Por la izquierda, Emeterio Chico, Jesús González y Ángel Jiménez Lacave |
Lacave: "La línea entre un acto médico de sedación y la eutanasia encubierta es muy fina"
"Quien quiera morir que muera, pero que no - me manden a mí matarle", afirma el exjefe - del servicio de Oncología Médica del HUCA
"La línea que separa un acto médico de sedación de una eutanasia encubierta es muy fina". Así lo puso ayer de manifiesto Ángel Jiménez Lacave, exjefe de servicio de Oncología Médica del HUCA, en el transcurso de un debate sobre el derecho a decidir la propia muerte celebrado en el Casino de Trubia, acto en el que también participaron Emeterio Chico Escudero y Jesús González Vizete, miembros de la Asociación Cultural de la localidad. Jiménez Lacave se basó en su larga experiencia laboral y personal para argumentar en contra de la eutanasia. Y es que, según dijo, ni los enfermos ni sus familias reclaman ayuda para morir cuando reciben un tratamiento adecuado y humano que evite el sufrimiento. Según este experto, la dignidad es intrínseca a cada persona, independientemente de la situación en que se encuentre. "No es cierto que la vida de los enfermos de gravedad no sea digna o que no merezca la pena ser vivida", indicó.
El exjefe de Oncología del HUCA rechazó de forma taxativa que se pueda obligar por ley a los médicos a practicar eutanasias. "Si uno quiere morir que muera, pero que no me manden a mí que le mate", aseveró Lacave, convencido de que, lejos de procurar la muerte a un enfermo, la labor del médico es "curar y, cuando no puede, aliviar". A este respecto, defendió una definición de eutanasia que no equivale al "buen morir", algo con lo que, según reconoció, "todos podemos estar de acuerdo". "Lo que se quiere despenalizar es un acto intencional y deliberado que causa la muerte inmediata a un enfermo con una enfermedad dolorosa", afirmó el experto, para quien "hay una cosa que no se dice y es que ese acto tiene que hacerlo un médico".
Síntomas
En su intervención, y en respuesta a un caso concreto planteado por Emeterio Chico, Lacave subrayó que en los casos límite, cuando se manifiesten síntomas refractarios, para poner fin al sufrimiento y evitar el encarnizamiento lo que se impone es aplicar anestesia, pero "no una supersedación" que acabe con la vida de la persona.
"Cuando diagnosticas una enfermedad grave se produce un impacto, pero lo que te piden no es la eutanasia sino el mejor tratamiento posible, y cuando se llega al límite de esfuerzo terapéutico, la petición tampoco es la eutanasia, sino que el enfermo no sufra", indicó Lacave, basándose en su experiencia profesional. Y es que, según indicó, las pocas personas que le plantearon la posibilidad de que se les aplicase la eutanasia "lo que realmente querían era no molestar".
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