Si bien las cosas tienen que ocurrir por algún motivo,
nada de lo que acontece a nuestro entorno es fruto de la casualidad, y mucho
menos ocurre por generación espontánea. El “mobbing” hoy día, es más común de
lo que nos podemos imaginar. Por eso que algunas veces cuando acudimos a la
consulta de un médico, y salimos de ella contrariados, e incluso cabreados, por
no haber sido atendidos como consideramos que nos merecemos, no es menos cierto
que somos desconocedores de su entorno laboral, lo cual hace que ciertas situaciones
creadas en un determinado momento, sean difíciles de comprender para quien acudió
a la consulta, buscando la mayor parte de las veces, algo que pueda aliviar
todos sus males. Seguramente que nuestro propio egoísmo, no nos permite
ponernos en el sitio de los demás, sin darnos cuenta con ello, que bajo aquella
bata blanca, hay un ser humano igual que nosotros, con sus propios problemas y
sus frustraciones, a las cuales nosotros acabamos de añadir alguna más. Estoy
seguro que son muchas las ocasiones, en las que ellos también se sienten incomodos,
no por nuestra presencia, todo lo contrario, por no saber transmitirnos lo que de
verdad quisieran, para así poder aliviar nuestras preocupaciones
El verdadero profesional quiere dar lo mejor de sí
en cada acto, pero desgraciadamente el sistema público de salud no les está
permitiendo hacerlo. Ellos lo saben mejor que nadie, ese es el motivo de la frustración
que padecen una buena parte de los mismos, al no poder aportar al sistema todo
aquello que desean. Pero créanme, aquellos buenos profesionales, que hoy día quieren
sobrevivir en el entorno de la Sanidad Pública, no se lo están poniendo nada
fácil, ya que no se les está permitiendo ejercer en las condiciones más idóneas,
o por lo menos, las que ellos consideran que les permitirían dar una mejor calidad asistencial.
Por eso que quizás ahora entiendan porque muchos
de ellos, cuando se les presenta la oportunidad, cogen y se van, pues el
destino es lo de menos. Su horizonte personal va más allá, los hay que solo
tienen un objetivo por encima de todos los demás, que les permitan trabajar,
para así poder dar a los demás lo mejor de sí mismo, ya que donde están, no les
están permitiendo desarrollar todo el potencial que llevan dentro, sin olvidar en
muchos casos, su gran humanidad, algo que hoy desgraciadamente escasea en
nuestra sanidad, y por supuesto en la sociedad.
Es entonces
cuando se producen las situaciones de “mobbing”, las cuales pueden desembocar
en “incapacidad laboral transitoria por síndrome de burnout”.
En el
siguiente artículo del Prof. Dr. José Antonio Flórez Lozano, Catedrático de
Ciencias de la Conducta de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo,
encontraremos una explicación detallada.
Y recuerden,
nada es fruto de la casualidad, incluso el contenido de este artículo no tiene por
qué ser fruto de esa casualidad.
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Acoso moral al médico
Prof. Dr.
José Antonio Flórez Lozano – LNE 19/9/2016
Las grandes instituciones como
hospitales y centros de salud, con mucha sobrecarga de trabajo y
responsabilidad, son proclives a que surja con intensidad el acoso moral al
médico. Líderes, jefes, compañeros, pacientes y familiares participan en este
festín del acoso moral al médico y, además, cualquiera de ellos puede ser
víctima y quedar atrapado en la telaraña del acoso. Se trata de una conducta hostil
o vejatoria reiterada frente al médico, una actitud que sigue aumentando. A
largo plazo, sus consecuencias se extienden desde el absentismo, aumento de
errores médicos y retrasos hasta diversas repercusiones en la salud de los
afectados: depresión, angustia, ansiedad, miedos, inseguridad, cefaleas,
polialgias, fatiga, trastornos digestivos, etcétera. Un médico describía su
caso: "Me encuentro en una situación de incapacidad laboral transitoria
por síndrome de burnout. Me consta que existe alguna sentencia que lo ha
reconocido como accidente laboral. ¿Puedo alegar este síndrome para obtener la
incapacidad?".
