viernes, 11 de abril de 2025

Esto es también "Memoría Histórica" de la Sanidad pública asturiana


 "Un músico debe hacer música, un artista debe pintar, un poeta debe escribir. Lo que un hombre puede ser, debe serlo"

Cuando la necesidad nos obliga a discurrir por caminos hasta entonces desconocidos y oscuros, la hasta entonces inexplorada autoconfianza cobra un destacado interes. Es en ese momento cuando descubrimos la valentia, el esfuerzo, la capacidad de lucha, e incluso la hasta entonces desconocida autosuficiencia. 

Fue aquella necesidad la que me llevo hace ya más de diez años a indagar sobre la obra, vida y milagros de algunos de aquellos sujetos que me iba encontrando en mi tortuoso camino. Tiempo me llevo el poder discenir los retorcidos viricuetos que rodean el hasta entonces para mi desconocido mundo de la Sanidad. Pero mucho más tiempo necesite para discernir la tramoya que tras de si escondia una palabra tan cotidiana para todos como es la de la "salud". 

Jamás me hubiera podido imaginar que los portadores de algunas de aquellas batas, que en su día habían realizado el Juramento Hipócratico y la promesa de respetar la vida y la dignidad de los pacientes, ejercer la medicina con ética y compartir conocimientos, pudiera esconder en algunos casos tras aquellas impolutas batas blancas tanta miseria humana, inmundicia y mezquindaz. En algunos casos resultarón ser tan solo unos miseros sepulcros blanqueados al servicio de quien les había proporcionado el cargo.

En el momento de ser admitido como miembro de la profesión el nuevo médico, en un acto solemne, admite ante sus maestros que le enseñaron todo cuanto sabe, y jura que:

  1. Consagraré mi vida al servicio de la humanidad.
  2. Guardaré a mis maestros el debido respeto y gratitud.
  3. Practicaré mi profesión con conciencia y dignidad.
  4. La salud de mis pacientes será el objetivo prioritario de mi trabajo.
  5. Respetaré los secretos que me fueren confiados en todo aquello que con ocasión o a consecuencia de mi profesión pudiera haber conocido y que no deba ser revelado.
  6. Consideraré a mis colegas como a mis propios hermanos y no formularé a la ligera juicios contra ellos que pudieran lesionar su honorabilidad y prestigio.
  7. No permitiré que prejuicios de religión, nacionalidad, raza, partido político o nivel social se interpongan entre mi deber y mi conciencia.
  8. No prestaré colaboración alguna a los poderes políticos que pretendan degradar la relación médico-enfermo restringiendo la libertad de elección, prescripción y objeción de conciencia.
  9. Guardaré el máximo respeto a la vida y dignidad humanas. No practicaré, colaboraré, ni participaré en acto o maniobra alguna que atente a los dictados de mi conciencia.
  10. Respetaré siempre la voluntad de mis pacientes y no realizaré ninguna práctica médica o experimental sin su consentimiento.
  11. No realizaré experimentos que entrañen sufrimiento, riesgo o que sean innecesarios o atenten contra la dignidad humana.
  12. Mantendré la noble tradición médica en lo que a publicidad, honorarios y dicotomía se refiere.
  13. Procuraré mantener mis conocimientos médicos en los niveles que me permitan ejercer la profesión con dignidad y seguridad.
  14. Si llegado el día en que mis conocimientos o facultades físicas o sensoriales no fueran las idóneas para el ejercicio profesional no abandonase éste voluntariamente, pido a mis compañeros de hoy y de mañana que me obliguen a hacerlo.
  15. Hago estas promesas solemne y libremente, bajo Palabra de Honor, en memoria de todos los que creen o hayan creído en el honor de los médicos y en la ética de sus actuaciones.

¡ Que bonito queda pero que poco se cumple !

¡ Que grande le queda este Juramento a más de uno !  

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