de decenas de investigadores,
los cuales desde Asturias, están poniendo los cimientos para erradicar esta y
otras enfermedades, con el objeto de proporcionar a la sociedad una mejor
calidad de vida, y quién sabe si en un futuro no muy lejano, nos puedan
anunciar el final de la misma.
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