En un momento de hacer balance del
año que termina y propósitos para el que comienza, me ha parecido de lo más
oportuno centrar mi humilde reflexión en aspectos tan relevantes como son la
calidad y la seguridad en las organizaciones sanitarias. Y a ello me han dado
pie dos recientes publicaciones que arrojan luz sobre estos aspectos: el
informe "Taking the Pulse of Quality of Care and Patient Safety in the WHO
European Region" y el estudio "Cultura de Seguridad del Paciente en España: Percepciones y
Tendencias" de SECA-FIDISP. Ambos documentos ofrecen una base extraordinaria para
analizar y guiar actuaciones sobre calidad y seguridad en la sanidad española, abordando tanto el diagnóstico como las propuestas
de mejora desde una perspectiva global y local.
La sanidad española, como parte de un panorama europeo complejo, enfrenta una serie de retos que
exigen soluciones estructurales, innovadoras y colaborativas, también en el
ámbito de la calidad asistencial y la seguridad del paciente. Todo el trabajo
realizado en los últimos años ha facilitado que en España se haya consolidado
una cultura corporativa en torno a estos aspectos, habiéndonos dotado de
estrategia, instrumentos y recursos que nos permiten avanzar en el ciclo de
mejora continua. Pero debemos seguir evolucionando, y para ello son
imprescindibles la autoevaluación y la evaluación comparativa que estos
informes nos facilitan.
Diagnóstico integral: disparidades regionales y brechas persistentes
Tal como señala el informe de la OMS, solo un
tercio de los países europeos, incluida España, cuentan con planes nacionales
plenamente desarrollados para garantizar la calidad y la seguridad de los
pacientes. Esta realidad refleja desigualdades territoriales en aspectos como
los recursos disponibles, la implementación de tecnologías y la calidad
de la formación de los profesionales sanitarios.
El estudio de SECA-FIDISP destaca que un
27% de los profesionales perciben insuficiencia en la dotación de recursos
humanos, especialmente en atención primaria. Esta cifra se agrava en regiones rurales, donde la falta de determinados
perfiles genera una sobrecarga laboral que afecta tanto a la calidad del
servicio como al bienestar de los profesionales. Estas disparidades, además de
reflejar retos organizativos, subrayan la importancia de políticas integradoras
y de recursos equitativos en todo el territorio.
Solo un tercio de los países europeos, incluida España,
cuentan con planes nacionales plenamente desarrollados para garantizar la
calidad y la seguridad de los pacientes
El citado estudio revela que, aunque
existe conciencia sobre la importancia de la seguridad del paciente, las
mejoras tangibles son limitadas. Factores como la comunicación ineficaz, la
insuficiente notificación de eventos adversos y la falta de recursos adecuados
generan un clima de inseguridad que afecta tanto a los pacientes como al
personal sanitario. En concreto, solo
un 45% de los profesionales informaron que su organización facilita un entorno
donde los errores se pueden notificar sin miedo a represalias, un dato que subraya la necesidad de
fomentar una cultura de seguridad no punitiva.
En cuanto a la calidad, se identifican áreas de
mejora relacionadas con la coordinación entre niveles asistenciales, la equidad
en el acceso a tecnologías y la estandarización de protocolos clínicos. Estas
brechas afectan tanto la eficiencia del sistema como la experiencia del
paciente, quien se enfrenta a desafíos adicionales en la continuidad de su
atención.
Indicadores clave y consecuencias críticas
Entre los indicadores más preocupantes se encuentran las tasas de mortalidad
prevenible y tratable en España. Aunque
no son altas en comparación con otros países europeos, representan un área con
un amplio margen de mejora. Un abordaje centrado en la salud, desde la
educación, la promoción y la prevención, debe complementar el tradicional
enfoque hacia la enfermedad.
Por otra parte, según datos del informe de la
OMS, alrededor del 10% de los pacientes hospitalizados en Europa
sufren eventos adversos evitables, y España no es una excepción. Además, la transición entre niveles asistenciales, se
realiza de manera ineficiente, lo que genera retrasos en el tratamiento y
resultados adversos evitables.
En otro orden de cosas, he de resaltar también
que un 55% de los profesionales consideran que su organización no ofrece
suficiente feedback después de un incidente, lo que limita las oportunidades de
aprendizaje y mejora. Estos datos subrayan la necesidad de implementar sistemas
de notificación y retroalimentación que permitan un análisis constante de los
errores y la generación de soluciones efectivas.
Propuestas para un cambio transformador
De las áreas de acción recogidas en ambos
informes, considero que los ejes para la transformación más importantes son los
siguientes:
1. Gobernanza integral y liderazgo transparente
Es fundamental actualizar y fortalecer el Plan
de Calidad para el Sistema Nacional de Salud y la correspondiente Estrategia de
Seguridad del Paciente, que unifique esfuerzos y establezca metas claras. En
todo caso, este plan debe incorporar:
- Estándares armonizados: Garantizar que todas las
comunidades autónomas trabajen bajo los mismos principios de calidad.
- Participación ciudadana: Fomentar la inclusión de
pacientes en la toma de decisiones para aumentar la transparencia y la
confianza.