Desde el
punto de vista legal, algunos juzgados han comenzado a estimar demandas en relación al "mobbing" o acoso laboral
como accidente de trabajo. La baja laboral, en ocasiones, se produce por un
trastorno adaptativo acompañado de una intensa ansiedad que se traduce en un
gran desasosiego, malestar subjetivo, trastornos del sueño y gran tensión
emocional. En el "Diario Médico" del 23 de enero de 2003, podemos
leer que la baja laboral producida por
la conflictividad laboral debida a las irregularidades del servicio en la
distribución de turnos de guardia y días de libranza es accidente de
trabajo. Así lo entendió una sentencia del Juzgado
de lo social número 4 de Madrid. En este caso, el trastorno depresivo
motivado por causas laborales fue considerado como accidente de trabajo.
Se trataba
de una facultativa que fue discriminada
sistemáticamente por el jefe de servicio. Como consecuencia a este acoso
moral y psicológico, la médica fue diagnosticada por un equipo de salud mental.
El cuadro clínico que presentaba respondía a un trastorno adaptativo que
cristalizó en una reacción mixta de ansiedad y depresión. Durante su
enfermedad, tuvo varias recaídas, siendo diagnosticada finalmente de estrés
laboral, lo que se tradujo en última instancia en incapacidad temporal. En
efecto, lo mismo que muchos casos, fueron la presión laboral ejercida por su
jefe y su propia personalidad vulnerable a este tipo de agentes estresantes los
que originaron un grave desequilibrio psíquico. Además, habría que subrayar en
este caso el aislamiento social y profesional que le imposibilitaba acceder a
sus actividades formativas e investigadoras, cercenando de esa forma su proceso
de autorrealización y dañando gravemente su propia autoestima.
El acoso moral que sufrió esta
médica por parte de sus superiores se tradujo en un trastorno ansioso-depresivo,
diagnosticado en el propio servicio de urgencias del hospital donde trabajaba.
Asimismo, es interesante subrayar los cambios que se están produciendo a este
respecto en cuanto a la consideración jurídica del síndrome de burnout. En
efecto, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha dictado una
sentencia en la que reconoce como accidente de trabajo el suicido de una médica
residente que se lanzó al vacío desde el noveno piso de un hospital. El
sobreesfuerzo vinculado a su trabajo intenso en el hospital parece ser que
actuó como un potente detonante para explicar el síndrome ansioso-depresivo que
padeció y que cristalizó finalmente en una conducta autodestructiva fulminante.
Por lo tanto, cada vez más, el burnout nos muestra la cara más despiadada de su
poliédrica sintomatología. Hay que destacar también que la sociedad cada vez es
más sensible a este tipo de patología laboral que produce efectos altamente
estresantes entre el personal sanitario.
Asimismo, ya son varias las sentencias que
reconocen el acoso laboral en el trabajo, es decir, que el "mobbing” es accidente laboral. El Tribunal Superior de Justicia de Navarra
declaró que el "mobbing" se caracteriza por ser una forma de acoso en el trabajo en el que una persona o grupo
de personas se comportan abusivamente con gestos, palabras o de otro modo que
atentan a los empleados, con la consiguiente degradación del clima laboral.
Por su parte, otras sentencias han declarado que el mobbing debe indemnizarse como daño moral. Las sentencias destacan
el tipo de estrés que se da entre los
profesionales sanitarios y el hecho de que este síndrome no aparece de
forma súbita, sino como un continuum, un estrés de carácter crónico y
silencioso que se experimenta progresivamente en el contexto laboral.
Un Juzgado social condenó al
servicio de salud a indemnizar a un jefe de sección por los daños sufridos por acoso
laboral. Este servicio mantuvo al
reclamante recluido en un ambulatorio durante más de un año sin asignarle
pacientes, lo que evidencia una clara actitud hostil. La sentencia dice:
"Siendo tan patente la situación de conflicto, el servicio de salud no
puso en marcha el protocolo de conciliación en situaciones de acoso laboral,
excepto que deliberadamente no quisiera evaluar el daño psíquico y profesional
del médico". El médico afectado, que trabajaba en un hospital, fue trasladado
por decisión del gerente a un ambulatorio. Allí no tenía pacientes, no había
enfermera, no había material profesional y tampoco podía asistir a cursos de
formación. El Juzgado social consideró flagrante el incumplimiento de la
normativa de prevención de riesgos laborales. El fallo del juzgado calificó la
actitud del servicio de salud como una conducta
"pluriofensiva" que vulneró
intencionadamente la dignidad del facultativo. Todo un comportamiento
típico de acoso laboral o "mobbing".
