Familiares de pacientes del Sanatorio Adaro piden
declarar ante el juez
«Somos los verdaderos afectados por el trato nefasto de una trabajadora,
pero desde el centro no se toman en serio nuestra situación»
LOS HECHOS QUE SE DENUNCIAN
Las quejas durante años de familias, pacientes y empleados han culminado en una denuncia, la que ha presentado la dirección del sanatorio Adaro contra una trabajadora por un «comportamiento inadecuado con los pacientes derivados desde el Servicio Público de Salud del Principado (Sespa)». Según los testimonios de algunos compañeros, «durante las noches les grita, tarda en quitarles el pañal, les apura en exceso cuando se levantan
El asunto está en este momento en manos del Juzgado de Langreo, donde se encuentra en fase de diligencias previas, antes de la calificación del posible delito. Por sus dependencias ya han pasado a testificar varios compañeros de la investigada y personal médico. En principio, la denuncia -que se interpuso el pasado mes de agosto-, se está tratando como un asunto de lesiones leves contra la integridad moral, con el agravante de funcionaria. al baño, les zarandea...». Hablan directamente de «violencia hacia personas dependientes, que no se pueden mover. La sociedad tiende a esconderla y no es justo para nuestros mayores»
Este presunto comportamiento inadecuado lleva años produciéndose, según ha podido saber. En todo este tiempo, el sanatorio ha recibido quejas de familiares, compañeros de turno de la denunciada, incluso de una médico. «A nadie parecía importarle ponerle fin. Simplemente la reasignaban a otras labores». Especifican que «como compañera no hay ninguna queja. Es muy trabajadora y dispuesta, pero su fuerte carácter le puede y hay muchos días que no lleva bien atender a los residentes (mayoritariamente personas de edad muy avanzada que no pueden valerse por sí mismas) y termina perdiendo los nervios».
Los propios compañeros de la investigada apuntan que «parece que la empresa no le da importancia. Es ella quien debería haber resuelto esto hace mucho tiempo. Ahora ha denunciado por la insistencia de algunas personas, porque desde 2017 la situación se ha vuelto insostenible». Añaden que «algunas familias bajaron a quejarse de su comportamiento. Se les decía que se tomarían medidas, pero nunca se hizo nada por evitarlo». Se da la circunstancia de que estos pacientes han sido derivados por el Sespa y que, por norma general, están en el centro un máximo de dos meses. Sus familiares no quieren problemas y terminan por no seguir con ello.
El presunto trato vejatorio de una trabajadora del Sanatorio Adaro
(Langreo) con los pacientes y que fue denunciado por la dirección del centro,
podría terminar en una simple sanción. Eso es lo que temen los familiares de
pacientes y expacientes después de que algunos se personasen ayer en los
juzgados langreanos, que instruyen el caso, para prestar declaración en la
investigación. Su sorpresa, aseguran, fue que «no podemos contar lo que
vivimos, lo que nos contaron nuestros padres, abuelos y demás, porque el
Sanatorio Adaro no se toma en serio lo que hizo durante años la trabajadora y
solo ha llamado como testigos a otros empleados».
Dicen estar «indignados» porque el Sespa parece que pasa del tema , no se
presenta como acusación particular, y eso que los pacientes dependen de ellos.
Esos mismos a los que esta persona les gritaba, les quitaba la comida sin haber
terminado, tardaba en cambiarles el pañal...».
Los hechos, que salieron a la luz hace unos días, están siendo investigados
por el Juzgado de Langreo. Las familias entienden que «desde el primer momento
la gerencia del sanatorio nos ha ignorado, íbamos a contar lo que pasaba y no
hacían nada, y ahora pretenden silenciarnos para minimizar los hechos». Además,
consideran que «llevando a declarar a otros trabajadores como testigos, lo que
hacen es enfrentarlos. Sabemos que algunos que vieron cosas ante el juez no las
han contado», dicen.
Estos familiares consideran que la actuación de la dirección del centro es
«nefasta, después de años de hacer la vista gorda, ahora quieren pasar de
puntillas». Ante esta situación, algunas familias han comenzado a organizarse
en una plataforma, «vamos a intentar unirnos con la intención de que se nos
escuche».

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