- Una gobernanza eficaz también implicaría la creación de un observatorio nacional de calidad, que recopile, analice y publique datos clave sobre indicadores de seguridad y resultados en salud. Este organismo podría servir como un foro de aprendizaje y colaboración entre Comunidades Autónomas, compartiendo buenas prácticas y promoviendo la mejora continua.
2. Fortalecimiento de la cultura de calidad y seguridad
Promover una cultura de aprendizaje continuo es
fundamental, especialmente en entornos donde la innovación es constante. Esto
incluye:
- Notificación no punitiva: Consolidar sistemas
donde los profesionales puedan reportar errores sin temor a represalias.
- Capacitación continua: Implementar programas
formativos obligatorios en seguridad y calidad para todos los
profesionales sanitarios.
- Solo un 43% de los profesionales perciben que su organización fomenta activamente el aprendizaje de los errores. Este porcentaje debe incrementarse mediante talleres prácticos, simulaciones y sesiones de reflexión colaborativa. Además, los líderes organizacionales deben asumir la responsabilidad de promover este cambio cultural.
3. Innovación tecnológica al servicio de la calidad
La digitalización es fundamental para mejorar la
calidad asistencial. Las acciones clave incluyen:
- Registros electrónicos: Garantizar la
interoperabilidad entre sistemas para facilitar la continuidad del
cuidado.
- Inteligencia artificial: Desarrollar herramientas
que permitan identificar riesgos clínicos y optimizar recursos.
- El uso efectivo de tecnología digital puede reducir hasta un 20% los errores en la administración de medicamentos, según la OMS. Además, implementar sistemas de seguimiento automatizados podría ayudar a reducir las tasas de infecciones asociadas a la atención sanitaria, otro de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos de manera global.
4. Las personas como base del sistema
El personal sanitario es el pilar del sistema
sanitario. Para fortalecerlo, se requiere:
- Reducir la sobrecarga laboral: Especialmente en
ámbitos críticos como la atención primaria.
- Programas de atención psicosocial: Ofrecer apoyo
emocional y social a los profesionales tras incidentes adversos.
- Mecanismos que retengan el talento en regiones rurales garantizarán una distribución equitativa de profesionales en todo el territorio. Según SECA-FIDISP, un 60% de los profesionales consideran que la mejora de las condiciones laborales sería clave para una mayor motivación y compromiso.
5. Equidad y acceso universal
La reducción de inequidades debe ser prioritaria
en todo el entorno europeo. Esto implicaría, entre otros:
- Distribución equitativa de recursos: Asegurar que
todas las regiones tengan acceso a tecnología y medicamentos esenciales.
- Programas preventivos: Reducir hospitalizaciones evitables mediante formación, atención primaria resolutiva y continuidad asistencial.
6. Enfoque en la experiencia del paciente
- Incorporar la perspectiva del paciente en el
diseño y evaluación de servicios sanitarios resulta imprescindible. Esto
incluye:
- Encuestas regulares de satisfacción y experiencia
del paciente.
- Creación de comités consultivos con pacientes
para identificar áreas de mejora.
- Participación activa en los modelos de gobernanza sanitaria.
Una visión para el futuro
El futuro de la sanidad española debe estar
cimentado en un compromiso firme con la calidad y la seguridad como principios
esenciales. Ambos conceptos, profundamente interconectados, no solo aseguran
mejores resultados en salud, sino que también generan confianza
en los pacientes y en los profesionales sanitarios.
La calidad asistencial exige ser entendida como
un concepto dinámico y multidimensional, que se nutre de la innovación, el
aprendizaje continuo y la colaboración entre todos los actores del sistema.
Para lograr este objetivo, España necesita avanzar hacia un
modelo más equitativo y resiliente, adaptado
a las necesidades de una sociedad en constante evolución. Esto implica no solo
mejorar los procesos actuales, sino también anticiparse a los retos futuros con
visión estratégica.
Un 55% de los profesionales consideran que su organización no
ofrece suficiente feedback después de un incidente, lo que limita las
oportunidades de aprendizaje
La seguridad del paciente, por su parte, debe seguir consolidándose como
una prioridad absoluta en todas las áreas del sistema sanitario. En un contexto
de creciente complejidad en las organizaciones y en los procesos, garantizar
entornos donde los errores sean oportunidades de aprendizaje y no fuentes de
castigo es fundamental para progresar.
Lograr un sistema sanitario que sea referente en
Europa pasa por reforzar tres pilares fundamentales: la participación activa de
los pacientes, la formación y bienestar de los profesionales, y el
aprovechamiento de la tecnología como herramienta transformadora. La
colaboración entre Comunidades Autónomas, el
compromiso político y el liderazgo desde las propias instituciones sanitarias
son elementos indispensables para avanzar en esta dirección.
En última instancia, alcanzar estas metas requiere
voluntad, planificación y acción conjunta. Es el momento de construir un futuro
donde cada decisión esté orientada a brindar una atención segura, humana y de
calidad para todos los ciudadanos. España tiene la oportunidad de posicionarse
como un modelo de referencia en Europa, demostrando que, cuando se alinean
esfuerzos, la excelencia es alcanzable.
Fuente documental:
https://www.redaccionmedica.com/opinion/felix-rubial-7847/hacia-una-sanidad-espanola-lider-en-calidad-y-seguridad-9271
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