Todo dio comienzo aquel 1 de julio de 2013, lo
que debería de ser una rutinaria consulta en el servicio de oncología radioterapia, en el Hospital
Universitario Central de Asturias, por aquel entonces situado en el Cristo, fue
el principio de algo que por ahora no tiene visos de terminar, por lo menos por
mi parte, y para desgracias algunos.
Aquel día me dirigiste una mirada llena de
preocupación, fue entonces cuando comprendí que había algo más. Quisiste seguramente
decirme más cosas, pero las presiones de aquellos irresponsables que decían
gestionar la sanidad pública, te lo impedían. Mucho tiempo después para mí
desgracia, me fui enterando del infierno que estabais soportando, la tensión a
la que estabais sometidos desde hacía meses. Por aquel entonces, tu cuerpo te había
dado un primer aviso, tú también precisaste de los cuidados de la sanidad
pública, pues fuiste un paciente más. Pero eso no fue impedimento para que los
irresponsables continuaran apretando la tuerca, y encima te veías atado de pies
y manos, sin poder atender a tus pacientes como te hubiera gustado hacerlo.
Los meses pasaban, y contra ti se tomaron todo
tipo de decisiones arbitrarias, había
también como tu sueles decir, daños colaterales hacía aquellos que te prestaban
su apoyo, eras casi un apestado en tu puesto de trabajo, o por lo menos es lo
que intentaron transmitir algunos.
Quizás un día nos sentemos para enumerarlas
todas y cada una de las canalladas que te llevan echo, y lo vamos hacer no para
recordar los malos momentos vividos, si no para someter a escarnio público a
todos aquellos que dentro de su bajeza moral, sabían lo que hacían, pero sobre
todo, eran conscientes de los perjuicios que estaban ocasionando, pero no solo
a ti, pues estaban los pacientes de por medio, eso era lo que a ti te corroía
por dentro, pero incluso eso a ellos no les importo lo más mínimo.
En estos 32 meses, llego ingente cantidad de información a mis manos por infinidad de canales,
lo que me permitió mantener viva la antorcha de una lucha, que sabía desde un
principio que sería desigual, pero aun así, no me hizo doblegar en ningún
momento, a pesar de algún mazazo recibido, como el que supuso el archivo de mi
denuncia por parte de la Fiscalía del Principado de Asturias.
Claro que no hay mal que por bien no venga, y el
haber podido presenciar en directo algunas
actuaciones en la GJP de ciertos titiriteros, me permitió descubrir la mezquindad
de algunos, el cinismo de otros, la miseria que ciertos especímenes acumulan a
sus espaldas, junto con una dosis de hipocresía, que si la sociedad se fijara un
poco más, mejor nos iría después a todos.
Claro que si tengo que recordar a uno con
especial repugnancia, es al Senador, menudo buitre carroñero, se ve que con el
paso de los años, su estómago ya se acostumbró al hedor de lo putrefacto, y
cuanto más, mejor.
La ruindad de otros no tiene límites, sin ir
más lejos debo de recordar a un tal Fernando González Botella, o en su defecto,
San Pablo de Tarso, los cuales también aportaron su granito de arena en todo
esto, aunque aquellos velados intentos de amenaza, parece que a día de hoy no
les dieron el resultado apetecido.
Y es que cuando se aplica a todo ello una buena
dosis de sentido común, y se respalda con un puñado de documentos, que no solo
acreditan lo que se denuncia, es que además demuestran que es cierto, poco o
nada se puede hacer en contra. Hasta el yihadista de Tino Blanco se quedó sin
argumentos en más de una ocasión. Mención especial merece, aquella tarde del 12
de junio de 2014 ante el PJG, donde su careto fue todo un poema, y eso que ya
había desbloqueado el fármaco en cuestión días antes, como se puede comprobar
por documentos que existen de fecha de 4 de junio. Al final mi insistencia, y
las presiones de la Defensora del Pueblo, terminaron por dar los frutos
deseados.
