"¿Sabía usted que el paciente tiene el derecho
legalmente reconocido a elegir tratamiento?..."
Farmacias sin paracetamol: desabastecimiento y medicamentos low cost en
Andalucía
La Junta obliga a dispensar
medicamentos procedentes de India o Vietnam, cuya disponibilidad y calidad es
cuestionada por pacientes y sanitarios.
El modelo andaluz de selección de
medicamentos públicos, a través de una subasta, está teniendo consecuencias nefastas para los pacientes de esta
comunidad.
Muchos de los fármacos sufragados por el
Sistema Andaluz de Salud (SAS) no llegan a las farmacias porque
los laboratorios a los que la Junta de Andalucía les ha otorgado la
exclusividad de dispensación, en su mayoría procedentes de países como India o
Vietnam, no tienen capacidad de producción suficiente.
Por otra parte, la calidad de los que llegan está siendo cuestionada por
las asociaciones de pacientes y los profesionales sanitarios, que con este
sistema han dejado de tener libertad de prescripción.
La lucha de Afarán
El 13 de diciembre de 2011, la Junta de
Andalucía aprobó el decreto ley de Medidas Urgentes sobre prestación
farmacéutica del Sistema Sanitario Público de Andalucía, que permitió al
gobierno regional instaurar este sistema, a través del cual selecciona los
medicamentos que tienen que ser dispensados de manera
obligatoria en esta comunidad.
El modus operandi: como los precios de
los principios activos son fijos, los laboratorios que participan en el
concurso ofrecen al Servicio Andaluz de Salud una mejora económica en forma de
aportación por unidad dispensada, y la Junta le otorga la exclusividad de
dispensación al mejor postor. Sin embargo, al consumidor, el fármaco le
cuesta lo mismo.
Farmacéuticos y profesionales sanitarios
denuncian el afán recaudatorio del modelo, y también la falta de transparencia
del proceso. "Esa es la madre del cordero, nadie
sabe dónde va el dinero", espeta Teresa Martín, presidenta de Afarán (Asociación de
Farmacéuticos de Andalucía).
No obstante, para los farmacéuticos, la
más grave de las consecuencias de este sistema es el desabastecimiento.
En abril, alcanzó el 54%. Porcentaje que se duplicó, en el mes de agosto. No
podían dispensar ni siquiera paracetamol. Tanto fue así que incluso el Servicio
Andaluz de Salud tuvo que reconocer que el suministro deficiente de
medicamentos de las subastas superaba el 50%.
Por otro lado, la Junta penaliza al
paciente andaluz con un catálogo de fármacos mucho más restringido que el que
disfruta cualquier otro ciudadano español. En España, se pueden dispensar
más de 10.000 medicamentos y en Andalucía 533, que –además– tienen
que ser los procedentes de la subasta. Una situación que Teresa Martín denomina
"gueto farmacéutico". En su opinión, es discriminatoria porque
"rompe la equidad del Sistema Nacional de Salud".
Por ese motivo, en julio de 2017, Afaran
registró una petición en el Parlamento Europeo para
que se investigara el modelo de selección pública de medicamentos instaurado
por la Junta de Andalucía. La Comisión de Peticiones admitió su solicitud y su
presidenta, Teresa Martín, tuvo la oportunidad de exponer sus argumentos ante
los miembros de la Cámara. Pero, tras cuatro votaciones, el PSOE, junto con
otros partidos de izquierdas, logró que se archivara en
el mes abril.
En su opinión, fue una "decisión
política". Por ello, el 1 de octubre de 2018, solicitaron la reapertura
del examen de la petición en relación con la subastas de medicamentos. Un
sistema que ha provocado que, a día de hoy, las farmacias andaluzas no
dispongan de paracetamol, valium, parches para el dolor oncológico o
pastillas para la tensión que les obliga a dispensar el gobierno regional.
Medicamentos low cost
La falta de efectividad de los medicamentos es la principal denuncia de los
pacientes, que además tienen que sufrir constantes desabastecimientos y cambios
de formato en sus tratamientos.