En fin, en
las instituciones hospitalarias, tal vez por una organización deshumanizante y
por una promoción lenta e injusta, la conducta de acoso y hostilidad del
"mobbing" se repite una y otra vez, la presión psicológica puede ser
constante y, además, es denigrante con el fin de que abandone la empresa a un
coste cero o se interrumpa su carrera profesional. Se trata de un plan de
autoeliminación laboral que consiste básicamente en turnos nocturnos, férreo
control en sus ausencias al lavabo, producirle un vacío dentro de la institución
(por ejemplo, marchar todos cuando se acerca la víctima), imputarle ante los compañeros todos los males de la organización o el
servicio, no considerar sus propuestas, actitudes humillantes del grupo, ausencia de reconocimiento en
cuanto a su valía profesional,
silencios informativos, falta de
comunicación, de consideración,
etcétera.
En otro
caso, en concreto, al médico se le había restringido
el uso y acceso a los medios informáticos, se le suprimió el complemento de
productividad y se difundieron acerca de él falsos rumores sobre su vida íntima
y personal y también sobre su
competencia profesional. Un estrés psicológico crónico capaz de disminuir
su enriquecimiento personal, su equilibrio emocional y su dinamismo familiar.
Al final se llega a producir incapacidad laboral (¡y esto es especialmente
grave!), porque ¿cuántos médicos se encontrarán en este trance?
En estos
casos, por lo tanto, hay una historia muy angustiosa en la que la realidad y
los tormentos psíquicos de nuestro gran protagonista se mezclan componiendo un
todo inasible, una capa de agobio, malestar, disconformidad y desaliento
ciertamente desasosegantes, debido a ese entorno de acoso y de dirigismo sin
límites, capaz de reventar el equilibrio nervioso de cualquier ser humano y de
apagar el sol de la sonrisa, germinando a su alrededor un horizonte de
tristeza, desmotivación y desaliento. Y su pensamiento es invadido por ese tono
vital melancólico (¡aquí no hay nada que hacer!, ¡no quiero saber nada de
nada!, ¡sólo quiero pasar!, ¡que nadie se acuerde de mí!, ¡ya no me interesa
nada!, ¡mi carrera se ha terminado!). Todo ello genera disfunciones en la
esfera psíquica: dependencia emocional, baja autoestima, desconfianza,
desmotivación, angustia, introversión exacerbada, irritabilidad, ansiedad y
falta de habilidades sociales.
Aproximadamente,
un 66 por ciento de los médicos que sufren este tipo de acoso en su medio
laboral (servicio, departamento, centro de salud, hospital) evidencian síntomas
depresivos y un profundo malestar ante los múltiples hechos de humillación y
marginalidad. Por eso es necesario potenciar la seguridad de la higiene y de la
salud de los trabajadores, un objetivo que no puede subordinarse a
consideraciones económicas (Directiva 93/104 e interpretación jurisprudencial
del Tribunal de Luxemburgo).
Pero,
además, el acoso moral y/o psicológico activa una imagen de sí mismo muy
negativa (pesimismo defensivo). Esto explica el desequilibrio emocional grave
que se produce en el médico (problemas emocionales frecuentemente ocultados) y
que se revela con contundencia en las tasas superiores respecto a la población
general en índices de alcoholismo, automedicación, adicción a drogas,
conflictos matrimoniales, perturbaciones psicológicas y trastornos
psiquiátricos (depresión y suicidio). Asimismo, las tasas de morbimortalidad
por enfermedad cardiovascular, la cirrosis hepática y los accidentes de tráfico
son tres veces más altos entre los médicos que en la población general. Además,
el burnout es ya la tercera causa de enfermedad profesional y es preocupante
que las estadísticas digan que hay un 5 por ciento de profesionales médicos que
son absolutamente irrecuperables.
