domingo, 15 de octubre de 2017

Se acabó el permanecer callados, hay que denunciar

No debemos consentirles más atropellos. Hay que denunciar ante el servicio de atención al paciente. Incluso llegado el caso, debemos de ir planteándonos el llevar ciertos casos ante la justicia ¡¡YA ESTA BIEN!!

Estamos cansados de comentar que lo que sobran son jefes, mientras que lo que más hace falta en nuestra sanidad pública son indios. Todo ello dicho desde el mayor de los respetos hacia los profesionales de la sanidad, que “haberlos haylos”, cosa bien distinta es que en muchos casos se les permita ejercer la profesión.
La gestión del Sespa no va solo encamina a no dejar trabajar a los profesionales, es que además llevan mucho tiempo empeñados en colapsar los servicios. Sirvan como un claro ejemplo de ello oftalmología y traumatología del HUCA. Aunque dicho sea de paso, ambos servicios ya están sufriendo este colapso en otras áreas sanitarias de la región.
Hace tiempo que los gestores tienen su mirada puesta en otros objetivos, por eso permiten, consienten, cuando no hacen la vista gorda, ante lo que viene aconteciendo en un buen número de  servicios. Y es que el gran negocio de las derivaciones, esta proporcionan pingues beneficios. 
Muchos de ustedes ahora se están preguntando ¿a quien?, a los mismos. Y para muestra de los destrozos que se hacen en la sanidad pública, hoy otra carta de denuncia relacionada con el servicio de traumatología del HUCA, cuyo jefe es Alejandro Braña Vigil, por si alguien no lo sabe. Que dicho sea de paso, es también el Presidente del Ilustre Colegio de Médicos de Asturias.

A la atención de la gerencia y la dirección médica del HUCA
Paulino Manuel Álvarez Puente (Oviedo) – LNE 14/10/2017

Mi nombre es Paulino. Mi mujer, María Ángeles Morán, lleva más de un año con grandes dolores en la cadera. Tiene calcificación galopante y artrosis, de modo que le roza un hueso con otro constantemente, causándole un dolor inhumano.
Tras consultar varias veces en atención primaria, con cambio de médico de cabecera incluido, sin hallar solución, nos vimos obligados a acudir a una clínica privada. El traumatólogo que atendió allí a mi mujer consideró que necesitaba ser operada de forma urgente. Con su informe volvimos a acudir a la Seguridad Social, donde le dieron cita para el HUCA el 16 de agosto. En el HUCA la vieron en consulta y la metieron en lista de espera, para operarla lo antes posible.
Pasaron las semanas y vimos que no recibíamos ninguna llamada, y, mientras, los dolores de mi mujer empeoraban. En este momento usa parches de morfina con dosis altas, pero con poco efecto. El dolor es insoportable y está perdiendo movilidad cada día que pasa. Su estado es tan penoso que no puedo contener las lágrimas al ver cómo sufre.
Hace unos días nuestra doctora de cabecera envió un escrito a atención al paciente, y yo llamé a la secretaria de Traumatología. A mí me contestaron por teléfono que va despacio porque están haciendo pocas operaciones y además el traumatólogo al que le toca operar a mi mujer está de vacaciones. Y yo me pregunto, ¿por qué mi mujer tiene que vivir con ese dolor porque el HUCA sea incapaz de cubrir las vacaciones de sus trabajadores y organizar la labor de modo que unos puedan sustituir a otros? La respuesta escrita fue peor, ¡una carta en la que se nos llamaba a consulta en noviembre! ¿Qué tomadura de pelo es ésta?
Mi mujer no puede seguir esperando, porque más tarde puede que esto no tenga solución. El HUCA debería revisar casos así y conseguir que se operen. Que contraten más personal para que esto no pase, y, mientras, que nos den soluciones alternativas, en otros hospitales públicos primero, y si no en privados. En nuestro caso, si no nos dan una solución, tenemos muy claro que demandaremos al HUCA por su incompetencia.

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