jueves, 9 de noviembre de 2017

El HUCA, un "callejón sin salida"

Catorce meses con una dolencia
Alberto Cuesta García (Limanes) – LNE 8/11/2017

La expresión “callejón sin salida” queda perfectamente retratada una vez que cruzas la puerta del área de Traumatología en el HUCA.
Me llamo Alberto Cuesta García. Soy un paciente que después de acudir a urgencias el 5 agosto de 2016 fue derivado al servicio de Traumatología, donde, después de las pertinentes pruebas físicas y radiológicas, me diagnostican condromalacia rotuliana grado III/IV (diciembre de 2016). En un consenso entre traumatólogo y paciente, decidimos optar por un tratamiento de tres infiltraciones PRP. Al parecer, este tratamiento es de las pocas soluciones que se pueden ofrecer hoy en día para esta dolencia. Mi traumatólogo me explica el protocolo que hay que seguir durante el tratamiento. Me dice que se me hará una analítica previa a la primera infiltración para ver que todo esté bien y que el tiempo entre una y otra tiene que ser de entre 2 y 3 semanas.
Me pongo en lista de espera y, según me dice mi traumatólogo, en menos de dos meses se me hará la primera infiltración. A partir de ese día resulta paradójico que, lejos de ver más cercana mi recuperación, cada día la empiezo a ver más lejana.
Comienzan a pasar los meses (enero, febrero, marzo, abril...) y periódicamente me paso por la secretaría de Traumatología para ver si se sabe algo de la “lista de espera”. La respuesta es siempre la misma: “Hay mucha gente y pocos medios, y hay que esperar”.
Llega el día 16 de mayo y vuelvo a hacer mi visita mensual a Traumatología.
Para mi sorpresa, el discurso que escuché esa vez no era el mismo que en meses anteriores. La primera sorpresa que me llevo es que la famosa lista de espera ni está ni se la espera, porque no hay una lista como tal. Se van citando pacientes no se sabe con qué criterio, pero parece bastante claro que no es por el tiempo de espera. Por si esto fuera poco, me dicen que mi traumatólogo ya no está en el HUCA; era un médico residente, se fue, y sus pacientes quedamos a la espera de que nos vaya atendiendo otro traumatólogo. Y además, para rematar, me dicen que es todo un poco caótico porque esa parte del área de Traumatología esta sin informatizar. Tantas “alegrías” juntas me hacen redactar una reclamación por escrito y presentarla en Atención al Paciente con el sorprendente resultado de que se me da cita para hacer la primera infiltración el 2 de junio. ¿Mera casualidad?
El día 2 de junio de 2017 recibo la primera infiltración (antes recuerdo que nadie me hizo la analítica previa). A los pocos días, recibo otra citación para el día 30 de junio. El día 30 de junio acudo al HUCA y todo vuelve a torcerse. Me mandan ir a extracciones y resulta que es para hacer la analítica previa a la primera infiltración; y por si fuera poco, me dicen que todo el asunto de infiltraciones con PRP queda anulado durante el verano. Voy a hablar con el jefe de servicio de Traumatología y me defiende lo que parece indefendible. De repente no importan los plazos entre infiltraciones, la analítica previa da igual que no sea previa, es normal que todo se anule por el verano... Se me dice que en septiembre todo se reestructura y me volverán a citar.
Pasan los meses de septiembre y octubre, y yo sigo sin cita. Y si vuelvo al hospital para preguntar que ocurre, el discurso vuelve a ser el del principio: “Hay mucha gente y pocos medios”. El día 24 de octubre de 2017 vuelvo a presentar otra reclamación en Atención al Paciente recibiendo la callada por respuesta.
Hoy, catorce meses después de empezar todo esto, yo sigo con dolores, sin poder trabajar y sin poder llevar una vida normal.
¿Tiene salida este callejón?

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