Las urgencias hospitalarias surgen cuando los hospitales empiezan
a pasar a manos de la administración pública en el
siglo XVIII. Se produce entonces un intento de separación de los pacientes según su nivel de
gravedad y su tipo de patología.
Las
urgencias médicas como tales, aparecen por primera
vez en los campos de batalla, a principios del
siglo XIX, como una respuesta a la necesidad de una rápida recuperación de los soldados.
En la actualidad estos puntos de atención se siguen encontrando
en los Centros de Salud y complejos Hospitalarios, y están claramente separados
del resto de los servicios que se prestan en los mismos.
En su interior el servicio de urgencias esta divido en varias
zonas que interactúan a la vez, con protocolos claramente diferenciados,
formando también parte de las urgencias, aquellos servicios que salen a la
calle, a través de equipos móviles como los situados en las ambulancias, siendo
su máxima expresión la U.V.I. móvil.
Esta es más o menos la definición del servicio de urgencias pero falta lo más importante, los profesionales que lo atienden. Por eso que aunque
algunos continúan mirando para el contienen de la sanidad, se olvidan con
demasiada frecuencia del contenido, y después pasa lo que pasa.
Son reiterativas las quejas que se pueden ver a diario en los
medios de comunicación, la mayoría de las cuales, tienen un punto de
coincidencia, que es el retraso en la atención que sufren los pacientes, raras
veces, se centran en un maltrato por parte de los profesionales. Aunque buena
parte de la culpa recaerá siempre sobre los mismos, pues son ellos los que
están a pie de obra. Sin embargo nadie piensa en ese momento que todo puede
deberse a una mala planificación, a una escasez de recursos humanos, solo después,
cuando nos encontramos más tranquilos y de vuelta en el hogar, es cuando nos
damos cuentas de la situación vivida, y quienes son los auténticos culpables.
Esto no implica que de vez en cuando, alguien se queje de la
falta de profesionalidad, o incluso de
una mala praxis, aunque no es lo más habitual, y tampoco deberíamos de generalizarlo cuando así sea, pues seguramente corresponde a un porcentaje muy
pequeño, pero que no debería de tener cabida dentro del sistema de sanitario.
Hablando de urgencias de nuevo, aquí dejo otra prueba fehaciente
de cómo funciona nuestra sanidad, o mejor dicho, como se está gestionando por
parte de algunos.
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La Nueva España.- 9/1/2016
Sobre la rapidez de la
atención recibida en el HUCA
9 de Enero del 2016 - Ignacio Iglesias
Menéndez (Llanera)
Sr. Presidente del Principado de Asturias, Sr. Consejero de Sanidad, Sr.
Director del HUCA:
El pasado 7 de enero acudí al servicio de urgencias del Hospital
Universitario Central de Asturias con mi abuela, de 85 años de edad, por una
fractura en un brazo. El tiempo transcurrido desde que ingresamos (9.06 horas)
hasta que salimos (17.40 horas), horarios que constan en el informe médico, fue
de ocho horas y treinta y cinco minutos para una simple fractura en un brazo.
Soy consciente de las pruebas médicas que hay que realizar (radiografías,
análisis, etc.) y también soy consciente de que todo ello lleva un tiempo
necesario de trabajo. En todo momento, el servicio recibido por los
profesionales fue bueno, siempre nos atendieron con amabilidad, con la mejor de
sus sonrisas y con gran profesionalidad por su parte. Sin embargo, la rapidez y
la celeridad con que se debe atender en un servicio de tal tipo, no fueron ni
mucho menos las adecuadas, teniendo en cuenta que había una gran cantidad de
pacientes que atender y muy pocos efectivos.
Abordando lo que me toca más personalmente, en mi humilde modo de ver, no
encuentro lógico que no haya un traumatólogo en la sección de Traumatología del
citado servicio, profesional por el que tuvimos que esperar dos horas,
aproximadamente, porque se encontraba realizando otro trabajo en otra parte del
hospital, ya que era el profesional de guardia. Del mismo modo, no me parece de
recibo, y siempre desde mi humilde perspectiva, que debamos esperar en torno a
una hora y media por el resultado de unos análisis y otros ochenta y cinco
minutos por el resultado de una prueba hematológica; sé que hay unos tiempos
necesarios de trabajo, de reacción de los distintos componentes químicos, pero
tal dilatación más me inclina a pensar que no se cuenta con personal necesario
para desarrollar tal trabajo.
Como pueden comprobar por lo ya expuesto con anterioridad, la atención
recibida ha estado lejos de ser urgente (a pesar del nombre del servicio). Es
más, nos conformábamos con que hubiera habido una cierta celeridad, pero
tampoco; ni siquiera prontitud, ligereza o presteza, características con cuya
ausencia podríamos calificar el servicio, vuelvo a repetir, en mi opinión por
falta de personal. Finalmente, ya nos conformábamos con una simple y llana
rapidez, la cual no ha tenido a bien dejarse ver el día 7 en el servicio de
urgencias, puesto que estarán de acuerdo conmigo que una atención de ocho horas
y treinta y cinco minutos por una simple fractura y unos análisis no se le
puede calificar ni como rápida ni como veloz.
Por todo lo expuesto anteriormente, les pediría que hiciesen ustedes las
gestiones oportunas para que podamos recibir una mejor atención médica y no se
atente contra uno de los pilares básicos de nuestro Estado del bienestar, la
atención sanitaria, del que tanto hablan nuestros representantes que hemos
elegido en las urnas.
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