martes, 22 de marzo de 2016

La deshumanización de los hospitales



Estos días se celebré el II Congreso de Estudiantes de Medicina, donde se alertó sobre la deshumanización de la sanidad, algo que ya no nos coge de sorpresa a unos cuantos. Al mismo tiempo que alguno de los profesionales asistentes al mismo, tuvo el valor, que por otro lado lo honra,  de reconocer públicamente, que “sabemos mucho sobre como curar, pero nos olvidamos de cuidar”. Tampoco le supuso reparos reconocer, que en algunos casos el ambiente del hospital, “es un ambiente hostil”.
Los hospitales son espacios creados para curar, pero en demasiadas ocasiones se están convierten en espacios hostiles, y desgraciadamente  no solo para los pacientes. Ya que desde las propias gerencias sanitarias se están propiciando climas de tensión, que terminan por crear una atmosfera que llega a ser irrespirable, donde lo que menos importa es el ser humano.
El trato que reciben los pacientes en muchas ocasiones, es la consecuencia directa del ambiente de trabajo que rodea al profesional. Por eso que no debemos de extrañarnos, cuando el comportamiento de los mismos se vuelve huraño, pues son ellos los primeros en sufrir las consecuencias del mal ambiente reinante, lo que en muchos casos los obliga a no poder llevar a cabo su labor come debieran, propiciando entonces todo tipo de situaciones, las cuales en algunas ocasiones, se pueden convertir en dantescas. Pero no debemos de tener la menor duda, que todo ello viene propiciado de la toma de decisiones absurdas por parte de los gestores.
Si algo urge cambiar en la sanidad, pero también en otros muchos estamentos de nuestra sociedad, son esas personas de bajo perfil y nula cualificación profesional, a las cuales se les encarga la gestión de un proyecto sin estar capacitados para llevarlo a cabo. Y debemos de intentar por todos los medios que no lleguen a esos puestos de libre designación en la mayoría de los casos, pues terminan por convertirse en un peligro para el resto de la sociedad.
Por eso que los hospitales tienen que ser un lugar donde el paciente ingresa para mejorar de sus dolencias, no tiene por qué sufrir en sus carnes las consecuencias de un ambiente enrarecido, por una mala gestión. Pero además debe de ser un lugar agradable, donde los profesionales puedan desarrollar su labor diaria, sin tener que padecer el acoso de los gestores. El hospital fue pensado como el lugar idóneo para el descanso, la cura y recuperación del paciente,  y mal vamos cuando algunos gestores se empeñan en que funcione como una cadena de montaje, donde solo se busca la rentabilidad del proceso.
Algunas de las situaciones denunciadas en este congreso deberían de ser tomadas en consideración por parte de la administración, pues muchas de ellas bien pudieran dar una mejor calidad al paciente durante su estancia. Para ello se tiene que tomar en consideración la opinión de los profesionales, de aquellos que permanecen a diario a pie de obra, que son los que verdaderamente ven y palpan en su quehacer diario las carencias y los problemas cotidianos. Cosas tan simples como las horas de sueño durante la estancia del paciente, la comida, o incluso un simple pijama, el cual algunas veces vulnera la dignidad del paciente, son cosas que deberían de tomarse en consideración, ya que formaron parte de este debate.
Se habló también de la “deshumanización” que sufren los complejos hospitalarios, donde todos somos parte de un sistema informático, el cual nos adjudica un número, y por tanto ya formamos parte de una base de datos, dejamos de ser pacientes con nombres y apellidos.
Que en dicho congreso los futuros profesionales de la medicina sean capaces de advertir que “el primer paso para mejorar, es ponerse en la piel de paciente, con el sano propósito de eliminar sus miedos y sus fobias, es algo a lo que no todos están dispuestos.
Porque ellos saben mucho sobre cómo curar, pero se les olvida con demasiada facilidad otra parte fundamental, que es la cuidar. Tienen que volver al lado más humanista de la profesión, seguramente que con ello se conseguiría una gran mejora en la relación médico paciente, que llevaría añadida consigo el objetivo final que se busca, que no es otro, que la cura y la recuperación del enfermo.
Esta última reflexión bien pudiera marcar el camino para ver la luz al final del túnel, donde la confianza médico paciente vuelva a ser lo que en un tiempo no muy lejano era. Pues aquel “usted” de antaño, no marca una diferencia social, era tan solo una muestra de respeto, aprecio y admiración, junto a la confianza que en el depositábamos, y que ahora en muchos casos está perdida.
El “póngase en mi lugar”, pero sobre todo, el hecho de pensar en cómo le gustaría que lo trataran a él, si estuviera al otro lado de la mesa del despacho, sería también un buen punto de partida.
Sería bueno que algunos bajaran a la tierra de vez en cuando, y copiaran de la eterna sonrisa que nos encontramos en la enfermara o la auxiliar de turno, la cual a buen seguro también luchan en su quehacer diario con algunos problemas personales y familiares, pero su sonrisa, junto a la siempre oportuna palabra amable, prevalecen por encima de todo.

Si sabemos cuáles son las carencias y debilidades, pues a que estamos esperando para ponerles solución a las mismas, pero háganlo contando con la opinión de todas las partes implicadas.

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