El informe,
publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, advierte de
que si no se pone freno a la situación actual, la previsión es que el consumo
de antibióticos aumente un 200 por ciento para 2030.
España es uno de los países que más antibióticos ha
consumido en los que va de siglo. De hecho, según un estudio, entre el año 2000 y 2015 fue el tercero en
general y el primero entre los más avanzados en el que más medicamentos de este
tipo se vendieron.
La investigación (Global increase and geographic
convergence in antibiotic consumption between 2000 and 2015) analiza el consumo
de antibióticos en todo el mundo entre el año 2000 y 2015, y advierte de
que en nuestro país ha crecido
en este periodo un 35 por ciento, pasando de 500 millones de dosis diarias
definidas a (DDD) a 700 millones. De hecho, España es
líder en el uso de polimixina.
Pero quizá lo más preocupante es que
además es el único país del Primer
Mundo que no ha reducido su consumo de antibióticos, siendo
además el primer estado europeo en este peculiar ranking, seguido de Grecia, en
cuarto lugar.
Por encima de España solo estaban, en
el año 2000, Francia y Nueva Zelanda, y en el 2015, Turquía y Túnez. Solo
nuestro país repite puesto en el top 3 de la que supone la principal causa de
las resistencias antimicrobianas, un problema latente que se espera que para
2050 cause más muertes que el cáncer en Europa.
De cara al futuro
Sin embargo, España no está sola en
este problema. Según la investigación, el consumo de antibióticos aumentó un 65
por ciento de media en los 76 países analizados, aunque es cierto que este
crecimiento lo causaron países de rentas bajas y medias.
El informe, publicado por la Academia
Nacional de Ciencias de Estados Unidos, advierte de que si no se pone freno a
la situación actual, la previsión es que el consumo de antibióticos aumente un
200 por ciento para 2030.
De Italia a Suecia, trayectorias opuestas en el uso de antibióticos
Suecia está entre los países europeos que menos
antibióticos usa e Italia, entre los que más, y los dos parten de posiciones
muy alejadas para hacer frente a la creciente resistencia a esos fármacos, una
amenaza global a la salud. El debate surgido en torno al mal uso y abuso de los
antibióticos, que cada vez son menos efectivos en el tratamiento de ciertas
enfermedades por la aparición de patógenos resistentes, ya lo tuvieron en
Suecia hace décadas. Fue en 1984
cuando la asamblea general de agricultores se posicionó contra el uso de esos
medicamentos para estimular el crecimiento de los animales. Dos años después, el Parlamento del país
nórdico aprobó la prohibición.
El sector ganadero, inmerso en un proceso de
industrialización con menos productores pero de mayor tamaño, introdujo cambios
estructurales en su modelo. Los ganaderos “estaban preocupados por lo que los
consumidores pudieran pensar” y querían ofrecer un producto de calidad, precisa
Christina Furustam, consejera de la Federación de Agricultores Suecos. Según
Furustam, “fue un periodo difícil”: muchos animales enfermaron, los piensos no
servían como antes y la productividad descendió. Ganaderos y veterinarios
tuvieron que trabajar en equipo en las granjas, dividiéndolas en partes y
vaciándolas temporalmente para limpiarlas.
La clave fue tener “buenos
sistemas” de sanidad, donde los animales tuvieran espacio y se eliminaran las
bacterias, los virus y otros microorganismos que causan infecciones. La asesora resalta que, tras el coste inicial, fue
posible mantener la competitividad y que ahora la producción de cerdos en
Suecia es tan productiva como en Estados Unidos, donde siguen usando
antibióticos para engordarlos. “Entiendo que los países sean reticentes a hacer
el viaje de Suecia, pero deberíamos actuar todos globalmente para que sea más
fácil”, sostiene Furustam.
La Asamblea General de la ONU acordó en 2016 luchar de
forma coordinada contra la
resistencia a los antimicrobianos, relacionada con la muerte cada año de
unas 700.000 personas y que, según las estimaciones, podría matar hasta diez millones en 2050, más
que el cáncer.
En la Unión Europea (UE), donde las muertes anuales
ascienden a unas 25.000, los análisis de la Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaria indican que hay más resistencia a esos fármacos en los países que
más los emplean, concretamente en el sur y el este. Claras son las diferencias
de consumo de antimicrobianos en animales destinados a la producción de alimentos: Noruega es el país que menos los utiliza (3,1
miligramos por kilogramo de biomasa en 2014), seguido de Islandia (5,2) y
Suecia (11,5). Al otro lado de la tabla destacan España (418,8 miligramos por kilo), Italia (359,9) y Chipre (391,5).
Tanto en animales como en humanos se requiere un uso
“óptimo” de antibióticos, según la Organización Mundial de la Salud, que ha
pedido su prohibición en todo el mundo como promotores del crecimiento animal,
algo que ya rige en la UE.
El director para la Prevención de enfermedades
transmisibles del Ministerio italiano de la Salud, Francesco Maraglino,
reconoció esta semana en un seminario en Roma que su país ha empezado a abordar
la cuestión “con retraso”. “La resistencia a los antimicrobianos, que usamos
sobre todo en animales, se ha duplicado en los últimos nueve años”, afirmó
Maraglino, para quien falta conciencia sobre su carácter urgente, apoyo
institucional y coordinación. Italia aprobó en 2017 un plan de acción que busca
reforzar la vigilancia en todas las regiones y reducir un 10% el consumo
sistemático de antibióticos para 2020.
Para la jefa de Inmunización del ministerio, Stefania
Iannazzo, se necesitan más esfuerzos para evitar la venta ilegal de
antibióticos sin receta y fomentar las vacunas, una “herramienta válida de
prevención”, pese al movimiento que existe en el país contra su obligatoriedad.
La experta de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) Gunilla Eklund señaló que “ningún país está aislado” de la amenaza.
Además del apoyo técnico a los gobiernos, Eklund reclamó más educación en
general, inculcando un mensaje simple: “Usa los antibióticos lo menos posible y
tanto como sea necesario”. Y para completarlo, cinco reglas: que el
medicamento, la dosis, la duración, el momento y el modo de administrarlo sean
los adecuados.
Fuente documental:
http://kaosenlared.net/espana-es-el-tercer-pais-del-mundo-en-consumo-de-antibioticos/
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