“Yo soy bastante pesimista en esta cuestión que se plantea.
Creo que mientras se permita que los responsables de servicios e instituciones
sanitarias públicas y médicas tengan intereses en la sanidad privada... no
habrá descenso en la lista de espera. Es un conflicto de intereses tan evidente
y obsceno que es impensable en cualquier otro sector”
“Pero mientras sean los lobos los que cuidan del rebaño...”
Pd. El autor intelectual de esta dos frases es A. G., que a pesar de no estar de acuerdo con mis formas, veo en este comentario, que esta totalmente de acuerdo en el fondo.
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La cuestión sanitaria en
Asturias
Justo Roldán (oviedo) - LNE 24/1/2017
Quizás no sea éste el título más adecuado, sino el de “La sanidad
asturiana, cuestionada”. Porque hoy, y desde hace algunos años, ése es el
debate y la situación que está en la calle, en los medios de comunicación, en
los Juzgados y en el dolor de muchas familias. En definitiva, una sanidad en
cuestión.
Pero ciñámonos a los hechos, a las causas y a los silencios cómplices de
quienes tienen la responsabilidad “hipocrática” de velar por que esta situación
se revierta. Y me refiero muy concretamente al Colegio de Médicos de Asturias,
organismo que lleva muchos años mirando para el lado contrario del que se
encuentran los problemas que hoy acarrea la salud pública. Que son los mismos
que llevan sin hacer una declaración “colegiada” al respecto; tal es así, que
las únicas manifestaciones sobre la situación sanitaria se hacen a título
individual, con preguntas, respuestas y hasta soluciones que no nacen de la
organización médica sino de la buena intención de algunos de sus colegiados. El
hecho es de por sí insólito en la historia de la medicina asturiana, y sus
efectos se hacen notar en la asistencia, la docencia y hasta en la
investigación, pues falta, por ilógico que parezca, la organización colegial,
que es la que debiera de marcar las directrices para un mejor funcionamiento y
una única unidad de criterio entre los profesionales de la medicina.
Huérfana ésta de una dirección profesionalizada, ha caído irremediablemente
en las manos de unos “padres adoptivos” que no son otros que los políticos, y
éstos no se rigen por ningún juramento hipocrático, sino que lo hacen por una
mera dependencia del partido de turno y de unos resultados electorales. Lo
demás, es decir, sus efectos, corre a cargo del enfermo asturiano, que a su vez
tiene que ser el paciente de los desmanes políticos.
Los hechos son los que un día sí y otro también salen a la luz pública:
errores médicos que acarrean desenlaces fatales, colapsos en la atención
primaria, secundaria y hospitalización, políticas de prevención que no
funcionan, listas de espera desesperantes (valga la expresión), gastos añadidos
a los asegurados, que se ven obligados a buscar otras fuentes de diagnóstico y
tratamiento alternativas, un descendiente prestigio de la sanidad asturiana a
todos los niveles y una pésima gestión económico-administrativa y de personal
que hacen un “totum revolutum” con el resultado que ahora padecemos.
Si ya me he referido a los silencios, aunque sea someramente, a los hechos,
pasando de puntillas sobre ellos, las causas son obvias: no existe en Asturias
una organización médico-sanitaria que merezca la pena. Y lo que sí existe, sin
que se merezca, son unos políticos metidos a médicos que sin ser responsables
ante la justicia de sus actos arrastran a los profesionales a ser ellos quienes
se enfrenten a sus propios errores –eso es cierto–, pero que son motivados en
su mayoría por una ineficaz Administración y por la falta de un organismo con
mayúsculas que marque las pautas de la profesión médica y no se sacuda su
responsabilidad en el consejero de turno.
Entre medias, entre incapaces e irresponsables, queda atrapado el usuario.
Ése del que tantas organizaciones hablan, el mismo al que se le cita para que
participe en todos esos inútiles organismos, creados en nombre de “no sé qué
democracia representativa” con la coletilla de usuarios y consumidores, pero
que terminan siendo usados y consumidos.
Si ante esto nadie se pone colorado, si después de esto nadie sale a
denunciarlo y si después de todo esto nadie se hace responsable, sólo queda una
solución: devolver las competencias en sanidad al Gobierno de España so pena de
seguir estando en riesgo nuestra salud y nuestra vida.
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