Las facultades de medicina borraron la humanidades de su catálogo pero la bioética se postula como imprescindible en la formación de futuros médicos.
En un momento en el que los avances
médicos son cada vez mayores y más complejos a la hora de abordar enfermedades
y patologías, algunos profesionales se preguntan si además de en técnicas no
habría que avanzar también en el tratamiento ético de los pacientes. Este es el
caso de un grupo de profesionales médicos que junto a la Sociedad Oncológica de
Galicia (SOG) desarrollaron el libro «Bioética y
Oncología. Una puerta abierta a la oportunidad». Entre los
responsables de este trabajo se encuentra el doctor Francisco Barón, un
facultativo especialista del área de Oncología del Complejo Hospitalario
Universitario de La Coruña. Con esta publicación, Barón y sus compañeros tratan
de defender la importancia de la empatía hacia los pacientes con cáncer.
A pesar de haber nacido en los años 70 y
80, la bioética comienza a ganar importancia en la actualidad. Los autores de
este libro apuestan por ampliar los recursos que se dedican a esta formación,
que frente a la biología molecular tiene un avance mucho más lento. Humanizar el trato al paciente, conociendo su situación social y
sus problemas puede favorecer en gran medida al tratamiento y los resultados que
este tenga en su salud, por lo que es fundamental que los médicos tengan
conocimientos sobre bioética. El inicio de esta idea surgió en un curso
organizado por la Sociedad Española de Oncología. Los asistentes eran
residentes y por primera vez se realizó una sesión informativa sobre bioética.
La discusión y debate que se generó fue suficiente para afirmar la necesidad de
disponer de más material sobre esta disciplina. «La bioética es un complemento
a la técnica, el uno es fundamental para el otro», explica el doctor Barón. Al
poner en práctica las dos de manera paralela, la atención del paciente es
total.
Los beneficios que esta disciplina
genera no son únicamente buenos para el paciente sino que al trabajar con el
enfermo y no por él, realizando el proceso de toma de decisiones en común, los
médicos se ahorran el 25% de los problemas que,
normalmente, se generan en un hospital y que tienen como causa principal la
ética. Lo fundamental aquí es tener capacidad para transmitir la información
necesaria para que el paciente comprenda lo que le ocurre de una forma clara y
concisa, intentando evitar utilizar tecnicismos y agobiar con demasiados datos.
Seleccionar el tratamiento al que se va a someter de manera conjunta es lo
ideal. El doctor Barón explica que esto es difícil cuando «no hay continuidad
asistencial» o cuando el médico considera que están por delante «los valores
del tumor frente a los valores del paciente».
Formación específica
Las facultades de medicina fueron
eliminando progresivamente asignaturas como humanidades médicas o filosofía de
su programación académica, lo que dirigió claramente la formación de los
futuros médicos hacia la excelencia técnica pero dejando completamente olvidado
un asunto fundamental como es el trato al paciente. Ante esta realidad, Barón
lo tiene claro, «no tratamos tumores, tratamos
a personas que tienen tumores y que están sufriendo», recalca. El doctor
explica que no se debe tratar a los pacientes como si se tratase de “un taller
de automóvil”, pues cada uno tiene una realidad social.
Para remediarlo, el doctor Barón junto a
la SOG propone la realización de cursos de formación y talleres en los que se
potencie el aprendizaje por parte de los residentes en bioética, conociendo
mejor aspectos tales como aprender a dar malas noticias, comunicación empática o acompañamiento del paciente. El modo de impartir
estos cursos debe seguir las tendencias actuales de formación, con clases interactivas,
estudios de casos e incluso el empleo de vídeos con series o películas que
fomenten el debate sobre la ética de las técnicas empleadas.
Aunque este libro está enfocado hacia la
oncología, un área en la que la sensibilidad es mayor al tratarse de una
enfermedad tan compleja como el cáncer, cualquier otra disciplina médica debe
aplicarla. La ética es transversal,
alejada bastante de la verticalidad y fragmentación de otros conocimientos, lo que facilita su
incorporación ante cualquier situación frente a la que se encuentre el
profesional. Sin duda, merecedora de un lugar privilegiado en las facultades.
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