Una asturiana, con covid persistente:
«Perdí agilidad mental y ahora me quedo parada en mitad de la tarea sin
saber qué viene después»
Este enfermedad ha limitado por completo la vida de María Lorenzo, de 43
años y vecina de Luarca
Ya tenía una dosis cuando se contagió el pasado mayo y, como síntomas,
solo tuvo cansancio y fatiga
No quiero está vida. No quiero tener que estar midiendo y escuchando al
cuerpo, deseo retomar la normalidad». Así de contundente se muestra María
Lorenzo a quien el covid persistente ha limitado su vida por
completo hasta el punto de tener que sacar la baja laboral. Esta luarquesa de
43 años lleva cuatro meses luchando contra las consecuencias de esta enfermedad
y una de ellas es la pérdida de facultades mentales. «Debo anotar todo lo
que tengo que hacer porque no tengo la agilidad mental automática que tenía
antes. Ahora no soy capaz de resolver problemas cotidianos y ante
cualquier situación no sé cómo actuar. Me quedo parada en mitad de las tareas
sin saber qué viene después y, por tanto, tengo que detenerme y pensar»,
lamenta.
María Lorenzo se contagió en su puesto de trabajo -un centro de educación
infantil- el pasado mes de mayo, a pesar de contar ya con una dosis de la
vacuna contra el coronavirus. En su caso, no tuvo problemas
respiratorios, solo cansancio y fatiga. Además, «como mi carga viral era alta,
hasta finales de mes no conseguí dar negativo». Sin embargo, pese a que las
semanas fueron pasando, los síntomas a día de hoy siguen estando
presentes. «No puedo hacer una vida normal de una mujer soltera sin hijos.
Si hago alguna tarea doméstica por la mañana luego ya no puedo hacer, por
ejemplo, la comida. Además, para hacer la compra debo organizarme para ir
cuando no haya mucha gente porque los estímulos de personas, calor, ruido… me
cansan y nada más llegar a casa tengo que tumbarme», apunta.
De la misma manera, tareas tan sencillas como puede ser lavarse los dientes
le suponen un sobreesfuerzo. «Me tengo que sentar porque me pesa el brazo
al coger el cepillo de dientes». También llevar tacones o calzado de esparto le
produce cansancio. «Aunque me apetece ponerlos no puedo porque me pesan y no
soy capaz ni de moverme», indica y reconoce que acudir a la playa también le
agota. «Con tan solo ir tres horas, después tengo que pasarme dos días seguidos
en casa porque no puedo con la vida. No soy capaz ni de levantar los pies
del suelo, tengo que ir arrastrándolos».
Baja laboral por covid persistente
Una limitación que ha hecho que no pueda desempeñar su trabajo como educadora
de niños de 0 a 3 años. «Soy tutora y eso implica organizar, dirigir, estar
pendiente, contar cuentos… tareas que al fin y al cabo no puedo hacer. Al no
tener la capacidad de resolver problemas sencillos, pues por ejemplo no soy
consciente de que, aunque toque la hora de leer, no es el momento adecuado. Es
como si me sueltan en Inglaterra, sin saber hablar en inglés y tengo que
adaptarme a esa cultura», admite antes de resaltar que ha tenido la suerte que
desde el primer momento no ha tenido ningún problema con el médico de cabecera
para que le concediese la baja.
No obstante, María Lorenzo se siente frustrada puesto que «pasé
de ser el conejo de Alicia en el País de las Maravillas a ser
un gusano, a tener ese ritmo. Hacia yoga, surf, iba al gimnasio con un
entrenador personal y ya no puedo hacer nada. Antes incluso iba con el coche
los fines de semana a Oviedo a ver a mi familia y volvía, pero ahora ya no
puedo, tengo que quedarme a dormir», detalla.
Además la enfermedad no solo ha alterado su rutina diaria de
trabajo, sino que también ha provocado cambios en su alimentación.
«Productos que antes no tomaba o que puedo prescindir de ellos como el
aguacate, pues ahora los tomo todos los días. Sin embargo, la comida en salsa
como la carne o el pescado no lo soporto y antes me gustaba. La simple grasa
que suelta la carne ya no puedo con ella, solo puede ser cocinado a la
plancha», cuenta Lorenzo.
En este sentido, la luarquesa resalta que esto es como ir a salto de
mata y lo peor de todo es que no hay un código para catalogarnos».
«Yo no doy positivo en las pruebas PCR, pero tengo los mismos síntomas que
cuando tenía el coronavirus. Hay momentos que estoy bien y lo
aprovecho. En vez de hacer solo la cama, pues friego también la casa, pero eso
no es lo habitual. Hay días que son muy duros y como vivo sola, a veces cierro
la puerta de la cocina y no limpio los cacharros hasta después de tres días».
Por ello, la incertidumbre ronda a diario por su cabeza. «No hay
un pronóstico como en otras enfermedades ni estadísticas de cuándo se va a
acabar esto porque como es algo nuevo pues no se sabe nada. Es muy duro y
desmotivador. Aunque es cierto que algo mejoré porque hace unas semanas tan
solo duraba cinco minutos al teléfono y ahora aguanto mucho más, pero no estoy
al 100%, no tengo energía para nada», afirma.
«No estoy al 100%, no tengo energía para
nada»
No obstante, María Lorenzo no solo cuenta con el apoyo de su familia y
seres queridos sino también del colectivo Covid
Persistente de Asturias. «Gracias a ellos he podido informarme poco
a poco de lo que supone esta enfermedad y, al mismo tiempo, me ha servido para
que mis allegados comprendan por lo que estoy pasando. La gente piensa que una
vez que das negativo ya no tienes el coronavirus, pero no es así. Yo sé cómo vivía antes y
cómo vivo ahora». Por eso, clama porque la gente cumpla a rajatabla las medidas
sanitarias. «No es que se te rompa un pie, sino que dejas de vivir, tu vida se
te para en seco», asegura.

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