Hoy, desde aquí y
gracias a la oportunidad que se me brinda, quisiera romper una lanza a favor de
las auxiliares
de enfermería. Profesionales invisibles donde las haya para
gran parte de la población. En sanidad parece que el único profesional
importante sea el médico, y es muy importante, pero no es el único
que lo es, y no más que el resto de profesionales del sector.
Es como si en
un bosque solo viéramos lo majestuoso de los árboles y
nos olvidáramos de plantas, animales y hongos imprescindibles para el
equilibrio medioambiental.
Son
profesionales que cada día nos regalan su sonrisa, su ánimo, lo mejor de ellas
tanto en lo personal como en lo profesional. Son las responsables de que los
pacientes estén aseados, atendidos, cuidados, seguros, tranquilos
y estimados. Son las que acompañan al paciente junto a las enfermeras en su
recorrido, sea el que sea, durante largas y arduas jornadas y todo ello mal pagado y
menos reconocido hasta por profesionales de su mismo sector.
Muchas veces
tienen que soportar a familiares de pacientes que, para limpiar sus
conciencias, ven mal todo lo que hacen sin el más mínimo agradecimiento y
reconocimiento. Efectúan tareas muy desagradables, tanto físicas como
psíquicas, que los mismos familiares serían incapaces de llevar a cabo. Son,
como se dice, la infantería de la sanidad. Para resumir, cuidan de nuestra
salud hasta nuestra muerte.
Quisiera, y
así lo solicito desde lo expuesto, un mayor reconocimiento,
un mejor trato y unas mejores condiciones laborales y económicas para estas
heroínas de nuestra sanidad.
Mi
opinión en ningún caso se debe a que un día me enamoré de una de
ellas; sin lugar a dudas de las mejores, si no la mejor.
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