"A veces pensamos que las cosas funcionan mejor de lo que funcionan...
Solo cuando nos toca de cerca un asunto como este, no damos cuenta de las carencias que existen en el sistema. Administraciones rígidas, impersonales, burocratizadas...
A veces es bueno pararse a pensar en que un bordillo puede ser un obstáculo insalvable, o unas escaleras un Everest ..."
Vaya, desgraciadamente llegado el momento parece ser que a cada uno le duelen los suyos ¿me sigues?... (Fin de la cita)
ooOoo
Iván Delgado Gayoso (Oviedo)
Soy un ciudadano de 46 años que hace algo más de dos años sufrí un
accidente deportivo que me ocasionó graves secuelas.
Una tetraplejia que me provoca una discapacidad del 90%, dependencia de
terceras personas, y la jubilación tras 25 años de oficio.
¿Esto es un drama? ¡Pues claro que sí!, tanto personal como familiar, pero
está en nuestra mano superarlo y seguir con nuestras vidas. Con nuestra fuerza
y la ayuda de familiares y amigos lo superaremos… lo que desconocíamos era lo
que nos esperaba a partir de entonces, el verdadero drama.
El verdadero drama, el gran lastre, es la relación con la Administración
asturiana, que está tardando dos años en gestionar una resolución definitiva de
mi estado. No puedo, por lo tanto, renovar algo tan banal, pero necesario, como
la tarjeta azul de aparcamiento para personas de movilidad reducida, por lo
que, con mi cuerpo paralizado, tendré que estacionar en plazas convencionales y
mi esposa me arrastrará entre coche y coche para salir y entrar de mi vehículo.
Ya tuve una tarjeta anteriormente que ya caducó, esa tarjeta tardaba tanto en
ser concedida ya entonces que se pidió una provisional. ¿Cuál fue la
contestación de la Administración? Que como no sufría una enfermedad terminal
podía esperar con mi parálisis en casa, siendo denegada.
Pero es que tampoco puedo acceder a las ayudas a las que tengo derecho por
ley y por desgracia, ya que el Centro de Valoración, en la plaza de América, me
ha citado ya en dos ocasiones para sendas valoraciones porque parece ser que
tres informes demoledores de instituciones como el HUCA, el Hospital Nacional
de Parapléjicos de Toledo y el Tribunal Médico de la Policía Nacional
–trasladado desde Madrid decidiendo mi jubilación– no los anima a redactar y
enviar una resolución definitiva. Ojalá todos fuéramos tan optimistas, pero por
desgracia mi situación es la que es.
Realizar gestiones telefónicas resulta imposible ya que no atienden dichas
llamadas en toda su jornada laboral o se pasan la patata caliente entre el
Centro de Valoración y la Consejería de Servicios y Derechos Sociales.
Las gestiones en persona son igualmente infructuosas, recibiendo respuestas
falsas sobre el destino de la resolución, sufriendo la ignorancia del
procedimiento por parte del funcionario de turno, falta de personal y
finalmente ¡la respuesta reina!, echar la culpa al alto cargo responsable del
servicio o haciendo responsable al político de turno, invitándonos a que sea a
ellos el destino de nuestras peticiones y quejas. Incluso echan mano de una
falta de un Gobierno nacional estable, ¡por Dios!, cualquier excusa es buena.
Pero si solo estamos hablando de un informe de dos folios que no son capaces de
redactar debidamente y firmar por el funcionario responsable. Son cuestiones
que un ciudadano no debería sufrir.
El caso es que este es el verdadero drama de un discapacitado en Asturias:
la dejación de funciones y falta de empatía de la Administración asturiana y en
concreto del Centro de Valoración de Discapacidad y la Consejería de Servicios
y Derechos Sociales, citando con meses de espera, perdiendo resoluciones,
negando soluciones y, en definitiva, abandonando a una persona tetrapléjica
que, después de dos años, sigue siendo una persona sana ante la Administración
a pesar de dos revisiones y la presentación de informes médicos independientes
y coincidentes en la gravedad de su lesión. Soy consciente de no estar
informando de nada nuevo, pero el compartirlo con quien crea conveniente leer
estas líneas apacigua mi rabia.
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