Pero en la secta son todos iguales, hoy tengo
que recordar a la demagoga de Carcedo, cuando un buen día se permite publicar
un artículo de opinión en LNE que llevaba por título, “Luces de Alarma en la
sanidad pública”, se le olvido seguramente añadir lo de “asturiana”. El caso es
que la envestida que recibió por mi parte, no debió de sentarle muy bien, que a día de hoy no
volvió a escribir sobre sanidad.
Pero volviendo a lo que nos ocupa hoy, tu entereza
moral y tus principios, junto a la ética que debe no solo tener un buen
profesional, es que además debe de demostrarla, te hicieron mantenerte firme
contra viento y marea. No recibiste muchos apoyos, porque como decimos en el
occidente, “el que ten cú, ten medo”, pero más vale poco y bueno, que mucho y
mezquino.
Como le dije a un señor hace unos días, “…con
lo fácil que hubiera sido haber respondido a mi denuncia, que no era otra cosa,
que la solicitud de explicaciones, a la denegación de un fármaco que tu pedias,
con el objeto de paliar las consecuencias que la evolución del cáncer de próstata
estaba produciendo en uno de tus pacientes”.
Pero aquello que la administración te estaba
vetando, te hacia recordar una y otra vez algo que además era muy importante
para ti, la vida y el bienestar de tú paciente. De otro lado estaba tu
Juramento Hipocrático, al cual te debes tú y los demás, aunque algunos al
parecer, lo dejaron muy a menudo olvidado en el cajón de su despacho. Ese
juramento que te obliga a poner toda tu sapiencia al servicio del paciente para
intentar curarlo, y si no fuera posible, aliviarle el dolor y el sufrimiento, tú
lo tenías claro, otra cosa bien distinta eran los gestores de la administración,
los cuales además te estaban impidiendo llevarlo a cabo.
Pero mira tú por donde, que aquel “tendero” de
Vegadeo resulto ser demasiado insistente, o como se dice vulgarmente, demasiado
cabezón, algo con lo que la administración socialista de Asturias no contaba. Desde
entonces y hasta el día de hoy, recibí y recibo el apoyo incondicional de
centenares de personas, pero también debo de indicar, que sin esa ingente cantidad
de manos anónimas en muchos casos, que a lo largo de todo este tiempo me prestaron
su apoyo incondicional, nada de esto hubiera sido posible.
Hoy deseo agradecer a los profesionales de la
sanidad que me habéis asesorado y guiado a lo largo de todos estos meses
vuestro apoyo. Estoy seguro que sin vuestros sabios consejos el resultado no
hubiera sido el mismo. Pero también a todas esas otras hormiguitas, que en algún
momento aportasteis ese insignificante grano de arena, que no por pequeño fue
menos importante, pues unido al resto, ayudo a construir el granero, por tanto ahora
estoy en deuda con todos vosotros.
Por último, un recuerdo especial para ti, por
haber estado siempre a mi lado y con tu mano tendida sin pedir nada a cambio,
pues sin tu apoyo y tu trabajo diario, hecho desde el primer día de forma desinteresado,
no hubiera sido posible hacer tanto ruido, e incomodar tanto a los okupas apoltronados
en Fruela 13.
Tu y yo ahora sabemos de la ayuda prestada a
otros pacientes, la cual hizo que decenas de ellos se pongan en pie de guerra,
y no se queden de brazos cruzados ante tanta injusticia social como nos rodea.
Los había que no se atrevían, otros dudaban de la fuerza de la denuncia, al
final, conseguimos que dieran un paso al frente.
Y a ti
AMIGO mío, aunque ya sé que lo sabes, no te voy a dejar solo, pues algunos te deben un respeto, el cual te fuiste ganando con tu buen hacer, entre aquellos que fueron tus pacientes.
Solo me resta daros las gracias a TODOS.
Nos vemos en la publicación 1.001,…. por el
momento.
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