Catorce meses con una dolencia
Alberto Cuesta García (Limanes) – LNE 8/11/2017
La expresión “callejón sin salida” queda perfectamente retratada una vez
que cruzas la puerta del área de Traumatología en el HUCA.
Me llamo Alberto Cuesta García. Soy un paciente que después de acudir a
urgencias el 5 agosto de 2016 fue derivado al servicio de Traumatología, donde,
después de las pertinentes pruebas físicas y radiológicas, me diagnostican
condromalacia rotuliana grado III/IV (diciembre de 2016). En un consenso entre
traumatólogo y paciente, decidimos optar por un tratamiento de tres
infiltraciones PRP. Al parecer, este tratamiento es de las pocas soluciones que
se pueden ofrecer hoy en día para esta dolencia. Mi traumatólogo me explica el
protocolo que hay que seguir durante el tratamiento. Me dice que se me hará una
analítica previa a la primera infiltración para ver que todo esté bien y que el
tiempo entre una y otra tiene que ser de entre 2 y 3 semanas.
Me pongo en lista de espera y, según me dice mi traumatólogo, en menos de
dos meses se me hará la primera infiltración. A partir de ese día resulta
paradójico que, lejos de ver más cercana mi recuperación, cada día la empiezo a
ver más lejana.
Comienzan a pasar los meses (enero, febrero, marzo, abril...) y periódicamente
me paso por la secretaría de Traumatología para ver si se sabe algo de la
“lista de espera”. La respuesta es siempre la misma: “Hay mucha gente y pocos
medios, y hay que esperar”.
Llega el día 16 de mayo y vuelvo a hacer mi visita mensual a Traumatología.
Para mi sorpresa, el discurso que escuché esa vez no era el mismo que en
meses anteriores. La primera sorpresa que me llevo es que la famosa lista de
espera ni está ni se la espera, porque no hay una lista como tal. Se van
citando pacientes no se sabe con qué criterio, pero parece bastante claro que
no es por el tiempo de espera. Por si esto fuera poco, me dicen que mi
traumatólogo ya no está en el HUCA; era un médico residente, se fue, y sus
pacientes quedamos a la espera de que nos vaya atendiendo otro traumatólogo. Y
además, para rematar, me dicen que es todo un poco caótico porque esa parte del
área de Traumatología esta sin informatizar. Tantas “alegrías” juntas me hacen
redactar una reclamación por escrito y presentarla en Atención al Paciente con
el sorprendente resultado de que se me da cita para hacer la primera
infiltración el 2 de junio. ¿Mera casualidad?
El día 2 de junio de 2017 recibo la primera infiltración (antes recuerdo
que nadie me hizo la analítica previa). A los pocos días, recibo otra citación
para el día 30 de junio. El día 30 de junio acudo al HUCA y todo vuelve a
torcerse. Me mandan ir a extracciones y resulta que es para hacer la analítica
previa a la primera infiltración; y por si fuera poco, me dicen que todo el asunto
de infiltraciones con PRP queda anulado durante el verano. Voy a hablar con el
jefe de servicio de Traumatología y me defiende lo que parece indefendible. De
repente no importan los plazos entre infiltraciones, la analítica previa da
igual que no sea previa, es normal que todo se anule por el verano... Se me
dice que en septiembre todo se reestructura y me volverán a citar.
Pasan los meses de septiembre y octubre, y yo sigo sin cita. Y si vuelvo al
hospital para preguntar que ocurre, el discurso vuelve a ser el del principio:
“Hay mucha gente y pocos medios”. El día 24 de octubre de 2017 vuelvo a
presentar otra reclamación en Atención al Paciente recibiendo la callada por
respuesta.
Hoy, catorce meses después de empezar todo esto, yo sigo con dolores, sin poder
trabajar y sin poder llevar una vida normal.
¿Tiene salida este callejón?
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