Los mayores
determinantes del síndrome son: baja implicación laboral, escaso nivel de
autonomía, indefinición de tareas, malestar físico, elevada presión en el
trabajo, ausencia de apoyo en la supervisión y/o dirección, rutina y excesiva
burocratización. La falta de soporte social, tanto dentro como fuera del
trabajo, posibilita, por otra parte, la aparición e intensificación de este
síndrome. Aproximadamente un 60 por ciento de los médicos lo han sufrido en
algún momento de su vida profesional. La falta de tiempo y la necesidad de que
el médico adquiera habilidades de comunicación, empatía y autocontrol emocional
es esencial para garantizar un mecanismo de defensa eficaz frente al burnout.
Asimismo, es
prioritario generar una buena atmósfera de equipo, un óptimo liderazgo y una
agenda asistencial que permita un rendimiento adecuado, al tiempo que se ha de
potenciar la formación continuada dentro de la propia jornada laboral. Pocas
profesiones exigen un esfuerzo motivacional y vocacional comparable al de los
médicos. Un gran índice de exigencias, de labor intensa y de alta
responsabilidad, de atención polarizada se le exige continuamente al médico.
Además, ha de sobreponerse a su fatigoso trabajo exhibiendo cualidades de
empatía, amabilidad, generosidad, prestancia, atención intensa, escucha,
compasión, ternura, paciencia, educación, sensibilidad, afectividad, etcétera, cualidades
psicológicas que son necesarias para tratar al paciente, antes que a la propia
enfermedad.
Pero esta reacción psicológica que
antaño mantenía el equilibrio, la satisfacción y el impulso vocacional del
médico se ha venido abajo. Quizá ésta sea la llave para explicar el estrés crónico del médico:
"La velocidad de adaptación de los médicos a los cambios históricos y
sociológicos ha sido menor que el propio ritmo de transformaciones de la
realidad sanitaria". Además, el
afán de compromiso, la entrega y pasión en su trabajo, a veces, le lleva a
sentir como propios muchos de los problemas que sus pacientes le presentan. El
médico, por lo tanto, puede ser fácilmente presa de ese estrés crónico que le
conduce inexorablemente al burnout, y su estrés puede ser realmente extenuante,
ya que invierte una gran cantidad de tiempo y se implica intensamente con
pacientes y compañeros. Si a ello añadimos una personalidad perfeccionista y
obsesiva, junto a otros rasgos típicos de la personalidad tales como una elevada
autoexigencia y entrega exagerada en sus tareas profesionales, se convierte
fácilmente en presa de esta enfermedad, lo cual le produce un desgaste anímico
que puede ser determinante en enfermedades graves como el infarto de miocardio.
De ahí que
recientemente el Juzgado de lo social número 10 de Sevilla haya reconocido en
un médico de atención primaria que su fallecimiento a consecuencia de un
infarto agudo de miocardio vinculado al síndrome de estar quemado fuera
considerado como accidente de trabajo. La ayuda y comprensión del médico es
esencial para garantizar su salud integral y la mejor calidad asistencial de
los enfermos. La inversión económica, formativa e investigadora en este
capítulo es fundamental.
El médico,
como cualquier otro profesional, necesita ayuda profesional mediante programas
continuados de prevención y control del burnout y una organización equilibrada
y sensible que sepa detectar y escuchar sus necesidades y demandas. La salud del médico es, de alguna manera,
la salud de todos los pacientes, las dos caras de una misma moneda.
Convertir los rostros de malhumor en actitudes positivas y sonrientes ante el
paciente es el gran objetivo de todos para garantizar una mejor calidad
asistencial.
Me alegra que te haya gustado mi foto Jesus.
ResponderEliminarEspero que sepas que las fotos, como muchas otras cosas, tiene Copyright y no estaría de mas pedir permiso para su publicación y aún más para su manipulación.
Pero bueno, igual hasta debería estar contento ya que no quitaste la firma...