El tiempo de duración de las vacunas y su efectividad ante la variante delta que se está expandiendo son las claves.
Estas son las razones por las que será necesaria una tercera dosis contra el coronavirus
El Gobierno del
Principado asumía hace unos días que será necesaria una tercera dosis para
mantener a la población asturiana protegida frente al Covid-19.
El Consejero de Salud, Pablo Fernández Muñiz, hacía referencia a ello
durante su comparecencia en la Junta General del Principado y señalaba que por
lo que están dirimiendo los técnicos en los distintos niveles, nacional o
europeo, «parece que será necesaria una dosis de recuerdo o tercera dosis» como
sucede con otras enfermedades. Es lo mismo que sucede con el tétanos o la
gripe, que por sus mutaciones requiere poner una nueva vacuna cada otoño.
«Con el Covid nos están diciendo que algo semejante va a ocurrir», decía
el responsable regional, dejando la puerta abierta a la necesidad de
inocular otra pauta a la población. Pero ¿cuáles son las razones por las que
los expertos ven necesaria una tercera dosis contra el coronavirus?
El epidemiólogo
y profesor Pedro Arcos hace referencia a dos cuestiones: por un lado a que
las vacunas protegen durante un tiempo determinado y, por otro, que con la variante
delta, mayoritaria ya en Asturias, la efectividad de cada una de las dos dosis
administradas hasta ahora es menor que si se tratara de la cepa originaria o la
variante británica.
Según explica, aunque la
cobertura de las cuatro vacunas que se están inoculando actualmente es «muy
buena», «la duración de la cobertura de las distintas vacunas oscila en función
de cada una», señala el también director de la Unidad de Investigación en
Emergencias y Desastres de la Universidad de Oviedo. En concreto, indica que la
estimación aproximada es que el suero de AstraZeneca dura 4 meses, los de Pfizer y Moderna entre
6 y 7 meses, mientras que el de Janssen (una sola dosis) cubriría hasta 8 meses,
siendo el que más tiempo protege u ofrece más margen de tiempo para revacunar o
poner una dosis de recuerdo.
A esto Arcos añade la
reducción de efectividad en los vacunados que supone la expansión de la
variante delta. En este sentido expone que la efectividad de la primera dosis
ante esa cepa «baja hasta el 30%», mientras que al inocularse la segunda dosis
también se produce una pequeña pérdida de efectividad de en torno a un 10%, por
lo que una persona con la pauta completa tendría una protección de entre
el 70 y el 90%, un porcentaje que pese a ser ligeramente inferior, el
epidemiólogo considera que «está bien» y que «siguen siendo vacunas con niveles
altos de protección».
Para Arcos lo
preocupante está en la gente que ya se vacunó hace cinco o seis meses y cuya
protección frente al Covid-19 puede
estar descendiendo, algo que depende también del sistema inmune de cada
persona. En concreto, dice que «el problema puede estar en los mayores», en la
gente de las residencias que fueron vacunados a partir de diciembre y quienes
puede caducarles la inmunidad, y achaca a que «les han bajado las
defensas» el hecho de que se esté produciendo algún brote en los centros
gerontológicos de la región.
La especialista
en Medicina Preventiva y Salud Pública, Adonina Tardón, también cifra la
efectividad de las vacunas ante la variante delta en un 30% para la primera
dosis y en un 84% para la segunda. Así, la misma traslada que en tanto que ante
esta variante que se está expandiendo los sueros son menos efectivos, «habría
que corregir la composición de la vacuna para adaptarla a la variante delta»,
algo que, en cambio, el epidemiólogo Pedro Arcos no ve necesario modificar las
vacunas porque entiende que los sueros seguirán siendo útiles.
No obstante, Tardón
matiza que «la necesidad o no de una tercera dosis de la vacuna se verá en los
próximos dos meses», una vez que se analice «cómo evolucionan las personas
vacunadas que han tenido contacto con la variante delta. Hay que estudiar cómo
se comporta la enfermedad». A este respecto, añade que por el momento no se
están produciendo hospitalizaciones por los brotes que han surgido en las residencias.
Lo que si considera
necesario es que se sigan aplicando protocolos en los centros de
mayores «para evitar al máximo la entrada de la variante delta» en ellos.
«Hay que revisar y recuperar a las personas no vacunadas por grupos de edad»,
algo que entiende que es «una medida muy indicada». Es más, manifiesta que «hay
que corregir que todo el personal sanitario o sociosanitario que se incorpore a
trabajar haya recibido la vacuna independientemente del grupo de edad en el que
esté», ya que entiende que en el personal no vacunado que acceden a trabajar al
sistema sanitario o a las residencias de ancianos puede estar el riesgo de
contagio y transmisión del virus. De todos modos, Tardón concluye que «hay que
esperar un tiempo para decidir sobre la idoneidad de la tercera dosis».
Compartir vacunas con los países que tienen menos
Para Usama Bilal, epidemiólogo y profesor asistente en la Drexel University (Filadelfia, EEUU), «no hay ningún estudio dentro de los ensayos clínicos aleatorizados (el patrón oro para estudiar esto) que justifique una tercera dosis», y pone el acento en que aún «tenemos millones de personas en el mundo sin vacunar. Y mientras tengamos millones de personas sin vacunar, seguirán surgiendo variantes nuevas que nos amenacen todavía mas». Así, el experto considera que «lo inteligente y moralmente correcto para España es compartir esas vacunas con otros países que tienen menos vacunas».

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