viernes, 20 de abril de 2018

Reflexionando en voz alta


F. J. F. D. - Cuando se antepone el bolsillo a la salud de un paciente, nos lleva a casos verdaderamente lamentables, aunque la idea es siempre la misma, utilizar la sanidad privada, donde están los mismos de la pública generalmente. Pero como el juramento hipocrático al que te debes, en pos de curar y rehabilitar, queda en segundo término, y lo que prima es el bolsillo del profesional, por llamarle de algún modo, para que suelten la pasta en la privada, o sino que vuelvan las peonadas.

Una pregunta ¿quien realiza un control horario de esta gente?... ¿quién controla e impone una actividad asistencial acorde con la jornada laboral?... ¿quién controla el uso adecuado de la actividad quirúrgica y el funcionamiento adecuado de los quirófanos?...

Cuando anteponemos el interés personal en forma de mayor retribución, con la calidad asistencial de la población, y los que marcan las pautas de consulta y actividad diagnóstica o quirúrgica, son los propios profesionales, con una gerencia y consejería que mira para otro lado. Cuando se permite la coexistencia de actividad pública y privada, aparecen los conflictos de intereses. Cuando no se realiza una evaluación al desempeño de los profesionales, no puede haber un buen funcionamiento del sistema tema sanitario. Se tiene que establecer las bases para implantar un sistema público de calidad, con los suficientes recursos humanos y materiales. Cada profesional debe rendir cuentas de su productividad a cada gerencia, y esta evaluar el desempeño del mismo, su control horario, y después ser retribuido a través de esas variantes. Pero eso no interesa al profesional facultativo, ni a los jefes de servicio, solo quieren derivaciones a su consulta privada, y al cobro de peonadas.

El código ético no existe, pero quien pone el cascabel al gato, quien se moja, cuantos comentarios se producen ante este deterioro de la calidad asistencial. Porque no se reorganiza la plantilla de acuerdo a las necesidades asistenciales. Porque no se impone la exclusividad en el sistema público, y se suprimen cargos inútiles y los despachos de café.

Debemos de tener profesionales al pie del cañón, no profesionales ineptos en sus despachos. Porque como se ve no saben, y no quieren organizar el sistema sanitario, solo les interesa cobrar unas buenas retribuciones, y una productividad a cambio de explotar a los que les sacan las castañas del fuego, que por desgracia cada día son menos.

Menos voracidad crematística, y más código ético con los usuarios. También más énfasis en la educación sanitaria, para evitar el uso indebido de los servicios por parte de los usuarios.

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