Alfredo de Pablos, coordinador general
de la mesa del paciente de la Agrupación de desarrollo Málaga Accesible (que
representa a cerca de 50 asociaciones de pacientes andaluzas y colabora con el
Foro Andaluz del Paciente) expresa su preocupación por tres aspectos: la
discriminación de los andaluces respecto del resto de españoles, las quejas de
los pacientes sobre la efectividad de los fármacos que toman, y la falta de
adherencia a los medicamentos por parte de la población más sensible: "Personas muy mayores a las que cambiarles la pastilla,
el color, o el formato, supone un problema", explica.
Los profesionales sanitarios de atención
primaria son testigos directos de que la acción terapéutica conseguida con
muchos de los fármacos que obliga a dispensar la Junta de Andalucía no es la
esperada. Juan Carmona, médico de familia y
delegado del Sindicato Médico de Málaga para la comarca de la Axarquía, pide
un estudio de biodisponibilidad sobre estos medicamentos.
Esto nos permitiría saber "cuánto medicamento hay en sangre pasada media
hora, una hora, dos horas, cuatro horas… de tomártelo". En su opinión, es
necesario porque "se han llegado a ver cosas inauditas, por ejemplo con
las ampollas de Sulpirida (antes Dogmatil)".
La falta de controles de calidad sobre los
medicamentos procedentes de la subasta que llegan a Andalucía estan generando
casos realmente alarmantes. Así ocurrió cuando los antipsicóticos entraron en
la subasta. Según explica Carmona, las farmacias se vieron obligadas a cambiar
los tratamientos a los pacientes y "se descompensaron todos".
"Los psiquiatras no paraban de decirnos: por Dios, no mandéis
antipsicóticos que no sean los que tienen prescritos (los de sus marcas
habituales)", asegura. Otro caso de los que relata se refiere a los "fármacos
en parches, antipsicóticos o para el corazón.... Los parches se despegaban. Y
si el parche se despega, no se absorbe el medicamento y no hace su
efecto".
Además, los pacientes andaluces se
encuentran con un problema añadido al desabastecimiento de medicamentos
procedentes de la subasta: los laboratorios excluidos de la misma y que
fabricaban esos fármacos han dejado de abastecer a las farmacias andaluzas. El
por qué, explica el Doctor Carmona, "es muy sencillo". Cuando los
medicamentos entran en la subasta, los buenos laboratorios, nacionales o
internacionales, dejan de mandarlos a Andalucía "porque saben que no los
van a vender". En consecuencia, asevera, "hay muchos problemas de
desabastecimientos" y "los medicamentos de marca de
laboratorios buenos ya casi ni los olemos".
La patronal de los
laboratorios, en contra
La subasta de medicamentos tampoco
cuenta con el visto bueno de Farmaindustria. La
patronal de los laboratorios considera que no es un sistema adecuado para una
política farmacéutica que debe plantearse con una visión estructural, a largo
plazo, y con respeto a los derechos de los pacientes.
El director del Departamento de
Relaciones con las Comunidades Autónomas, José Ramón Luis-Yagüe, encuentra tres
razones fundamentales para su oposición al modelo: en primer lugar, porque
seleccionar un único proveedor de un medicamento genera un riesgo real de desabastecimiento. De hecho, así está
pasando. "Muchas veces los adjudicatarios no pueden cumplir con las
obligaciones de suministro que han contraído con la Administración",
explica.
En segundo lugar, "genera una
situación de inequidad en cuanto a los
pacientes y su acceso a los medicamentos. Cuando un médico prescribe por
principio activo, el paciente tiene el derecho legalmente
reconocido a elegir tratamiento. Si es la Administración la que
elige qué medicamento se le va a dispensar, evidentemente se está vulnerando un
derecho".
Y, por último, Farmaindustria considera
que "las subastas rompen la unidad del mercado porque
excluyen durante dos años a aquellos laboratorios que no han concurrido a la
subasta, dándose además la paradoja de que, cuando hay desabastecimientos, cosa
que ocurre con mucha frecuencia, son precisamente los laboratorios excluidos
los que tienen que aportar la solución".
Entretanto, el Gobierno de Susana Díaz,
lejos de buscar un sistema menos perjudicial para pacientes, médicos,
farmacéuticos y laboratorios, ha convocado una nueva subasta de
medicamentos, la tercera en lo que va de año.
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