Entre mis herramientas
no entran los patines para correr por los pasillos, ni por ahora tengo el don
de la doble ubicuidad para estar en dos habitaciones a la vez.
Mi madre me pario como soy, seria o alegre, parca
en palabras o habladora…pero
no soy lo que los demás quieran que sea.
Eso
no significa que porque bromee con mis compañeras o debata sobre algo, no
sienta en mi alma el sufrimiento de los pacientes que están bajo mi cuidado, y
no realice mi trabajo con toda la profesionalidad y seriedad de que soy
capaz.
No tengo la culpa de que no haya camas libres, ni
de que las habitaciones sean dobles... o triples, de que el médico ande liado y
no pueda venir, ni de que las urgencias estén saturadas, ni de que hoy mi
compañera se haya tomado el día libre que por derecho le corresponde, y este
cubierta por una compañera volante menos experimentada, pero que se esfuerza
como la que más.
No tengo la culpa de que su proceso no tenga fácil
solución, o no la tenga, o no la encuentren.
No tengo la culpa de las listas de espera, de que
no le den el alta a su paciente, o sí se la den, o de que suspendan su
quirófano.
No tengo la culpa de que no haya más personal.
No tengo la culpa de tantos años
"pagando" seguridad social, y no se cumplan sus expectativas de
salud.
Soy enfermera y me dedico a cuidar y a organizarme
en mi trabajo lo mejor que se, lo mejor que puedo, y lo mejor que me
dejan.
Responsabilíceme de no hacer bien mi trabajo... pero
de nada más.
No soy ni azafata, ni camarera, ni
"bombera", ni criada, ni telefonista, ni policía... ni
"niña", ni "rubia", ni "oye tú", voy identificada
y tengo nombre.
Soy
enfermera....y soy humana.
(Escrito por una compañera, agredida en urgencias del PTS)
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