miércoles, 4 de enero de 2017

Ya ahora ¿Qué? lo arreglamos con 2.000 euros

Hace unos minutos una amiga me daba la noticia. Nadie mejor que ella sabe por lo que estaba pasando Amaresh. Y es que “mi amiga”, fue intervenida a finales del 2014, con los resultados que se podían prever, pues en Asturias tenemos excelentes profesionales en todos los campos de la medicina, pero no les están dejando trabajar ese puñado de nefastos políticos, ahora metidos a gestores.
“Mi amiga” era una de esas personas que llevaba varios años padeciendo obesidad mórbida. Mientras que el Sespa la mantenía recostada en sus interminables listas de espera, que por lo que está visto, no saben gestionar. Al fin mi amiga vio la luz, tras varios años de espera, es más, a día de hoy disfruta de su nueva vida y de muy buena salud.
Y es que la intervención para reducción de estomago en Asturias solo se realiza en el HUCA, y son apenas una 15 o 20 personas las que pasan por quirófano al año. Seguramente que si se pudiera hacer en Jove o en otro de esos otros hospitales concertados, las listas andarían más ligeras. Pero por desgracia, solo el HUCA dispone de los medios necesarios, y las consecuencias son las que son, por eso que hoy estamos hablando de una persona fallecida. Una chica de 24 años con toda una vida por delante, que ve su vida truncada por la pésima gestión de un puñado de irresponsables, para los cuales tan solo somos un número en un Historia Clinica.
Solo espero que los profesionales que les toque lidiar ahora con la autopsia y el resto de pruebas que deban de hacerse para poder clarificar la muerta de esta paciente, sean fieles a su Juramento Hipocrático. Estoy seguro que se los va presionar para que,…. Yo solo deseo que sepan estar a la altura, y piensen que podía haber sido un familiar suyo.
Al Sespa de nuevo se le deben de exigir responsabilidades, es hora de que las siglas Sespa queden a un lado, y estas se pidan a los gestores. Esos ineptos que tienen nombres y apellidos, para los cuales tan solo somos un número en una Historia Clínica.
El Defensor del Paciente tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo con Amaresh, y según parece lo había puesto en manos de la Fiscalía, deberá entonces de ser de justicia la que pare tamaño despropósito. Este es tan solo un caso más, que viene a confirmar, las terribles consecuencias que pueden ocasionar la mala gestión de un puñado de inútiles. A los cuales se les otorga pequeña cuota de poder, y se creen dioses, pero no dejan de ser más que un peligro para la sociedad que los rodea.
Por último decirle a quien corresponda en el Sespa ¿Cuánto vale la vida de Amaresh?.... 2.000 euros, o quizás esta vez van a ofrecerle a la familia algo más para que retire la denuncia.
En las altas esferas de Sespa, me consta que ya saben de lo que estoy hablando.
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EL COMERCIO.- 4/1/2016
Muere Amaresh, la joven que llevaba cinco años en lista de espera por una reducción de estómago
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·         Falleció el día de Nochevieja, en su casa de Pravia, mientras dormía la siesta. Tenía 24 años. La familia solicitó que le hicieran la autopsia y está a la espera de los resultados

L. Fonseca.- Su caso se encuentra en la Fiscalía, pero para Amaresh Fernández Rodríguez, que llevaba cinco años en lista de espera para una operación de reducción de estómago en el Servicio de Salud del Principado (Sespa), ya no habrá solución posible. La joven, que arrastraba una grave obesidad mórbida contra la que llevaba años luchando (llegó a pesar 125 kilos), falleció el pasado 31 de diciembre. Amaresh murió el día de Nochevieja. Se fue con el 2016, mientras dormía la siesta en su casa de Pravia. Tenía tan solo 24 años.

El fallecimiento de esta joven praviana, cuya situación en lista de espera del HUCA denunció EL COMERCIO el pasado 8 de octubre, se hizo viral de forma inmediata en foros y redes sociales que seguían de cerca el caso. Su familia «destrozada y rota de dolor» solicitó que le realizaran la autopsia ya «que queremos saber de qué murió nuestra niña», relataba ayer, acongojada su madre Isabel. Los resultados se conocerán dentro de unos días. Amaresh fue despedida el pasado lunes en el tanatorio de Pravia por sus familiares, sus padres, Horacio e Isabel, su hermana Saray «a la que adoraba», sus abuelos de Gijón, a los que visitaba toda vez que podía, sus tíos, primos, amigos y allegados. Todos consternados por la impactante pérdida.
Según relató su madre, Amaresh «se encontraba muy bien». Nada hacía prever el fatídico desenlace del sábado. La joven, que trabajaba como auxiliar administrativa, había pedido una semana de vacaciones «para disfrutar de las navidades con sus amigas. Estaba llena de proyectos». De hecho, se encontraba acondicionando parte de la vivienda familiar para «independizarse y vivir sola. En febrero iba a viajar con una amiga a Madrid. No paraba». Pero en la tarde del 31, tras comer con su familia en casa, «bajó a echar una siesta». Cuando su padre fue a buscarla hacia las ocho de la tarde, pensando seguramente en la cena de Nochevieja, la encontró muerta en la cama. Los servicios sanitarios del SAMU solo pudieron certificar su fallecimiento. «Ya no había nada que hacer».
«Me quiero operar porque si sigo así voy a acabar muriendo», relató con crudeza el pasado octubre a EL COMERCIO
Isabel Rodríguez, su madre, no se anima a aventurar ninguna conclusión sobre lo ocurrido pero que duda cabe que «la obesidad no era algo que jugara a su favor». Amaresh sufría un tipo de obesidad mórbida que ni ella ni los médicos consiguieron revertir mediante dieta, ejercicio o medicación. Pese a cumplir con todos los criterios clínicos para someterse a una cirugía bariátrica (reducción de estómago), el Sespa la había conminado a esperar hasta el año 2020. Llevaba cinco años aguardando por la ansiada operación. «Lo mío es un problema de salud», insistía ella. «No me quiero operar porque estoy gordita. Mis 125 kilos no son por zampar hamburguesas como me han llegado a decir. Me quiero operar porque si sigo así seguro que acabaré muriendo en poco tiempo», se quejó en su día con una crudeza que ahora asusta y hasta da rabia recordar.
Amaresh sufría problemas de tensión y de corazón provocados por su gordura, a los que se sumaban una diabetes que arrastraba desde pequeña, además de fibromialgia y ataques de ansiedad derivados de su situación. Llevaba pendiente de intervención que pusiera fin a su calvario o, en su defecto, de algún tratamiento efectivo que aminorara sus 125 kilos de peso. Decía que lo había intentado todo, algo que ayer ratificaba su madre. «Es verdad. Hacía todo lo que le decían los médicos y comía de forma saludable. De eso doy fe que era cierto». Su metabolismo le hacía ganar kilos aunque no probara bocado, como cuando estuvo ingresada una semana en el hospital y, pese a permanecer solo con suero, ganó cinco kilos.
Amaresh, harta de esperar y después de que el HUCA incumpliera su compromiso, por escrito, de operarla antes de agosto de 2016, puso su caso en manos del Defensor del Paciente, que presentó una denuncia ante la Fiscalía. En noviembre pasado, la entidad abrió diligencias, fue lo último que supo la joven sobre su caso. La familia permanece ahora a la espera de los resultados de la autopsia. «No sabemos qué haremos. No tenemos la cabeza para pensar en nada, solo en el dolor de no tener a Amaresh con nosotros».


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