lunes, 23 de agosto de 2021

Una asturiana, con "covid persistente"

 

Una asturiana, con covid persistente: «Perdí agilidad mental y ahora me quedo parada en mitad de la tarea sin saber qué viene después»

Este enfermedad ha limitado por completo la vida de María Lorenzo, de 43 años y vecina de Luarca

Ya tenía una dosis cuando se contagió el pasado mayo y, como síntomas, solo tuvo cansancio y fatiga

No quiero está vida. No quiero tener que estar midiendo y escuchando al cuerpo, deseo retomar la normalidad». Así de contundente se muestra María Lorenzo a quien el covid persistente ha limitado su vida por completo hasta el punto de tener que sacar la baja laboral. Esta luarquesa de 43 años lleva cuatro meses luchando contra las consecuencias de esta enfermedad y una de ellas es la pérdida de facultades mentales. «Debo anotar todo lo que tengo que hacer porque no tengo la agilidad mental automática que tenía antes. Ahora no soy capaz de resolver problemas cotidianos y ante cualquier situación no sé cómo actuar. Me quedo parada en mitad de las tareas sin saber qué viene después y, por tanto, tengo que detenerme y pensar», lamenta.

María Lorenzo se contagió en su puesto de trabajo -un centro de educación infantil- el pasado mes de mayo, a pesar de contar ya con una dosis de la vacuna contra el coronavirus. En su caso, no tuvo problemas respiratorios, solo cansancio y fatiga. Además, «como mi carga viral era alta, hasta finales de mes no conseguí dar negativo». Sin embargo, pese a que las semanas fueron pasando, los síntomas a día de hoy siguen estando presentes. «No puedo hacer una vida normal de una mujer soltera sin hijos. Si hago alguna tarea doméstica por la mañana luego ya no puedo hacer, por ejemplo, la comida. Además, para hacer la compra debo organizarme para ir cuando no haya mucha gente porque los estímulos de personas, calor, ruido… me cansan y nada más llegar a casa tengo que tumbarme», apunta.

De la misma manera, tareas tan sencillas como puede ser lavarse los dientes le suponen un sobreesfuerzo. «Me tengo que sentar porque me pesa el brazo al coger el cepillo de dientes». También llevar tacones o calzado de esparto le produce cansancio. «Aunque me apetece ponerlos no puedo porque me pesan y no soy capaz ni de moverme», indica y reconoce que acudir a la playa también le agota. «Con tan solo ir tres horas, después tengo que pasarme dos días seguidos en casa porque no puedo con la vida. No soy capaz ni de levantar los pies del suelo, tengo que ir arrastrándolos».

Baja laboral por covid persistente

Una limitación que ha hecho que no pueda desempeñar su trabajo como educadora de niños de 0 a 3 años. «Soy tutora y eso implica organizar, dirigir, estar pendiente, contar cuentos… tareas que al fin y al cabo no puedo hacer. Al no tener la capacidad de resolver problemas sencillos, pues por ejemplo no soy consciente de que, aunque toque la hora de leer, no es el momento adecuado. Es como si me sueltan en Inglaterra, sin saber hablar en inglés y tengo que adaptarme a esa cultura», admite antes de resaltar que ha tenido la suerte que desde el primer momento no ha tenido ningún problema con el médico de cabecera para que le concediese la baja.

No obstante, María Lorenzo se siente frustrada puesto que «pasé de ser el conejo de Alicia en el País de las Maravillas a ser un gusano, a tener ese ritmo. Hacia yoga, surf, iba al gimnasio con un entrenador personal y ya no puedo hacer nada. Antes incluso iba con el coche los fines de semana a Oviedo a ver a mi familia y volvía, pero ahora ya no puedo, tengo que quedarme a dormir», detalla.

Además la enfermedad no solo ha alterado su rutina diaria de trabajo, sino que también ha provocado cambios en su alimentación. «Productos que antes no tomaba o que puedo prescindir de ellos como el aguacate, pues ahora los tomo todos los días. Sin embargo, la comida en salsa como la carne o el pescado no lo soporto y antes me gustaba. La simple grasa que suelta la carne ya no puedo con ella, solo puede ser cocinado a la plancha», cuenta Lorenzo.

En este sentido, la luarquesa resalta que esto es como ir a salto de mata y lo peor de todo es que no hay un código para catalogarnos». «Yo no doy positivo en las pruebas PCR, pero tengo los mismos síntomas que cuando tenía el coronavirus. Hay momentos que estoy bien y lo aprovecho. En vez de hacer solo la cama, pues friego también la casa, pero eso no es lo habitual. Hay días que son muy duros y como vivo sola, a veces cierro la puerta de la cocina y no limpio los cacharros hasta después de tres días».

Por ello, la incertidumbre ronda a diario por su cabeza. «No hay un pronóstico como en otras enfermedades ni estadísticas de cuándo se va a acabar esto porque como es algo nuevo pues no se sabe nada. Es muy duro y desmotivador. Aunque es cierto que algo mejoré porque hace unas semanas tan solo duraba cinco minutos al teléfono y ahora aguanto mucho más, pero no estoy al 100%, no tengo energía para nada», afirma.

«No estoy al 100%, no tengo energía para nada»

No obstante, María Lorenzo no solo cuenta con el apoyo de su familia y seres queridos sino también del colectivo Covid Persistente de Asturias. «Gracias a ellos he podido informarme poco a poco de lo que supone esta enfermedad y, al mismo tiempo, me ha servido para que mis allegados comprendan por lo que estoy pasando. La gente piensa que una vez que das negativo ya no tienes el coronavirus, pero no es así. Yo sé cómo vivía antes y cómo vivo ahora». Por eso, clama porque la gente cumpla a rajatabla las medidas sanitarias. «No es que se te rompa un pie, sino que dejas de vivir, tu vida se te para en seco», asegura.

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