viernes, 2 de febrero de 2018

Soy enfermera.


Entre mis herramientas no entran los patines para correr por los pasillos, ni por ahora tengo el don de la doble ubicuidad para estar en dos habitaciones a la vez.
Mi madre me pario como soy, seria o alegre, parca en palabras o habladora…pero no soy lo que los demás quieran que sea.
Eso no significa que porque bromee con mis compañeras o debata sobre algo, no sienta en mi alma el sufrimiento de los pacientes que están bajo mi cuidado, y no realice mi trabajo con toda la profesionalidad y seriedad de que soy capaz. 

No tengo la culpa de que no haya camas libres, ni de que las habitaciones sean dobles... o triples, de que el médico ande liado y no pueda venir, ni de que las urgencias estén saturadas, ni de que hoy mi compañera se haya tomado el día libre que por derecho le corresponde, y este cubierta por una compañera volante menos experimentada, pero que se esfuerza como la que más.
No tengo la culpa de que su proceso no tenga fácil solución, o no la tenga, o no la encuentren. 
No tengo la culpa de las listas de espera, de que no le den el alta a su paciente, o sí se la den, o de que suspendan su quirófano.
No tengo la culpa de que no haya más personal. 
No tengo la culpa de tantos años "pagando" seguridad social, y no se cumplan sus expectativas de salud.
Soy enfermera y me dedico a cuidar y a organizarme en mi trabajo lo mejor que se, lo mejor que puedo, y lo mejor que me dejan. 
Responsabilíceme de no hacer bien mi trabajo... pero de nada más. 
No soy ni azafata, ni camarera, ni "bombera", ni criada, ni telefonista, ni policía... ni "niña", ni "rubia", ni "oye tú", voy identificada y tengo nombre.
Soy enfermera....y soy humana.


(Escrito por una compañera, agredida en urgencias del PTS)

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